La carrera de Alejandro Amenábar le debe algo a la fortuna. Al golpe de suerte de que alguien como José Luis Cuerda viera su talento arrollador y decidiera que había que conseguir que aquel chaval que ni había acabado la carrera rodara una película. Aquella película se llamó Tesis (1996), y el resto de historia la conocemos todos. Amenábar arrasó entre la crítica y el público, y se convirtió en uno de nuestros directores infalibles.
Una carrera llena de éxitos que ahora se encuentra con un nuevo reto, su primera serie. El director salta a la pantalla pequeña de la mano de Movistar+ con La Fortuna, que adapta el cómic El tesoro del cisne negro (Astiberri Ediciones) de Paco Roca y Guillermo Corral, basado en un caso real de un juicio contra el expolio de nuestro patrimonio, y que se ha presentado en el Festival de San Sebastián, donde Amenábar ha hablado con este medio.
Ha sido un trabajo agotador, casi acabándola hasta el último momento. ¿Ha podido pensar un poco en la serie, está contento?
Cuando llevas tatnto tiempo pegado a la serie, al principio no la veo con objetividad. Tu manera de medir si has conseguido lo que querías es la reacción de la gente.
El feedback con una serie, donde no vas a tener datos de audiencia, no sé si es más complicado que con una película. Quizás las redes ofrecen ese feedback rápido.
Es verdad que no es tan directo, pero sí que hay maneras de saber si lo que lo que has hecho conecta con la gente. Una de ellas es que el pase en el Festival de San Sebastián es como si hicieras un pase de prueba de una película, que es algo que yo hago siempre para testarla.
Cuando anunciaron la serie dijo que era mal espectador de series, pero al final dijo que sí. Después de haber estado implicado en una, ¿ha cambiado esa opinión?
Bueno, cuando dije mal espectador de series, me refería a que soy mal espectador de series largas, porque por un lado me considero espectador natural de películas. Es decir, me parece razonable conceder dos horas o tres de tiempo a una historia, y cuando estoy inmerso en cinco temporadas tengo la sensación de que quien ha creado la primera temporada no sabe qué va a pasar en la quinta, y eso no me genera ansiedad, pero sí cansancio.
Me gusta estar implicado desde la gestación hasta la última indicación a un técnico, por lo que se me hace difícil asumir esa responsabilidad de showrunner delegando en varios directores
Por eso lo de que no soy buen espectador de series largas. He visto alguna y las he disfrutado, pero me cuesta engancharme. Una miniserie me parece más asumible. Es el equivalente a dos pelis largas o a cinco horas, y a mí me gustan las películas largas. Este proyecto, al principio no se planteó como un serie, sino como una película de dos episodios, pero nos dimos cuenta de que encajaba perfectamente en seis episodios, y todos contentos, Movistar que quería una serie y yo que quería contar bien la historia.
Conociendo su forma de trabajar no parece que pudiera asumir una serie de muchas temporadas y ser un showrunner que delegue el trabajo en otros directores.
Yo valoro la serie como valoro el cine, de una forma muy artesanal. En mis películas he escrito o participado en el guion de todas, en muchas he hecho la música, me gusta implicarme en el montaje… concibo hacerla de una forma artesanal, y es lo que hemos hecho en esta serie. La he rodado con el mismo detenimiento y paciencia que si fuera una película, por lo que se me hace difícil asumir esa responsabilidad de showrunner delegando en varios directores. Algunos de mis mejores amigos son showrunners, y es un modo de trabajar factible, pero en mi caso lo veo como algo artesanal y me gusta estar implicado desde la gestación hasta la última indicación que se le da a un técnico. Por otro lado, el hecho de participar en el rodaje y haber escrito el guion, permite cambios e improvisaciones sobre el texto que a veces se producen entre los actores, cambios en las secuencias que puedes asumir rápidamente porque tu responsabilidad va desde el principio hasta el final.
¿Qué había en el cómic de Paco Roca y Guillermo Corral para decir que sí?
Sobre todo había algo lúdico, algo que hanlaba de aventuras, de tesoros, de piratas... Había una historia de amor, había un personaje principal que me caía bien y con el que me he sentido identificado. Todo eso me apetecía después de haber hecho un proyecto como Mientras dure la guerra (2019), que era una película más de reflexión y concienciación y me apetecía algo más lúdico. Y según pasaba la pandemia, sentía más la necesidad de hacer un proyecto así, porque es una forma de divertirme y de hacer pasar un buen rato a la gente, que buena falta nos hace.
Es una serie que tiene algo muy bonito, recuperar ese espíritu de aventuras de Tintín.
Sí, eso estaba explicitado en el cómic de Paco Roca y Guillermo Corral, ese homenaje a Tintín, y aunque yo soy lector tardío de Tintín, que lo he conocido hace diez años porque yo era de niño más lector de Marvel, sí que tiene esa cosa ‘tintinesca’. Es un Tintín que se enamora, y lo que también quería era recuperar la aventura de las películas que había visto y disfrutado como adolescente, y eso tiene que ver con el cine de Spielberg o el de James Cameron.
La serie comienza casi con un guiño a Titanic y tiene algo de un Indiana Jones.
Sí, en general el cine de Spielberg juega con el humor, con las emociones, con los contrastes en los cambios de secuencia... y lo tenía muy presente. Recuerdo cuando Billy Wilder dijo una vez que cuando tenía dudas se preguntaba cómo lo haría Lubitsch, bueno pues cuando yo tenía dudas pensaba cómo lo haría Spielberg.
Recuerdo cuando Billy Wilder dijo una vez que cuando tenía dudas se preguntaba cómo lo haría Lubitsch, bueno pues cuando yo tenia dudas pensaba cómo lo haría Spielberg
Tengo la sensación de que en España no tenemos un Tintín en los cómics. Todo tiene un tono cañí.
Bueno, en generaciones anteriores yo llegué a El Capitán Trueno, El corsario del hierro... pero sí que echas en falta la reivindicación de la aventura en nuestra cultura, que eso lo tienen muy asumido los ingleses o los americanos. De todas formas, en esta historia, por lo que has dicho de lo cañí, y como la serie habla de ese mundo anglosajón, es algo que quería reivindicar e integrarlo en la trama. Mostrar el contraste entre dos mundos y a ratos plantear alguna secuencia en la que en vez de Spielberg pensaba ‘esto cómo lo haría Berlanga’. Por ejemplo en esas reuniones de los políticos quería que recordara a Berlanga más que a otra cosa, porque es lo que yo siento en la actualidad.
La serie tiene un mensaje de defensa de nuestra cultura y nuestro patrimonio.
Estaba en el cómic esa idea de proteger el patrimonio y la cultura. Y yo, que pertenezco al mundo de la cultura, eso está en mi discurso. No he intentado hacer hagiografía sin más de la cultura española, pero es una historia de piratas y de gente que intenta recuperar un tesoro y afortunadamente las cosas salen bien, y muestra que, a veces, en nuestro país las cosas se hacen bien.
Muestras a un ministro de Cultura enfrentado a la burocracia y quejándose de que su ministerio es el último mono. ¿Es la cultura la gran olvidada de todos los gobiernos?
Por un lado me interesaba que, si te fijas, el ministro pide hablar con su homólogo americano y le dicen que ni existe, y seguramente sea porque ya es una cultura que se ha impuesto de forma natural y orgánica en el resto de planeta. Sí que uno tiene la sensación de que no es que no la defendemos, pero sí que la maltratamos muchas veces. Se ve muchas veces en el ojo del huracán. No se celebran los éxitos ajenos como se celebran los del deporte, y eso es porque los representantes de la cultura, nuestra labor consiste en cuestionar la sociedad, y eso choca con ideologías y sectores de la sociedad, y te pone en el ojo del huracán y hace que la cultura reciba más piedras. Así que sí, la serie es una reivindicación de aquello que hacemos bien.
Creo que La Fortuna tiene algo en común con Mientras dure la guerra, y es esta idea de la conciliación, con esta relación entre una chica de izquierdas y un chico de derechas. No sé si se ha convertido en una especie de obsesión suya el habar de la necesidad de encontrar el punto medio en medio de la crispación.
Sí, la idea de España desde la convivencia estaba ya en Mientras dure la guerra, que la hice fundamentalmente, o sentí que tenía que hacerla como ciudadano que convive en una democracia donde tiene que convivir gente de diferentes ideas, porque si no, no sería una democracia. Y en la serie vamos un pasito más allá con dos personajes que tienen distintas ideas políticas y que se enamoran, sin querer darle mayor importancia, y eso es algo que todos vemos en la gente que nos rodea e incluso en políticos y me apetecía mostrarlo en la serie.
Entonces creo que su respuesta a la siguiente pregunta está ya en la serie, ¿podrías enamorarte de alguien que piensa completamente diferente que tú?
Lo que yo opino está en la serie y desde luego que soy partidario de ese tipo convivencias.
Cuando recibió el premio en el pasado Festival de Málaga contó que una historia que le interesaba es la relación de Lorca, Buñuel y Gaudí. ¿Le sigue rondando la cabeza?
Sí, pero me bullen demasiadas cosas para definirme. Cuando estoy en periodo de barbecho nunca sé qué haré al final. Por ejemplo, la historia de Mientras dure la guerra la decidí en el último momento. Nunca sé al final por dónde voy a tirar. Pero claro que sí, esa fue una relación que me parece muy interesante.
La Fortuna es una serie de Alejandro Amenábar, pero en muchas plataformas, como Netflix, se quita al autora. Es una serie de Netflix. ¿Se está acabando con la autoría?
Bueno, ya lo he expresado en otras ocasiones y espero que Netflix no me tire piedras cuando salga a la calle, y no es sólo Netflix, sino que es la cultura de las plataformas. Estamos asistiendo, aunque no lo parezca, a una batalla. Una batalla por ver quién va a dominar el audiovisual en este siglo, y cada plataforma quiere instaurar su marca, y en esta primacía de la marca parece que se borra la autoría. Creo que en algún momento, aunque igual es porque estoy pensando más en el paso que hacia el futuro, pero espero que no y que en algún momento igual que en el Hollywood pionero se acabó instaurando el nombre de autores y de actores, eso se instalará y el talento será lo que reclame la atención del público y no una sigla gigante de una corporación.
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