Este viernes llega a Disney+ la nueva película de Pixar, Luca. Lo hace saltándose las salas, tal y como pasó con Soul. Los dos últimos estrenos de la compañía han pasado de los cines y han llegado directamente a la plataforma de la compañía. Luca se ambienta en un pequeño y encantador pueblo de la riviera italiana y cuenta la historia de un monstruo marino que se convierte en humano cuando sale a la superficie, desafiando las reglas y a sus padres al abandonar el fondo del mar, descubriendo su infancia entre pasta, vespas, música italiana y mucho encanto.

El responsable de Luca es Enrico Casarosa, y aunque ésta sea la primera película que ha dirigido, antes había creado una de las joyas de Pixar en forma de corto. Fue hace diez años, cuando estrenó antes de Brave -y en salas- un hermoso trabajo de siete minutos titulado La luna. Un trabajo que, además, tiene mucho que ver con la historia de Luca, y que todos los que esperan con ganas lo último de Pixar deberían ver en Disney+.

La Luna cuenta la historia de un niño que acude al mar a trabajar junto a su padre y su abuelo, pero pronto se descubrirá cuál es realmente la profesión de esta familia. Un trabajo que habla del legado, de las tradiciones, y de romper con ellas sin traicionarlas. La unión de ambos trabajos se ve desde el principio en algo evidente, el estilo de la animación.

El padre del protagonista de La Luna y el del padre de Giulia en Luca podrían ser la misma persona. El bigote, la corpulencia, los ojos pequeños… Además, todos parecen compartir un mismo mundo, ya que la forma de diseñar de Casarosa es muy peculiar y no apuesta por el realismo, sino la expresividad de cada personaje -su trabajo en Pixar en estos diez años se ha basado casi siempre en realizar storyboards-.

Pero no es sólo en el trazo y en el diseño donde La Luna y Luca se juntan, sino que ambas juegan con dos elementos claves: el mar y el cielo. En las dos historias tienen mucha importancia, y en las dos se convierten en algo más que simples escenarios. Son fundamentales en la trama y en las aspiraciones de sus personajes. Un universo compartido y que demuestra las obsesiones de su director.

La luna fue la entrada de Casarosa en la dirección, pero antes había trabajado en Sony diseñando los storyboards enedIce Age y Robots, un trabajo que continuó cuando saltó a Pixar en 2009. Desde aquel debut que le dio una nominación al Oscar -que perdió frente a The Fantastic Flying Books of Mr. Morris Lessmore- siempre había estado en los equipos de animación, pero nunca al frente de un filme.

Pero el estudio lleva tiempo queriendo apostar por otros creadores, y también por la diversidad de historias que su propio talento pueda contar. Ocurrió con Coco, ambientada en México, y de alguna forma en Soul, donde tuvieron su primer personaje afroamericano. Y ahora se confirma en Luca, donde un italiano cuenta sus raíces y sus tradiciones sin perder la magia del estudio.

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