La trágica historia del niño más guapo de la historia del cine: de objeto sexual a juguete roto
Un documental, presentado en el Festival de Sundance, recuerda la historia del actor Björn Andrésen, que con 15 años protagonizó 'Muerte en Venecia'.
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Nadie ha captado mejor la belleza clásica, el ideal estético que perpetuaron los maestros en sus esculturas, que Luchino Visconti en Muerte en Venecia. En su adaptación de la novela de Thomas Mann, el director italiano puso rasgos a un personaje que parecía imposible de llevar a la vida, el de Tadzio, el adolescente cuya belleza apolínea obsesiona al protagonista. Un adolescente de rastros andróginos. Un efebo cuyo rostro parecía esculpido en mármol y del que era imposible apartar la mirada. Era, precisamente, la mirada de Tadzio una de sus señas de identidad. Era una mirada triste, melancólica.
Siempre se dice que Visconti estaba obsesionado con adaptar la novela de Mann, y que recorrió Europa en busca de Tadzio. Era ese personaje el que más le obsesionaba, porque era en su juventud y belleza lo que daba sentido al arco de protagonista que interpretó Dirk Bogarde. Tadzio ha quedado como un icono de la belleza y del colectivo LGTB. Pero, pocos saben quién estaba detrás del personaje. Se llama Björn Andrésen y fue elegido por Visconti cuando tenía 15 años. Una elección que cambió su vida… a peor.
Eso es lo que cuenta el documental The most beautiful boy in the world (El chico más guapo del mundo), que han estrenado el Festival de Sundance -que estos días se desarrolla en una edición online- los directores Kristina Lindström y Kristian Petri. La película coge su nombre de la famosa frase que dijo el director italiano en la rueda de prensa de presentación de la película en el Festival de Cannes. “Este es el chico más guapo del mundo”. La etiqueta estaba puesta, y la vida de Andresen ya nunca iba a ser igual.
Un filme que ha dado mucho que hablar por realizar un retrato de la fama en la industria del cine, y que muestra la cara B del glamour. Aquí sólo hay un niño que nunca quiso ser estrella, que perdió a su madre y fue criado junto a su hermana por sus abuelos, que estaban obsesionados con que él se convirtiera en estrella. De hecho, fue su abuela la que quiso que se presentara al cásting de Muerte en Venecia que hizo que nada fuera igual.
El documental consigue el testimonio más preciado, el del propio actor. También imágenes del cásting que le hizo Visconti y que ahora mismo sería mirado con otros ojos. Tal cono recoge The Daily Beast, se ve al director emocionado con la belleza del actor y pide que se desnude. El joven se queda en ropa interior y el director le pide que ande por la habitación y mire a cámara. Otro de los testimonios del filme es el de la directora de cásting, que recuerda la llegada de Andrésen: “Era evidente que todo el cuerpo de Visconti cobraba vida. El chico era exquisitamente hermoso, con un rostro verdaderamente fotogénico. Fue un verdadero hallazgo. Era un chico con un carisma muy especial. Parecía frágil. Y eso es realmente hermoso en una película. Hay que tener mucho cuidado al tratar con niños así".
Visconti no tuvo ese cuidado, y ya en Cannes, donde dijo aquella frase del niño más bello del mundo, bromeó con que estaba menos guapo ahora, con 16 años, que cuando habían rodado el filme, con 15. Era un juguete en manos de una industria y de un cineasta. Después de la cena posterior al estreno, los responsables de él se fueron y le dejaron borracho en un bar gay, donde era el rostro más deseado. Ya era una estrella, y ya le habían convertido en un icono sexual siendo menor de edad.
El estudio también le mandó a Tokio, donde fue recibido como una estrella. Su belleza cautivó Asia, y su rostro fue usado para un gran número de campañas publicitarias. Incluso un anime se inspiró en su cara y hasta grabó un par de canciones en japonés. En el documental, Björn Andrésen cuenta cómo se fue a París en 1976 y vivió del dinero y los obsequios que le daban hombres gais adinerados que él pensaba que eran fans, pero que analizándolo años después entendió que le trataban como su “acompañante” al que enseñar en público. Un trofeo.
Un trabajo que habla de los juguetes rotos, de una industria que trata como objetos sexuales a niños que no están preparados para enfrentarse a esa situación y las consecuencias: alcoholismo, depresión... Un retrato que tiene que ver con lo que hemos vivido estos años tras la llegada del Me Too. Algo que los propios realizadores han reconocido en una entrevista en Cineuropa, donde explican que el propio actor les confesó que “sabe cómo se sienten las mujeres, cómo es sentirse un objeto”. “En cierto modo, el hecho de que fuera un sólo niño, le hizo sentir todavía más solo. De repente, estaba rodeado de esas personas, contactándolo y deseándolo. Era muy vulnerable, sin padres. Es como si estas personas pudieran oler la inseguridad. Es una historia en plena era del Me Too, sobre el poder y el abuso de él”.