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Hay nombres que son leyendas y que sólo mencionarlos parece una afrenta. Uno de ellos es el de Ingmar Bergman. El director es uno de los grandes cineastas de todos los tiempos. Una de esas personas cuya obra marca un antes y un después. Por eso, cuando HBO anunció que estaba preparando un remake de Secretos de un matrimonio, la pregunta que casi todos se hicieron fue: por qué.

Es normal que hubiera dudas. No estamos hablando de una creación cualquiera, sino de una obra maestra que sigue vigente décadas después de su estreno. De alguna forma, en la propuesta, estaba también recuperar el origen seriado del trabajo del director sueco, que aunque muchos conocieran gracias a su versión fílmica, es realmente una ficción de seis episodios en los que disecciona y radiografía a un matrimonio exitoso en el que, desde fuera, todo parece perfecto.

El responsable de la actualización no es otro que Hagai Levi, creador de En terapia (2208), una serie que bebía de Secretos de un matrimonio, y que tenía enamorado al hijo de Ingmar Bergman, Daniel, que fue quien en 2013 se acercó a Levi para ofrecerle esta revisión que ha tardado, finalmente, ocho años en ver la luz. Levi se puso a dar vueltas al proyecto, y aunque inicialmente su idea era mantener hasta los mismos diálogos que el original, pero haciendo un cambio de roles en la pareja, se dio cuenta de que si realmente quería hacer algo diferente pero que mantuviera la esencia ese no era el camino.

Tras ver el resultado uno tiene la sensación de que Levi ha sabido captar la esencia del clásico de Bergman y actualizarlo para una nueva generación de parejas. Al revisitar ahora la obra de 1973, uno se sorprende al ver a un hombre que es eminentemente machista, controlador y repugnante. Bergman no dio coartadas a aquel personaje, y aunque ahora existan hombres como ese, ya no tiene sentido plasmarlos así. Lo que hace el creador es mostrar cómo las dinámicas de pareja siempre son violentas, cómo detrás de cualquier relación siempre se esconden secretos y cómo en los nuevos modelos de relación los problemas siempre son los mismos.

La pareja protagonista en la cena con sus amigos. HBO España

A Liv Ullmann y Erlend Josephson les sustituyen Jessica Chastain y Oscar Isaac; pero lo que cambia es cómo es esta pareja. Ahora es ella la que tiene un buen puesto en una gran empresa, la que trae dinero a casa, y es él quien cuida de los niños. Una nueva masculinidad que, sin embargo, desprende los mismos comportamientos sexistas. Es interesante comparar las dos obras. Mientras que en la del 73 el personaje de Josephson contestaba en la entrevista que abría la serie que se definía a sí mismo como “exitoso y buen amante”, el personaje de Isaac se presenta como un buen padre, generoso, ansioso por dejar que su mujer brille; pero es él quien lleva la iniciativa. Es el hombre el que habla, el que controla el espacio, el que muestra una nueva masculinidad que esconde un machismo estructural.

Los seis episodios de la original se han quedado en cinco, pero la esencia de cada uno de ellos se mantiene, y los hechos que ocurren a esta pareja también. El primer capítulo mantiene la estructura con esa primera entrevista, la cena con los amigos… pero todo filtrado con la mirada a las parejas modernas y actuales. Ahora los amigos tienen una relación abierta, y se debate sobre lo que eso supone para una relación. Debates más actuales, más modernos, que demuestran que ha habido un proceso inteligente y cuidado a la hora de mantener la esencia de la original pero trayéndola siempre a nuestro momento actual.

Nada de esto serviría si Secretos de un matrimonio no tuviera a dos actores tan entregados a la causa como lo estaban  Liv Ullmann y Erlend Josephson. Oscar Isaac y Jessica Chastain se dejan la piel en sus personajes y son capaces de transmitir sin palabras todo lo que pasa en esta pareja en descomposición. Un tour de force que les debería llenar de nominaciones y en el que se lucen en planos secuencia larguísimos donde se desgarran sin necesidad, a veces sólo con una mirada. Un trabajo fino y elegante, que en el caso de Chastain tiene incluso más mérito, ya que llegó a la producción a pocos días de comenzar el rodaje por la marcha de Michelle Williams, que tuvo que dejar por incompatibilidad con otro proyecto. Una revisión inteligente e interesante que, además, no intenta refutar la obra original, sino que la completa y actualiza.

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