La memoria sirve a Plantados como eje central de su historia, como un motor desde el que empujar recuerdos dolorosos hasta nuestros días. El testimonio de quienes se enfrentaron al castrismo desde las cárceles sigue vivo en las mentes de sus supervivientes. El primer largometraje del realizador Lilo Vilaplana, estrenado este mismo año en el Festival de Cine de Miami donde obtuvo el Premio del Público, llega ahora a nuestro país el 19 de noviembre.
Sus protagonistas son todos aquellos presos que participaron en huelgas de hambre, semidesnudos y 'plantados' frente a la autoridad castrista. Los uniformes caquis que les identificaban como presos políticos se convirtieron en un símbolo de lucha al que se opusieron a renunciar en favor de la Ley de Rehabilitación que Fidel Castro trató de imponer en las prisiones. Despojados de sus uniformes, los plantados se negaron a acatar las órdenes de sus carceleros, permaneciendo fieles a sus principios y alargando sus condenas durante décadas.
Ángel Francisco de Fana y Luis Zuñiga pasaron por las cárceles del castrismo, dando parte de su testimonio a Villaplana para recomponer sus años de represión y cárcel. Ambos visitaban Madrid junto con una pequeña comitiva de antiguos represaliados para hablar sobre el próximo estreno de Plantados, haciendo hincapié en la necesidad de que la memoria no muera nunca.
¿Le hace justicia la película a lo que se vivió en las cárceles cubanas?
Ángel Francisco de Fana: Cumple el propósito, no se puede contar todo porque es imposible. Lilo Villaplana nos reunió a veinte expresidiarios cubanos para recoger nuestros testimonios. En la elaboración del guion participa también un expreso político que vive en Cuba. Todos esos testimonios se corroboraron con los de otros expresos para asegurarnos de que todo fuera completamente veraz. Así que creo que sí, que es una buena representación. Villaplana también hizo muy bien en contar una historia en general, sin centrarse en un personaje en concreto.
En las prisiones convivían además todo tipo de presos políticos de distintas ideologías. Muchos de ellos incluso habían luchado contra Batista años antes.
Luis Zuñiga: En Cuba a la gente con recursos se le confiscó todo y la echaron del país. El presidio era un corte transversal de la sociedad cubana, lo que quedaba.
A.F.F.: Incluso te puedo decir que a los negros los trataban peor en la cárcel. En la película aparece incluso ese racismo. Los castristas decían que querían defender a los humildes, pero cuando se levantaron en el Escambray estas comunidades negras, el ejército actuaba de forma más dura contra ellos que contra nosotros. A pesar de que muchos de ellos habían luchado en la revolución y habían sido representantes estudiantiles antes.
La película ha llegado a Cuba, no sé si han podido conocer ya reacciones desde la isla.
A.F.F.: Yo he colaborado como asesor histórico y cuando se estrenó en Miami pudimos anunciar que habíamos conseguido introducir la película en tres provincias con unas memorias USB. Después fue pirateada y mucha gente pudo acceder a ella a través de internet.
¿Por dónde pasa la reconciliación social en Cuba una vez que caiga el régimen? ¿Creen que es posible cerrar ciertas heridas?
A.F.F.: Me atrevo a decir que no será fácil. Pero, igual que se explica en la película: no queremos venganza, queremos justicia. Sobre todo la quieren los jóvenes. Yo siempre he dicho que mi relación con los hijos de los castristas es muy diferente a la que podría haber tenido con sus padres, porque ellos no tienen culpa alguna. Ya han pasado muchos años y creo que la reconciliación se va a dar. Hay que trabajar juntos y dejar obrar la justicia.
Sin embargo, ha habido históricamente asociaciones desde el exilio que exigían una intervención militar estadounidense en Cuba. Es el caso de la Fundación Nacional Cubano Americana.
L.Z.: Nunca pidió la intervención militar, aunque era factible y se podría haber hecho por la violencia con la que el gobierno trató a la población. Además, el régimen cubano se instauró con el apoyo militar, político y económico de la Unión Soviética, así que Estados Unidos podría haber ayudado de igual forma a Cuba para balancear la situación. Pero la libertad del pueblo cubano llegará por una voluntad propia que busca la libertad. En julio de este año hubo más de 45 manifestaciones en distintas ciudades para decir no al sistema. El pueblo tenía hambre y no pedía comida, necesitaba medicina y no las pedía, solo quería libertad.
Se repetirán dentro de una semana, el día 15 de noviembre.
L.Z.: Ya la han prohibido y han amenazado a los manifestantes, pero da igual. El proceso ya ha empezado y eso está en la conciencia de los cubanos.
¿Creen que este cambio estratégico viene dado por el fracaso de otro tipo de intervenciones de carácter militar o terrorista contra el régimen?
L.Z.: En Cuba el terrorista ha sido el régimen. Castro se ha asociado con ETA, narcotraficantes, Las FARC... Lo que pasa es que el castrismo acusa a sus adversarios de todo lo que se le ocurre para difamar a sus enemigos.
A.F.F.: La clave de este movimiento ha sido el uso de internet que ha permitido visibilizar estas opiniones. Hace años que los jóvenes se sienten alejados del castrismo, la única solución que había era ser balsero y salir de la isla. El régimen enseñó a la gente que no había salida, que uno debía quedarse allí toda la vida. En aquellos años decían que estaban creando al "hombre nuevo", pues bien, ese hombre nuevo es el del 11 de julio. Ahora los jóvenes saben cómo se vive en el resto del mundo gracias a internet y no se puede impedir que se quiera lo que hay fuera, esa propaganda se resquebraja.
Usted trabajó además en una radio, La Voz del Cid, que emitía en la isla para tratar de romper ese cerco mediático.
A.F.F.: Emitíamos en onda corta, como podíamos, lanzando mensajes de esperanza a la juventud cubana. Quien presidía la radio fue un comandante de la revolución que fue condenado a 20 años en 1959 por oponerse a que los comunistas tomasen las riendas del derrocamiento de Batista. La radio iba dirigida a enviar mensajes a la juventud, pero fracasó porque no existían medios y la comunicación no era viable. La semilla del 11 de julio, como ves, ya estaba plantada hace años, la diferencia es que los jóvenes ahora se pueden comunicar y generar un movimiento nacional.
¿Qué creen que ocurrirá el día 15 de noviembre?
L.Z.: Habrá mucha represión, más de 600 personas siguen presas en las cárceles desde las últimas manifestaciones.
A.F.F.: Pero la gente saldrá y eso es bueno. El objetivo es que el mundo vea lo que ocurre.
¿Ha cambiado la imagen del régimen en estos últimos años?
A.F.F.: Ha cambiado desde del 11 de julio. No solo en la prensa, en las cancillerías ha habido un cambio.
L.Z.: La Unión Europea quiere enviar observadores directamente sobre el terreno para evaluar qué sucede, eso no ocurría antes.
En el caso de su excarcelación fue a través del cardenal O'Connor y la ayuda de Juan Pablo II. ¿Cree que en el actual papa habría actuado de la misma forma?
L.Z.: La Iglesia se abstenía de participar porque el régimen las prohibía o las tomaba presos. Creo que la posición que realmente ha cambiado es la de los sacerdotes de la isla que han visto la violencia o la arbitrariedad de la represión contra personas que solo quieren cambiar la realidad de un régimen.
AFF..: Yo personalmente no tengo mucha confianza en el papa Francisco. Soy católico, pero no creo que se llegue a manifestar abiertamente sobre este tema. Pero la labor de estos sacerdotes es fundamental dentro de la sociedad cubana. Hay incluso una carta abierta de los obispos contra los abusos que se cometieron en el 11 de julio. Es muy importante porque hacía mucho tiempo que no se involucraban en ese tipo de cuestiones.