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Isabel Coixet lleva toda su filmografía encontrando la belleza en los sitios más insospechados. En lavanderías de barrio, en plantas petrolíferas o en caravanas. En su última película la encuentra en el lugar más insospechado, Benidorm. La ciudad que todo el mundo asocia al exceso, los guiris borrachos y las despedidas de solteras y solteros, es el escenario de una de sus películas más inclasificables, Nieva en Benidorm.

Con ella ha inaugurado la Seminci de Valladolid, un festival marcado por el toque de queda que ha hecho que todas las sesiones tengan que adelantarse. En Nieva en Benidorm, Coixet saca la belleza de los rascacielos que rompieron el paisaje en la época de la burbuja, en shows de acrobacias vaginales y hasta en parques de atracciones roídos.

Un filme que se siente libre, y que destroza géneros, conceptos establecidos y tonos en cada escena. Es un anti noir con una anti mujer fatal, una anti película romántica… Una obra inclasificable -protagonizada por Timothy Spall y Sarita Choudhury, y producida por los hermanos Almodóvar-, que acabó en pleno confinamiento y de la que habla con EL ESPAÑOL a pocas semanas de su estreno en salas el 13 de noviembre.

Un momento del rodaje de Nieva en Benidorm

Qué película tan inclasificable, no la sé definir, así que te voy a pedir que lo hagas tú.

Es una película que al final es un triángulo entre un hombre que no ha vivido nada, una mujer que ha vivido demasiado y una ciudad que es Benidorm, una tierra de paradojas, una tierra abonada para una cineasta. Mi voluntad de hacer algo inclasificable está ahí. Quería que fuera sorprendente, quizás porque como espectador últimamente tengo la sensación de que me lo dan todo mascado. También en la literatura… pero en el cine es que cada vez me gustan más las cosas que me dejen tocada, pensando, que no sepa definirlas, porque las palabras te traicionan y nunca puedes definir lo que sientes.

¿Qué te ha dejado tocada últimamente?

Es curioso, porque cuando pienso en ella lo hago como si fuera una película y es una novela… Es una obra de una autora japonesa, que se llama Yoko Ogawa, que haba de una distopía, y cuando la leía veía una película que habla de lo que ns pasa. De una isla donde las palabras van desapareciendo, los privilegios van desapareciendo, la gente reduce su radio de acción. Y eso es lo que he leído y he visto en mi cabeza que más me ha impresionado. Y lo que más me ha hecho reír es la serie The Duchess que me ha aliviado mucho.

Como espectador últimamente tengo la sensación de que me lo dan todo mascado. En el cine cada vez me gustan más las cosas que me dejen tocada, pensando, que no sepa definirlas

Es una obra que respira libertad, no sé si es la libertad que te has ganado todos estos años.

Las cosas no son así, no sé si me lo he ganado o no. Pero yo en mi cabeza soy muy libre. He aprendido a ser libre, porque cuando no lo he sido y he querido plegarme a cosas, ha salido fatal y he aprendido duramente la lección de que es mejor ser libre y no querer entrar en patrones y fórmulas y serlo.

Hay dos mujeres opuestas en la película. La mujer fatal a la que todo el mundo mira, y en el otro lado la limpiadora a la que interpreta Ana Torrent, a la que nadie mira.

Sí. Yo reconozco que no es la primera vez que pongo un personaje de mujer de la limpieza porque las quiero mucho, porque creo que son mujeres a las que nadie quiere, a las que nadie mira, a las que nadie respeta y que hacen para mí un trabajo heroico. Y me fijo, y veo que los hombres sólo las miran si se las pueden follar, pero no valoran lo que hacen realmente.

Las mujeres de la limpieza son mujeres a las que nadie respeta y que hacen para mí un trabajo heroico. Y me fijo, y veo que los hombres sólo las miran si se las pueden follar

Es el anti thriller, el anti romanticismo, y hasta el anti mafioso que te regala unas chuletillas de lechazo…

Vuelta y vuelta. Yo es que admiro mucho a Tarantino. Es referente en muchas cosas hasta cosas que no se ven, pero esta cosa de la cotidianidad, que es algo que está en Benidorm. Que ves a una señora maquillada como una puerta y un ruso comprando souvenirs en AleHop y lleva un Rolex. Un sitio en el que se mezcla el lujo con lo kitsch.

No miras a la gente de Benidorm por encima del hombro, no hay una mirada condescendiente hacia ellos, ¿te sorprendió Benidorm?

Benidorm es muchos Benidorms. El de la gente que ha nacido allí. Gente con oficios, carpinteros, mecánicos, con bares a los que sólo va gente de Benidorm y donde se come realmente bien… Luego está el del Imserso, el de los buffet libre, que para mí es uno de los grandes horrores de la civilización occidental, pero que entiendo. Hay gente que ha currado toda su vida, tiene una pensión muy normal y tiene la oportunidad de pasar una semana donde hace sol, todo es asequible y de repente hay un coro donde puede cantar las canciones de su juventud. Eso me parece fascinante. Me encanta ver a grupos de gente felices, y esa gente en ese momento es feliz, y eso me impresiona, yo que tengo tendencias depresivas. Y está el Benidorm de las despedidas de soltera, el de los mojitos baratos, que es insoportable. Tengo que confesar que nunca he ido en verano, pero en invierno es muy agradable.

Fotograma de Nieva en Benidorm. Zoe Salas Coixet El Deseo

Es una película que habla de la soledad, y el personaje de Sarita lo dice, que todos estamos solos, aunque nos obligue la sociedad a estar en pareja o en comunidad.

Es que todo lo que hacemos para huir de la soledad. Desde las adicciones, las malas relaciones, el Tinder… y la soledad es algo que persigue a las personas desde que son adolescentes. Es difícil admitirla, pero es que hay que hacerlo si quieres vivir. Y sobre todo, la soledad no se puede convertir en amargura.

El discurso que diste al recibir el Premio Nacional de Cine se llamaba Abraza la niebla, y en la película hay una imagen imponente de Benidorm envuelta en niebla, no sé si hay alguna unión entre ambas cosas.

La niebla no estaba en la película, porque no pensaba que en Benidorm pudiera haberla, pero un día rodando en el rascacielos miro y hay una niebla que llega del mar impresionante, así que sacamos las cámaras, lo grabamos y lo incorporamos. La niebla para mí es una imagen que explica lo que pasa ahora. Es como cuando vas conduciendo y parece que hay un muro de niebla que no vas a poder pasar, pero poco a poco avanzas y descubres que algo ves, aunque no sea mucho, y que se puede avanzar. Y para mí es la sensación que tengo ahora, hasta con el estreno, que nos hemos planteado estrenarla o no, porque puede que sea el peor momento de la historia, pero ¿y si el año que viene es peor y no quedan salas?

¿Crees que se acaban las salas?

A mí me pasa una cosa que no tiene que ver ni con la nostalgia, y que me pasa como con el delivery de comida, que puedes pedir hasta del Diverxo. Y para mí el cine es como ir a los restaurantes. Es el salir, estar cómodo… algo sencillo que en casa, hasta con las cosas más atractivas, no pasa porque les dedicas el 75% de tu atención. Yo el otro día estaba volviendo a ver Un, dos, tres de Billy Wilder. Y hasta con Billy Wilder, que para mí es un icono, me levantaba a hacer una infusión. Es un flujo que se interrumpe y disfrutas todo a medio gas, como la comida en casa del delivery, que no es lo mismo. A mí mi ombligo me aburre, me encanta el ombligo de los demás. Hablar, decirle al cocinero que hoy la vinagreta no estaba tan bien,… esas cosas. Y en el cine quiero mis conguitos, rellenarme y alejar los problemas.

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