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Enrique Urbizu regresa tras su incursión en las series con Gigantes. Y lo hace con una apuesta doble, ya que Libertad se estrena como serie en Movistar+, pero también en los cines, donde se podrá ver un montaje adaptado en más de 200 salas. ¿Cuál es mejor?, ¿se pueden realizar dos versiones de la misma historia sin que ninguna sufra? Lo analizamos en este ‘a favor y en contra’ de la nueva ficción española.

A favor de ‘Libertad’, la película

'Libertad'.

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Cuando se anunció que Libertad, la nueva creación de Enrique Urbizu, iba a ser una serie y una película con un montaje distintos, muchos pusieron el grito en el cielo. Lo vieron como una estrategia de marketing. Quizás se olvidaban de que un señor llamado Ingmar Bergman hizo lo mismo en Fanny y Alexander. No creo que nadie se atreviera a llamarle estafador. Nadie que conozca un poco el cine de Urbizu o le haya entrevistado puede pensar que lo sea.

En su mente Libertad nació como una película, lo ha dicho en varias ocasiones, y creo que eso se nota en el resultado. La versión para cines suple las carencias de las series. Evita tiempos muertos, corrige las bajadas de ritmo y eso consigue que haya épica que necesita esta historia de bandoleros. Es un montaje que poda lo que toca, y se nota sobre todo en la primera hora del filme, mucho más picada, sin tanto aire. Las escenas se suceden y uno se engancha.

Ocurre algo curioso con la segunda parte del filme, donde uno sí nota que hay ciertas relaciones y cierto desarrollo de personajes que parece algo mutilado. La conversión no es perfecta, pero es más entretenida y entra mejor

Hay otro factor por el que la película de Libertad es más disfrutable, y es que Urbizu ha creado una delicia visual. Cada plano es un goce, y la fotografía, el diseño de sonido y la composición de cada plano es un disfrute que se ve mejor en una pantalla grande y en una sala oscura sin ninguna interrupción.

En contra de ‘Libertad’, la serie

Fotograma de 'Libertad'.

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En un mercado tan competitivo como el de las series en la actualidad, cada estreno se la juega a una carta, y esa carta es la de enganchar rápido al público. Esto ha provocado que casi todas las ficciones utilicen los mismos recursos, ritmo frenético, cliffhangers para acabar, batería de tramas y acción…

Urbizu juega a otra cosa, y en otra liga. Él no se ciñe por las normas del mercado, y en Libertad lo demuestra en muchos aspectos. Primero al ofrecer ese doble montaje, como serie y como película. Un montaje que provoca la comparación entre ambos productos -como muestra, de hecho, este artículo-.

El ritmo pausado de Libertad y el hecho de que podamos ver una versión recortada hace que se vean más las carencias de la serie. Una serie que a pesar de que deje claro que su ritmo es otro, se hace demasiado morosa en ocasiones. Hay caídas de ritmo, bajones de intensidad que provocan que cuando lleguen las escenas de acción no tengan la épica que esta historia de bandoleros necesitaba. El montaje se sucede de forma confusa en ocasiones, y algunas escenas y capítulos parecen alargados para llegar a los cinco episodios.

Es verdad que comienza de una forma hermosa, con esa linterna mágica y ese plano de Bebe que parece pintado por Goya, pero poco a poco van llegando los valles y el ritmo se ralentiza demasiado. Puede que todo esto esté acrecentado si ves los dos productos. Pero cuando uno ve la película siente que la esencia de Libertad estaba en el cine y no en la televisión.

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