Fernando León: “Nos desahogamos en las redes, pero esa autocomplacencia no produce cambios”
El director firma su mejor película desde 'Los lunes al sol' con 'El buen patrón', una sátira brillante del mercado laboral protagonizada por Javier Bardem.
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Si hay alguien que ha retratado en España la clase obrera y el mundo del trabajo, ese ha sido Fernando León de Aranoa. Lo hizo en la excelente Barrio, pero sobre todo en aquella película que retrataba el hastío de los trabajadores, su explotación y el cabreo. Se llamaba Los lunes al sol, y allí creo a un personaje para la historia de nuestro cine: Santa. Aquel currante de mala leche y mucha ironía al que daba vida de forma magistral Javier Bardem. Él nos enseñó lo que era la solidaridad, el sindicalismo... todo lo que desde arriba decían que ya no valía.
Han pasado casi 20 años desde aquella joya, y el mundo del trabajo está igual. O peor. Y su mejor retrato lo vuelve a hacer Fernando León en otra joya, El buen patrón, la mejor comedia española en años y el retrato más feroz del mundo empresarial. De nuevo con Javier Bardem, excelso como Julio Blanco, un empresario hecho a sí mismo y capaz de todo por ganar un premio a la excelencia. Una película que se presenta a concurso en el Festival de Cine de San Sebastián y de la que hablamos con su director.
Cómo nace la idea de hacer una comedia, una sátira del mundo empresarial.
No nace ahora estrictamente. Es una historia que tenía iniciada, y esto es algo que hago mucho, que la inicio y cuando llega a un punto de tratamiento la dejo macerar, ruedo algo en medio, la retomo y veo si es material que tire de mí lo suficiente para iniciar la producción. El punto de partida tiene unos años, y lo primero que nace aquí es su personaje central, y el título por eso llega rápido y define a la historia. El buen patrón. Eso es lo primero que aparece en mi cabeza. Y lo primero que llega son referencias reales que tenemos cerca y lo que me parece interesante es la relación con Miralles, que es algo que define a este patrón, que es alguien que se preocupa más de lo que sería conveniente por las relaciones personales de sus trabajadores.
Me interesaba explorar esa línea entre relaciones personales y laborales, hablar de cómo lo que somos en el trabajo invade nuestra vida no solo en términos de tiempo. Y ese personaje, basado en historias próximas, es ese patrón que para que las cosas vayan bien en su empresa traspasa las líneas. Piensa que si a sus trabajadores les va bien en lo sentimental le ira bien en su negocio. Cuando nace el punto de partida, me doy cuenta de que hay mucha comicidad, y eso me regalaba el tono, y junto al tono me regalaba la posibilidad de hablar de líneas rojas en el trabajo, del ecosistema laboral y de cómo esas relaciones están viciadas por razones de poder, jerarquía, vasallaje, competencia... no solo con el patrón si no horizontalmente entre ellos.
Hay una frase que me gusta muchísimo. Se dice al final y me parece muy definitoria de las relaciones de muchos jefes con sus empleados, cuando Miralles le dice: “Tu padre y mi padre no cazaban juntos, el mío le cargaba la escopeta al tuyo”.
Esa frase es de las pocas que traen algo relacionado con la clase, que no está muy presente en la película, aunque sí en algún personaje, pero es verdad que sí hay una forma de decir, no me trates como si fuéramos de la misma clase porque no lo somos, y no depende del puesto que tengo ahora, sino de dónde venimos y de qué familia procedemos. Hay otra frase que me hace mucha gracia que es cuando va a cenar con Miralles y dice eso de “no me trates como jefe porque entonces yo te trato como empleado”. Eso es terrorífico que alguien te diga eso, pero claro te lo dice con una cervecita, con jamón...
¿La fábrica de Básculas Blanco es España?
Para mí la fabrica, y por eso decidí que fuera de una ciudad de provincias sin definir cuál, es una forma de intentar que sea un microcosmos. No había pensado que fuera España, pero sí el mercado laboral de España y de muchos países. Y hay otras cosas que aparecen como la relación con el periodista, la compra de la página de publicidad, la relación con los políticos... Porque alguien que tiene una fábrica así en una ciudad de este tamaño, se convierte en un poder fáctico, y eso le permite llamar al alcalde. Sí que había esa voluntad de hacer de esa fábrica una metáfora de algo más amplio.
Cuando tenemos poder, todos tenemos el peligro de ejercerlo de una forma que no es correcta. Todos llevamos un pequeño Julio Blanco dentro y hay que estar alerta para que no salga
¿Has conocido a muchos Julios Blanco en tu vida?
Todos hemos conocido a muchos Julios Blanco. Todos hemos estado en ese asador diciendo ‘¿en qué momento me cortan la cabeza?’No lo veo como algo ajeno, y creo que es interesante escribir desde ahí, porque todos tenemos el riesgo de caer ahí. Cuando tenemos poder, todos tenemos el peligro de ejercerlo de una forma que no es correcta. Todos llevamos un pequeño Julio Blanco dentro y hay que estar alerta para que no salga. Muchas veces escribes los personajes que deseas ser y otras los que temes ser. Creo que es más interesante escribir de deseos y temores.
¿Hay un arco narrativo que une Los lunes al sol y El buen patrón?
Hay alguien que me dijo que Santa -el personaje de Los lunes al sol que interpretaba también Javier Bardem- ha encontrado trabajo. Me pareció de una crueldad extrema. Lo he hablado con Javier, e incluso hemos imaginado un encuentro de los dos, un encuentro de intercambio de pareces. Santa en Los lunes al sol hablaba del despido, de los cierres de los astilleros, de cómo funcionan las empresas… y en esta escena de la cena, que es donde los personajes muestran más su mentalidad, Julio Blanco también vierte opiniones sobre empleo, trabajadores... y nos imaginamos ese diálogo y hasta he pensado hacer un montaje con Javier en los dos extremos, en dos personajes que, de alguna forma, son los dos carismáticos y a su pesar los dos tienen sentido del humor. Santa hacía reír con cosas que eran convenciones de clase y Julio también tiene eso.
Viendo las dos películas… No ha cambiado nada en 20 años, el mercado empresarial está peor.
Sí, seguramente va empeorando, se va precarizando. Las reformas laborales sucesivas han precarizado las cosas. Sí que hay una diferencia, y es que en Los lunes al sol, había una cosa que pesaba para los personajes, y era la pertenencia a una clase. Eso era más habitual entonces, y más en una empresa como la de los barcos. Eran personajes con un discurso de clase, tenían un sentimiento de pertenencia, que era un salvavidas importante. Cuando estás en un descampado con un megáfono, si sabes que perteneces a algo, eso es un salvavidas.
En El buen patrón, José, por mucho que grite con el megáfono está solo, y me parece uno de los momentos más dolorosos de la película, y eso ha cambiado. Creo que eso sucede menos, las clases parece que no existen, y en un ámbito donde esto no sucede, como esta empresa, o como nuestro oficio, todo es más jodido. Enfrentarte a un despido es más jodido si no tienes esa red ni esa salvaguarda emocional de saber que perteneces a algo. Los personajes son más individualistas, están más a la deriva, y eso hace que hasta haya fuego cruzado entre ellos, porque no hay solidaridad, cada uno salva lo suyo.
Las palabras son elásticas, se las hace significar lo que se quiere, son violadas, se las ultraja, se les cambia el significado. Lo vivimos cada día
El mundo empresarial es muy cipotudo.
Es muy masculino, sí. Hay menos personajes femeninos, pero alguno es muy importante. Pero es que la fábrica tiene algo de eso. El hecho de que transcurra en una ciudad más pequeña, en una fábrica de varias generaciones… son maneras que vienen del abuelo, antes del padre y ahora están en Julio. Son dinámicas que están implantadas y son muy difíciles de cambiar, por eso me gustaba la palabra patrón, porque define a ese tipo de dueño.
El final es descorazonador, el empresario siempre cae de pie, se apropia de todo, hasta del feminismo o del multiculturalismo.
Todo le sirve, las batallas que gana, las gana y las que pierde las gana también. Es una máxima que no sé quién la dijo, y es que antes te decían ‘obedece’ y tenías dos opciones: obedecer o no. Ahora la máxima ha cambiado, ahora es ‘no me obedezcas’, y estás jodido, porque si obedeces estás obedeciendo, pero si no lo haces también lo estás haciendo obedeces y si no lo haces también lo estás haciendo. Es como que ese espacio para la protesta, para la rebelión, se ha articulado y las redes sociales forman parte de ese juego. Nos desahogamos allí, pero se quedan ahí, no producen cambios reales, y producen autocomplacencia, y eso es una forma de organizar la rebelión. Al empresario al final todo le sirve sí. Me interesaba también ese discurso de multiculturalidad que es tan necesario, que ya era hora, pero también está instrumentalizado de cualquier manera. Las palabras son elásticas, se las hace significar lo que se quiere, son violadas, se las ultraja, se les cambia el significado. Lo vivimos cada día.
En esta empresa no hay colectivismo, no hay sindicatos, no sé si es una decisión narrativa o una crítica a lo que ocurre actualmente.
Es una decisión narrativa pero porque quería contar justo eso. No quería una historia maniquea de un patrón y unos trabajadores que son sus víctimas, sino hablar del poder y de estos trabajadores que también tienen una jerarquía y ejercen el poder sobre otros. Prima el individualismo, la falta de unión.
A mí me pone contar historias mucho y espero que siga siendo así. Sea una plataforma o un productor, lo que tienes que encontrar es un acuerdo para que prevalezca lo que tú crees
¿Es el cine un arte aburguesado?
Tengo imágenes contradictorias. Por un lado sí. Los que inventamos historias corremos el riesgo de retratar un mundo cercano a nosotros que tiene que ver con el arte, con una determinada clase social... Por eso, eso que se dice que sólo hay que hablar de lo que tienes cerca, entonces estaríamos haciendo la misma película todo el día. Lo interesante del oficio es ser capaz de entrar en mundos que no son el tuyo y encontrar allí dinámicas y lógicas que tienen que ver con el tuyo. Por un lado, sí que estamos en una esfera que puede hacer eso, y que nuestras narraciones se conviertan en reiteración de lo que somos, pero conozco tanta gente en el medio que tiene tantas dificultades para vivir de él, que están lejos de ser una clase aburguesada.
De momento no ha caído en el mundo de las series y las plataformas. ¿No le han tanteado?
He tenido alguna reunión, pero estoy por descubrirlo. No he hecho nada para una plataforma directamente, pero también ha coincidido con la pandemia y con esta película que me ha tenido secuestrado. Sí he tenido algunas conversaciones, pero apenas he empezado, tengo que descubrir ese mundo todavía.
¿Pero le pone?
A mí me pone contar historias mucho y espero que siga siendo así. Son los formatos lo que cambia, pero sea una plataforma o un productor, lo que tienes que encontrar es un acuerdo para que prevalezca lo que tú crees que debe prevalecer. A mí me gusta mucho el cine, contar una buena historia en una hora y media o dos es muy valioso. Le escuché decir a alguien que a veces llevar una historia a serie es alargar esa historia, que la excelencia es contarlo en el tiempo exacto. En ese sentido me gustan más las miniseries. Soy mejor espectador de miniseries. Me interesa más ese formato.