El problema de 'The Morning Show' con Steve Carell y la innecesaria segunda temporada
La serie de Apple TV+ trajo de vuelta innecesariamente a su personaje para un polémico arco de redención en una entrega caótica.
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Por su diseño de producción, el elenco y los grandilocuentes temas de los que habla, The Morning Show siempre ha tenido un fino barniz artificial de drama de prestigio, pero sus caóticos guiones y su constante titubeo con el tono la acercan más a un culebrón carísimo de prime time que, como diría Tabitha en el episodio en Dundee de Succession, "hace daño a los ojos pero no puedes dejar de mirar".
En la primera temporada ese caos fue atribuible a que se reescribieron los guiones para incluir una trama del MeToo que, dado el entorno en el que se desarrollan sus tramas, era imposible ignorar. A pesar de su imperfección, esa entrega se salvó con el episodio dedicado a Mitch, en el que la serie nos confirma que era un depredador sexual, y a sus impactantes minutos finales. Gracias a eso, como diría Magüi, conservamos un buen recuerdo.
Después de todo aquello era interesante ver qué haría la serie de Apple TV+ para mostrar cómo afectaban a la cadena y a sus trabajadores aquellas revelaciones y la muerte de Hannah. También su lucha contra la cultura tóxica de los pasillos del programa. O por el contrario, demostrar que está tan arraigada en los despachos de los pisos superiores que es un mal imposible de derrotar. Cualquiera de los dos caminos habría sido interesante, pero por alguna razón muy difícil de entender, la serie optó por traer de vuelta a Steve Carell. Y cuando digo que lo trajeron de vuelta, lo digo de forma literal, porque su contrato era por solo una temporada. El arco de Mitch se consideraba ya cerrado.
Fichar a un actor tan carismático como Carell para darle vida a un violador, que en lugar de reconocer su despreciable conducta se siente la víctima de la situación, fue una decisión de casting acertada en un inicio, porque hace que como espectadores tengamos que cuestionarnos en algún momento la simpatía que nos despierta su personaje. En la sala de guionistas siguieron a los pies de su carisma y les pareció que era buena idea, no solo introducirlo nuevamente en la narrativa, sino darle muchísimos minutos de pantalla en una trama aislada del resto de personajes. Y por si esto fuera poco, además lo convirtieron en una víctima de la cultura de la cancelación para regalarle un inmerecido arco de redención.
Porque Mitch dice que quiere ser buena persona, pero ni siquiera sabe qué es lo que tiene que cambiar. Sigue creyendo que nunca hizo nada mal, no demuestra tener ningún sentimiento de culpa por lo que ocurrió con Hannah, ni echa la vista atrás para revisar en qué otros momentos pudo haber hecho daño a otras como ella. Lo único que le quita el sueño, mientras vive la buena vida en su palacete, es pensar que la gente cree que es una persona despreciable. Pobrecito Mitch, ya no podía tomarse un helado tranquilamente en una plazoleta italiana.
Se ve así mismo como una víctima. Y como una víctima redimida la serie lo libera dejándose caer por un precipicio, en el mismo episodio en el que dice tan pancho: "Me siento atraído (por las mujeres negras). Soy lo suficientemente viejo como para recordar que hubo una época en lo que eso fue considerado progresista". Violador y racista, Mitch se fue sin entender absolutamente nada. Como espectadora solo siento perplejidad, pero ninguna compasión.
Con la trama de Mitch, la obsesión mal llevada por la cultura de la cancelación y la introducción forzada de tramas ridículas de las semanas previas a que se declarase la pandemia mundial (como en los peores momentos de The Newsroom), es inevitable pensar en que The Morning Show debió quedarse como una miniserie, porque la primera temporada hizo un buen apaño y se fue por todo lo alto, pero esta segunda es un absoluto desastre. Y esta vez no la salvará el último episodio. No estáis preparados para lo que viene.
Los nuevos episodios de 'The Morning Show' están disponibles los viernes en Apple TV+.
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