El cine de animación no se entendería sin el nombre de Pixar. Hace 25 años, el estudio lanzaba su primer filme, una joya hecha por ordenador que revolucionó el cine. Se llamaba Toy Story, y su llegada cambió todo. La crítica se rindió a los pies, el público acudió en masa a los cines y marcó la senda para una empresa que entendió que la animación no era un género, sino una técnica para contar historias de otra forma.
Poco a poco se ganaron un hueco importante, y encontraron una madurez narrativa y técnica que explotó en obras maestras como Ratatouille, Wall-E, Up o Del revés. Su capacidad de sorprender y de emocionar a los adultos hicieron que el nivel de exigencia puesto sobre ellos fuera tan alto que era prácticamente imposible superarse. Tampoco ayudó una época dubitativa en la que parecían más pendientes de las secuelas y las franquicias que de crear nuevos títulos originales.
Entre medias también vino el cambio de John Lasseter al frente de la compañía. Su sustituto fue Pete Docter, que venía de dirigir Up y Del revés y que pasó a ser director creativo. También se ha encargado de la obra más personal que han sacado en años, Soul, una nueva obra maestra, su título más adulto y más austero en lo emocional. Una joya que, por culpa del coronavirus, se ha estrenado directamente en su plataforma, Disney+, en vez de en cines.
El propio Pete Docter tranquiliza a todos y deja claro que las películas de Pixar se verán en los cines. Lo hace en una entrevista con este medio, donde confía en que “la gente volverá a los cines y continuaremos sacando nuestras películas en salas”, aunque también confesó que, como ya anunciaron hace pocas semanas, crearían contenido exclusivo para ver desde casa: “También haremos cosas para streaming, pero así podremos escuchar a muchas voces nuevas, y creo que eso es excitante y una gran oportunidad”.
Un futuro que pasa por una renovación. “Durante mucho tiempo hemos estado allí gente que hemos crecido juntos, como Lasseter, Lee Unkrich, yo… pero ahora, desde hace siete años, todos nosotros somos ya dinosaurios, y son los nuevos los que están trayendo nuevas perspectivas, nuevas historias, cosas con las que ellos crecieron, otros lugares del mundo… y esto viene de formas diferentes y con distintas aproximaciones. Esto es muy fresco y es lo que el público quiere. Quieren que les sigamos sorprendiendo. Me encanta cuando la gente va a ver nuestras películas y dicen: no me lo esperaba. Creo que nuestros nuevos creadores están haciendo eso mismo”, explica.
Las películas tienen que ser lo suficientemente inteligentes para los niños, y lo suficientemente simples para los adultos
Soul es una película sobre un pianista que, el día en el que por fin clava una audición, cae por una alcantarilla y muere. Pero su alma decide que no quiere ir a la luz al final del túnel y acaba perdido por un limbo en el que el ‘qué hay después de la muerte’ se mezcla con el ‘qué hay antes de la vida’. Todo con una mezcla de animaciones que van desde el prodigio técnico más realista a diseños bidimensionales que parecen bocetos.
Una decisión artística que vino provocada por uno de los elementos fundamentales del filme: el jazz. “Al principio era un elemento superficial, pero entendimos que la naturaleza de la improvisación y el convertir una cosa en algo de valor, era relevante y enlazaba con los temas de los que habla la película, y el jazz tiene su propio diseño visual. Si te fijas en los álbums de los 60 y los 70, tienen unos gráficos concretos y en eso fue en lo que nos inspiramos para el diseño de Nueva York, pero el otro mundo tenía que ser justo lo contrario: simple. Eso marcó las decisiones en torno a la animación”.
Un triple tirabuzón con carpado hacia atrás que todos han considerado que es su película más adulta. “Sí, reconozco que es la que toca más adultos”, acepta Pete Docter, que añade que también cree que subestimamos a los niños: “Cuando tuvimos esta idea de que las almas tenían que venir de algún sitio donde nos daban nuestra personalidad, sentí que era una historia muy rica para entretener a los niños, con ese lugar blandito lleno de algo que parecen bebés que chocan y corren".
"De hecho, el primer borrador de guion se ambientaba totalmente allí, pero nos dimos cuenta de que teníamos que ir a la Tierra para hablar de la vida, y ahí había que encontrar cosas divertidas para los niños, pero nuestra meta siempre es que sea entretenida para todos”, zanja y recuerda una frase de otro maestro de la animación, Chuck Jones, que decía que había que hacer “películas lo suficientemente inteligentes para los niños, y lo suficientemente simples para los adultos”.
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