Frances McDormand, la 'antiestrella' que se convirtió en la mejor actriz de Hollywood
La actriz ha estado nominada al Oscar en cinco décadas diferentes. Este domingo se ha llevado su tercera estatuilla y es la productora de la ganadora, 'Nomadland'.
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Cuando uno ve Nomadland, la película de Chloé Zhao que ha ganado el Oscar a la Mejor película y a la Mejor dirección el próximo domingo, uno se da cuenta de que el personaje de Fern sólo es posible con los rasgos de Frances McDormand. La actriz se metamorfosea con los nómadas a los que acompaña. Es una más. Su rostro y su cuerpo se mueven entre desiertos y caravanas con una naturalidad pasmosa. Si cualquier otra actriz de hubiera puesto al frente de este proyecto el resultado sería muy diferente.
Primero, no muchas estrellas se hubieran metido en una caravana junto a la directora y el director de fotografía para viajar por EEUU en busca de historias reales con las que nutrir el filme. Lo que vemos en la pantalla, es lo que ella vivió estos meses. ¿Se imaginan a Charlize Theron durmiendo una gasolinera, haciendo sus necesidades en un cubo y duchándose en baños compartidos? Es difícil.
Usemos la imaginación y creamos que lo hubiera aceptado. Seguramente se hubiera escondido bajo capas de maquillaje para convertirse en una persona normal, y a pesar de ello la seguiríamos viendo a ella, a una estrella de Hollywood intentando vendernos que ella es una más. No cuela. Con Frances McDormand eso no ocurre, porque aunque ella lleve ya cinco décadas en Hollywood nunca ha sido la famosa, la reina de la comedia romántica ni ningún título de esos ficticios que la industria coloca a las jóvenes delgadas y guapas que usa y tira cada pocos años.
McDormand es todo lo contrario, una antiestrella que se rige por otros criterios y que a pesar de ello ha sobrevivido en una industria cruel en la que si no te adaptas cuesta sobrevivir. Su nominación como Mejor actriz por Nomadland ha hecho historia al conseguir estar nominada en cinco décadas diferentes, algo que sólo habían logrado las otras dos grandes actrices de la historia del cine: Katherine Hepburn y Meryl Streep. Junto a ellas forma un triunvirato insuperable. La primera fue por Arde Mississippi, en 1989. La segunda fue en 1997, por Fargo, por la que ganaría su primer premio de la Academia. Lo hacía con un papel en una de las películas dirigidas por su marido Joel Coen.
Juntos han formado una de las parejas con más personalidad y alejadas del glamour de las alfombras rojas. Dos outsiders que han sobrevivido a un mundo que no parecía hecho para ellos. McDormand ha sido musa de los hermanos Coen, y con ellos ha colaborado en muchas ocasiones -junto a Joel también estará en su debut en solitario, una versión de Lady Macbeth que suena con fuera para el Festival de Cannes.
Por favor, miren a su alrededor. Todas tenemos historias que contar y proyectos que necesitamos financiar. No nos hablen de ello esta noche en las fiestas, invítennos a sus oficinas
El cambio de milenio no la afectó, y ahí consiguió dos nominaciones como actriz secundaria, por Casi Famosos y Tierra de Hombres en 2001 y 2006 respectivamente. Tuvieron que pasar doce años hasta que Frances regresara a las galas de premios. Lo hizo con un papel que le valió su segundo Oscar, el de la vengadora de Tres anuncios en las afueras. Ahora, con la década recién empezada consigue otra candidatura por este papel en una película que ella levantó. Ella es la productora del filme (por lo que seguramente reciba un premio al Mejor filme). Si también se hiciera con el de mejor actriz ya serían tres, la misma cifra que tiene Meryl Streep y uno menos que la mítica Katherine Hepburn.
La implicación de Frances McDormand en este retrato de los expulsados por el sistema en EEUU, gente que perdió su casa tras la crisis y que se ve obligada a vivir en caravanas, no se limita a comprar los derechos del libro en el que se basa y levantar el proyecto. Desde el comienzo lo vio como un proyecto personal, casi íntimo, se embarcó en el viaje junto a Zhao y hasta realizó todos los pequeños trabajos que se le puede ver haciendo a lo largo de la película. La naturalidad de Nomadland no es fingida, el resto de nómadas no sabía quién era ella, y todo lo que se ve es el proceso de creación de un filme único que se basa en la composición de McDormand.
Lo que ha ocurrido con Nomadland parece una profecía autocumplida, la que ella anunció en su histórico discurso de los Oscar hace tres años, cuando hizo levantarse a todas las mujeres nominadas de la edición y se dirigió hacia sus compañeros masculinos: “Por favor, miren a su alrededor. Todas tenemos historias que contar y proyectos que necesitamos financiar. No nos hablen de ello esta noche en las fiestas, invítennos a sus oficinas en un par de días, o pueden venir a las nuestras, lo que les venga mejor, y les contaremos sobre ellos. Tengo dos palabras para dejarles esta noche”, concluía: Inclusion Rider”. Hacía referencia a una cláusula para exigir diversidad en las contrataciones de las películas.
A Frances la invitaron a una de esas reuniones. Llevó el libro en el que se basa Nomadland y luchó contra viento y marea para levantarlo. La antiestrella que vuelve a hacer historia con una película sobre aquellos a los que Hollywood no suele mirar.