Eduardo Madina y Borja Sémper: "Que sepan todos los niños de España que ganamos a ETA"
Los dos políticos y víctimas de ETA son los protagonistas del documental 'Impuros', que lega a los cines el 29 de octubre.
El 20 de octubre de 2011, España vivió un hecho con el que todos habían soñado durante décadas. ETA anunciaba su cese definitivo. Se acababan años de terror, muerte y sangre. Comenzaba una época de convivencia, de mirar hacia adelante. Se han cumplido diez años desde entonces, y la efeméride ha hecho que muchos teoricen sobre lo que hemos vivido este tiempo de paz. Muchos hasta se han atrevido a decir que “ETA está más vivo que nunca”, avivando una utilización política del terrorismo que debía haber terminado aquel 20 de octubre de hace diez años.
Por ello es un gusto escuchar a dos personas como Eduardo Madina y Borja Sémper. Dos víctimas del terrorismo que todavía sufren las secuelas físicas y psíquicas de haber vivido aquellos años donde lo normal era levantarse con la noticia de un atentado. Uno, del PSOE. El otro, del PP. Ambos sentados en una misma habitación dejando claro que ETA es cosa del pasado y que ahora toca mirar hacia adelante. La palabra crispación no existe en esta charla que se ve en el documental Impuros, que este viernes llega a las salas de cine y que traslada a la pantalla lo que antes fue un libro, Todos los futuros perdidos (Plaza y Janés).
Este encuentro vuestro surge de un libro, ¿por qué convertirlo también en un documental?
Borja Sémper: Como sabes, el origen de esta aventura comienza con el libro, con el ofrecimiento de Plaza y Janes, y de dos personas que son David Trías y Virginia Fernández, que nos ofrecen, coincidiendo con el décimo aniversario del fin de ETA, la oportunidad de charlar en torno a nuestra trayectoria. Una trayectoria política, pero sobre todo desde una perspectiva personal, que tenga también análisis y reflexiones de carácter político pero que sea personal. En ese momento aparecen en nuestra vida unos ángeles que se llaman Goyo Panadero y Ana Folgueira, y el director Alberto Utrera, y con una conversación muy informal con ellos entendemos que esa conversación se podía convertir en un documental que impactara y que llegara a mas gente. Sobre todo a gente joven. Creemos que el libro es accesible, pero entendemos que el audiovisual es fundamenta, y como lo que queremos con este proyecto transmedia es llegar a mucha gente, pero sobre todo a gente joven que no ha vivido lo que nosotros vivimos, nos pareció una idea magnífica, así que superamos vergüenzas y vértigos y nos lanzamos a ello.
Hace poco se estrenaba Maixabel, y hablando con Icíar Bollaín, decía que los jóvenes no sabían nada de ETA, ¿eso lo notáis en la sociedad vasca?
Eduardo Madina: Nosotros lo hemos leído en los indicadores y en estudios sociológicos, que el porcentaje que dice que no conoce qué fue ETA o nombres de las víctimas más conocidas es muy alto. Este documental, y el libro del que nace, son en el fondo un granito de arena en el debate de la memoria. Quiero pensar que la sociedad vasca atraviesa un valle del olvido en estos años postraumáticos y que cuando pasen estos años, la memoria va a ganar la batalla y se va a consolidar, y esto es un granito de arena en esa dirección.
Parece que España tiene un problema con su memoria, también lo tenemos con la Memoria Histórica cuando hablamos de la Guerra Civil y las víctimas del franquismo. ¿Qué nos pasa en España con la memoria?
B.S.: Pues es una pregunta muy buena y no sé si tiene una respuesta fácil. Es verdad que España tiene un problema con su memoria, con su relato, con su historia. No sabemos muchas veces leernos ni en las cosas mas extraordinarias que hacemos. Tenemos un problema con la memoria de la Guerra Civil, con la de la dictadura, con las consecuencias de la dictadura, tenemos problemas hasta para coincidir en hechos objetivos y fundamentales como que una dictadura fue terrorífica de una forma transversal y que eso no acepta discusión posible. Tenemos problemas para reconocernos en grandes éxitos como fue la transición, o me acerco más, el Pacto de Ajuria Enea.
También para reconocernos en la extraordinaria victoria del estado de derecho y en la derrota de ETA. Tenemos una tendencia irrefrenable a hacer conflicto y problema de todo. Si miras para atrás y te preguntas en qué nos reconocemos juntos y victoriosos todos los españoles, qué elementos de unión hay entre progresistas, conservadores, izquierda y derecha, altos y bajos... y cuesta encontrar, y el ejemplo de la derrota de ETA es paradigmático. Es doloroso ver que después de tantos años en los que el mensaje que se nos lanzaba era el de la imbatibilidad de ETA, el de que había que hacer concesiones para que dejaran de matar… pues el estado de derecho derrotó a ETA sin ninguna concesión política y no somos capaces de hacer un análisis compartido de esto.
Tenemos un problema con la memoria de la Guerra Civil, con la de la dictadura, con las consecuencias de la dictadura, tenemos problemas hasta para coincidir en hechos objetivos y fundamentales
En el documental dices una frase lapidaria sobre esto, ‘no subimos ganar’. ¿Hemos aprendido, le hemos puesto ya ese ‘lazo’ como dices en Impuros?
B.S.: Hay un hecho objetivo, y Edu lo dice en el documental. Que sepan todos los niños de España que ganamos a ETA. Y ese dato objetivo alguno lo cuestiona... bueno, opiniones hay para todos los gustos y no me quiero regodear demasiado en esto, pero sí que es verdad que podíamos haber hecho un acto cívico-político. Una exaltación del estado de derecho frente a la exaltación pasada del terrorismo y haber convocado a todos los que hicieron algo, por poco que fuera, para derrotar a ETA en esa victoria que se certificó hace diez años. Luego hay otras cosas, están las interpretaciones políticas, el día después etcétera, etcétera, pero el hecho objetivo de la derrota de ETA y la victoria del estado de derecho y de los cuerpos de policía frente a ETA está, y es es doloroso comprobar que no fuimos capaces de hacerlo.
¿Que sentís cuando diez años después hay políticos y gente que dicen que “ETA está más viva que nunca”?
E.M.: Yo ya no siento mucho, porque lo llevo viendo tanto tiempo que me he acostumbrado, pero creo que hay materias más interesantes y relevantes sobre las que discutir que una organización que no está con nosotros desde hace diez años. Cuando escucho voces que dicen que sigue entre nosotros me pregunto que dónde la verán, porque la lucha de tanta gente en aquella primera línea del frente fue tan complicada que creo que merecería más respeto y menos banalización, y lo escucho en gente que tuvo puestos de mucha responsabilidad y eso me da mucha pena.
En el documental decís que cuando se anuncia el cese definitivo de la violencia pensáis mucho en el futuro, en cómo sería Euskadi después de aquello. ¿Está como la imaginasteis?
B.S.: La convivencia la rompieron quienes mataban a los discrepantes, y cuando dejan de matar la convivencia mejora. Euskadi avanza hacia una convivencia plena. ¿Que tiene problemas? Muchos de ellos son los mismos que tiene cualquiera sociedad compleja en el mundo occidental, derivados de choques en sociedades heterogéneas, plurales y complejas, y aquí hay, además, singularidades derivadas del odio propagado durante 40 años en las calles y en la política vasca, y eso requiere tiempo y políticos que acaben con los rescoldos de odio que siguen existiendo, pero Euskadi es infinitamente mejor, y con una convivencia más plena, que hace sólo diez años.
En ese sentido, ¿qué opináis de las palabras de perdón de Otegi, son importantes o son sólo de cara a la galería?
E.M.: Son palabras importantes, porque son las que mejor suenan desde hace muchos años en Otegi, y aunque el camino que tienen por delante es largo, es el primer paso que dan en una dirección que por primera vez la veo mejor, oportuna, bien enfilada. Se empieza por ahí, pero el camino es larguísimo. Yo estoy de acuerdo con él en una cosa, en que nunca debió suceder, y es la primera vez que me pasa, así que algo he visto en esas palabras.
B.S.: Yo comparto lo que dice Edu y añadiría una coda particular, que las palabras están muy bien pero los hechos avalan las palabras, por eso soy partidario en no enredarnos en lo que dice Otegi y fijarnos en lo que van a hacer, pero con la base que es mejor lo que dijo el otro día que lo que decía hace diez años.
Es bonito el título del documental, una defensa de la impureza frente a los totalitarismos y los nacionalismos.
E.M.: Normalmente, los nacionalismos extremos son teorizaciones de algún tipo de pureza, normalmente nacional o identitaria. Pureza en el sentido de homogeneidad, de cuerpos sociales impermeables a la contaminación de la diferencia. De cuerpos sociales ingrávidos a lo largo del tiempo. En la universidad me enseñaron dos principios básicos, el de mutabilidad -todo cambia, nada permanece-, y el de contingencia histórica -los seres humanos estamos sometidos al roce de los acontecimientos históricos-, y el nacionalismo nos explica que esos dos principios no pegan.
Por ejemplo, en el País Vasco yo pensaba que sí, y sé que Borja También, que era la constatación de una realidad plural, que hay tantos vascos como caben en el censo, y dentro de ellos hay muchas formas de entender la identidad, la pertenencia, la cultura, los idiomas... eso compone un cuerpo impuro para los nacionalismos y para mí un paraíso en la Tierra. No podría vivir en un lugar que fuera como las Marilyn de Warhol, todas iguales con un ligero matiz. Me gusta la pluralidad. Eguíbar siempre la vio como un problema y yo como una gran oportunidad y casi como un regalo en la vida.
Decís en el documental que ETA dividió, y vivimos en un momento de gran crispación, pero veros juntos desactiva un poco esto, ¿qué os habéis aportado el uno al otro?
E.M.: Conocí a Borja en su etapa de presidente del PP de Guipúzcoa y siempre me pareció un tipo inteligente, muy buen dialéctico. El Parlamento Vasco no está hecho para espadachines novatos. Y pasar tantas horas con él ahora, han colocado a la persona muy por encima de mis impresiones iniciales. Además, en nuestra generación nos las tuvimos entre las juventudes del PP y del PSOE en el País Vasco, y esto arregla algo de eso retroactivamente. Manda un mensaje de reconfiguración. No aporta nada porque sólo somos dos personas haciendo un libro y un documental, pero demuestra que se puede hablar sin insultarse. A mí cada vez me cae mejor (risas).
B.S.: Lo mismo digo, he tenido la oportunidad de estar mucho tiempo con él y te da perspectiva de las cosas, que eso es siempre interesante y es una suerte. Es muy fuerte que suene raro que dos tipos de dos orígenes ideológicos diferentes discrepen con normalidad y tengan una relación magnífica que es de amistad. Me llama la atención que a la gente le sorprenda que podamos hacer esto dos personas que han vivido unas circunstancias en las que necesariamente el ser humano se puede encontrar con facilidad, como son la lucha contra el totalitarismo, la lucha contra el terrorismo, y lo hacemos desde una realidad objetiva, y esto sorprende… nuestra condición de militantes del PP y el PSOE no están por encima de nuestra condición de interpretar la dignidad del ser humano por encima de otras consideraciones de carácter político. Podría pensar alguien que esto se está invirtiendo en España, y que la militancia política o ideológica supera y anula las singularidades y complejidades del individuo o la posibilidad de encontrarse con gente que piensa diferente, y eso no sería muy bueno. A lo mejor que genere esto debe generarnos alguna alerta.