Los cuerpos en ‘Élite’ y en ‘Maricón Perdido’: la importancia de los referentes en la ficción
Las series deben ser diversas, pero esa diversidad debe reflejarse también en otros cuerpos que normalmente no se ven en la ficción.
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“Con frecuencia, cuando se habla del colectivo LGTBI se visualiza, de un modo muy reduccionista, a un grupo de chavales jóvenes, musculados y normativamente hermosos. Casi como si fuéramos un reclamo publicitario. Mirad qué guapos somos. Creo que el colectivo LGTBI es sinónimo de diversidad, y no todas las personas que lo componen gozan de la misma representación social o de las mismas oportunidades”. Estas palabras las dijo el escritor y periodista Paco Tomás en el acto del día del orgullo del pasado 28 de junio y resumen a la perfección uno de los grandes problemas de la ficción en todo el mundo: la falta de referentes.
Sólo hay que mirar dos de los ejemplos recientes que han llegado en forma de series de ficción. La misma semana llegaban a las pantallas de los espectadores Élite y Maricón Perdido. Una en Netflix y la otra en TNT. Viendo las dos uno entiende exactamente a lo que se refiere Paco Tomás. En Élite todos los protagonistas son guapos, musculados. Ellas son estupendas. No hay gordos en Las encinas. Tampoco negros. Ni gente que no tenga un cuerpo no normativo.
Élite ha hecho mucho por la visualización LGTBI. Una serie que llega a millones de personas en todo el mundo que desde su primer episodio ha mostrado con una normalización absoluta temas cono la bisexualidad. No se juzga a nadie por su sexualidad, ni siquiera están definidas sólo por ella. Y eso es muy importantísimo, pero también lo es a través de los cuerpos con los que muestras esa diversidad.
La televisión crea modelos a seguir. Ejemplos que los chavales quieren alcanzar. Y lo que Élite les dice es que hay que estar musculados. Ser guapos. No hay otro referente. Una diversidad de pasarela que es muy común en la ficción reciente. Sólo hay que ver las series de Ryan Murphy, que llevan esto hasta el paroxismo. Murphy hace una diversidad de pasarela. Un universo donde sólo cabe la belleza y donde todo huele a soft porn.
El cuerpo es político. Y eso sí que lo tiene muy claro Bob Pop. Lo decía en una entrevista con SERIES & MÁS, donde aseguraba que “si yo ahora reviso mis complejos con 20 años de gordo, maricón y gafotas, los reviso desde mi cuerpo paralizado y digo, ‘era gilipollas, por qué no disfruté de ese cuerpo que tenía todo el derecho al amor, a la ternura’. Para mí era importante que viéramos cuerpos gozosos, que también sufren, pero que reciben amor, deseo, ternura… y tenía que mostrar cuerpos reales, de gente de verdad. Y eso te hace entender que estábamos ahí también. No estábamos en un rincón tomando notas, estábamos viviendo y decidiendo cómo contarnos”.
Tenía que mostrar cuerpos reales, de gente de verdad. Y eso te hace entender que estábamos ahí también. No estábamos en un rincón tomando notas, estábamos viviendo
Los otros cuerpos necesitan que alguien les cuente, que alguien les muestre. Porque lo que no se muestra no existe. Queda en las sombras. Si no mostramos cuerpos gordos, tullidos, y no normativos no crearemos esos referentes y será imposible que un niño de diez años no señale a otro. La ficción tiene un poder enorme, y al poner a unos personajes o a otros contribuyes en la imagen que pueda dar un colectivo. Por eso son tan importante los cuerpos en Maricón Perdido. Cuerpos reales, orgullosos, lúbricos. Maravillosos.
Muchos pueden creer que es una exageración pensar que lo que muestren unas series puede cambiar la percepción de la sociedad. Para todos ellos está el documental Disclosure en Netflix, que habla de la importancia que ha tenido el audiovisual en la transfobia. El filme da un dato claro: un 80% de los espectadores nunca han conocido a una persona trans, por lo que su pensamiento y la imagen que viene en su cabeza se ha construído a través de referentes. Las imágenes que les había llegado de las películas como Ace Ventura era que el cuerpo de una mujer trans produce asco, arcadas. Perpetuando una broma que hemos visto repetida hasta la saciedad.
Las series construyen. Y eso es lo que hizo Veneno, no sólo en lo narrativo, sino con algo tan importante como contratando a mujeres trans para hacer de mujeres trans y quitando todos los prejuicios del espectador en torno a ellas. No se puede pedir el mismo compromiso a todas las series. Y queremos que Élite siga siendo disfrutona, juguetona y excitante, pero que todos los cuerpos puedan verse reflejados en los pasillos de Las encinas.