Crítica: 'Paraíso', el chute de fantasía y nostalgia 'made in Spain' de Movistar+ en el que pasan "cosas raras"
Fernando González Molina vuelve a la televisión con una serie de aventuras ambientada en la España de 1992. Analizamos a fondo los méritos, las influencias y los problemas de la primera serie de fantasía de Movistar+.
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• Esta crítica de la serie 'Paraíso' de Movistar+ se ha elaborado tras ver la temporada completa y no contiene spoilers.
La nostalgia ya está entre nosotros. Atresplayer Premium ha resucitado de entre los muertos varias de los títulos más emblemáticos de Antena 3 la primera década de los 2000. Los Javis han explorado con cariño e ingenio nuestros años 90 en Veneno y Paquita Salas. Prime Video se hizo con su propia versión de El Internado en Las Cumbres. Con Paraíso, Fernando González Molina ha ido más allá con una serie de aventuras protagonizada por niños y pensada para ser apreciada y entendida por aquellos que ya dejaron de serlo hace casi treinta años.
A pesar de que no tiene el reconocimiento ni la fama de otros directores-estrella como J.A. Bayona, Santiago Segura o Alejandro Amenábar, hay pocos nombres en el audiovisual español que conozcan mejor al gran público. El navarro recuperó el espíritu gamberro de American Pie en Fuga de cerebros, capturó a la perfección las pulsiones adolescentes más primarias en 3 metros sobre el cielo (y su estupenda continuación, Tengo ganas de ti), abrazó el melodrama en la irregular Palmeras en la nieve y fue capaz de traer el noir nórdico al valle del Baztán en la resultona trilogía protagonizada por la detective Amaia Salazar. Puede que González Molina no sea el mejor alumno de la clase, pero desde luego es uno de los más aplicados.
Junto a los guionistas David Oliva y Ruth García, González Molina ha creado un cóctel de nostalgia, aventuras y fantasía que apela directamente a todos aquellos que vivieron su infancia a caballo de los años 80 y 90. Paraíso nos traslada directamente a esa España que había dejado atrás la Transición para entrar de lleno en la supuesta época de esplendor de las Olimpiadas y la Expo que desmontó El año del descubrimiento, la mejor película española del pasado año.
Ningún niño de entonces ha podido olvidar el escalofrío que provocaba en el cuerpo encontrarse con carteles de la búsqueda de las niñas de Alcasser, leer el nombre de Antón Anglés o escuchar la sintonía de ¿Quién sabe dónde?, el programa de sucesos presentado por Paco Lobatón que supo explotar el desafortunado resurgir de la crónica negra en España en los años 90. Tampoco los creadores de Paraíso, que utilizan ese detonante para crear una historia de género que se pregunta qué hubiera pasado si detrás de todas esas desapariciones y crímenes en realidad hubiera una explicación paranormal.
La primera serie fantástica de Movistar+ funciona mejor cuanto más abraza la españolidad de su propuesta. Un detalle tan aparentemente intrascendente cómo escuchar a un personaje decir que una de las niñas desaparecidas jamás se habría escapado de casa (la versión oficial que maneja la policía y que lleva a un grupo de adolescentes a investigar por su cuenta) cuando tenía entradas para ir a ver a Mecano al mes siguiente plasma de forma certera, cómplice y sutil el espíritu de la época que ansía plasmar.
Un niño desesperado por ser libre que baila al son de una canción de OBK como si nada ni nadie se pudiera poner en su camino. Un grupo de adolescentes que exprimen su niñez poco antes de que la ruta del Bakalao cambie para siempre la escena nocturna en el Levante español. Un padre desesperado por encontrar a sus hijas. Cada aparición de las extintas cabinas de Telefónica. Unos carteles que recuerdan que una amenaza invisible y terrorífica puede aparecer en cualquier momento.
Todas esas imágenes elevan lo que pretende y en ocasiones logra ser Paraíso, una historia de aventuras y fantasía de España para el mundo que, sin embargo, acaba cayendo innecesariamente en la trampa que quería y debía evitar a toda costa. Hablemos del elefante en la habitación.
Los responsables de la gran apuesta de Movistar+ para este verano han huido de las (lógicas, inevitables, evidentes) comparaciones de Stranger Things como de si la misma peste negra estuviéramos hablando. La realidad es la que es. Si Netflix no hubiera arrasado con la serie creada por los hermanos Duffer, hoy no estaríamos viendo Paraíso. No pasa nada. Muchas historias tienen referentes, homenajes y plagios encubiertos (Quentin Tarantino, te estoy mirando a ti) y no son menos por ello. El problema es negarlos.
Basarse la comparación en que ambas producciones son relatos de aventuras y fantasía, con unos referentes similares (que Stranger Things explora de forma mucho más desvergonzada que su heredera española), el mismo perfil de personajes y una ambientación que apela a un pasado reciente es un análisis vago y simplemente basado en un tráiler y una sinopsis que, por proteger la experiencia del espectador, decide esconder una parte clave de la premisa. Cuando has visto los siete episodios de su primera temporada, ya hay un mayor conocimiento de causa para opinar.
Paraíso no es el Stranger Things español y aún así comete errores incomprensibles para una serie que insiste categóricamente en que no es tal cosa. El producto estrella de Netflix no inventó las bandas sonoras con un sonido sintético, pero resulta imposible no acordarse de Mike y Eleven cada vez que escuchas la banda sonora original creada por Lucas Vidal. Tampoco ayudan imágenes como (pequeño spoiler de futuros episodios) ese encuentro entre el grupo de chicos protagonistas y una niña (!) rapada (!!) con la que los malos están experimentando (!!!). Hay más paralelismos entre ambas y aunque a veces la propia Paraíso lo pone difícil, sería injusto reducirla a un simple sucedáneo de un éxito ajeno.
El espectador que sea capaz de dejar de lado las comparaciones, se encontrará con una efectiva y entretenida aventura para toda la familia que abraza sin prejuicios la fantasía más pura y que sabe exprimir nuestra propia nostalgia. Elías M. Félix crea un look fantástico desde la dirección de fotografía que González Molina sabe explotar para crear una propuesta que apenas hemos visto en España. Los protagonistas parecen chicos normales de la época.
No todo funciona (en ocasiones las tramas se convierten en un batiburrillo que enfanga la serie, las reglas del universo fantástico son a veces más convenientes que satisfactorias), pero como introducción en un nuevo mundo es más refrescante y reivindicable de lo que puede parecer a simple vista. Que cada uno emita su propio veredicto.
Los tres primeros episodios de 'Paraíso' ya están disponibles en Movistar+. Los cuatro restantes se emitirán semanalmente los viernes.
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