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Carmen y Lola nos trajo un soplo de aire fresco en el cine español y nos trajo a un grupo de mujeres a las que seguir la pista. La primera, su directora, Arantxa Echevarría, un torbellino lleno de energía, sinceridad y muchas ganas de mostrar su mirada comprometida. La segunda, Carolina Yuste, que por su papel de Paqui ganó el Goya a la Mejor actriz revelación. La industria conocía a una actriz desbordante con ganas de comerse el mundo. Las dos tenían algo que faltaba en nuestra industria: barrio. Una mirada a la gente que normalmente no se cuenta, que no existe para el cine.

Las dos coinciden de nuevo en la segunda película como directora de Echevarría, La familia perfecta, que se estrena en cines este viernes 3 de diciembre. Un filme muy distinto, menos personal y más industrial, pero que le da la vuelta a la comedia romántica para crear un filme que habla de la independencia de la mujer, del clasismo y de lo que la sociedad marca como ‘perfecto’. A Yuste ahora le ha dado el papel coprotagonista junto a una divertidísima Belén Rueda. Ella es una joven de barrio que se casa con un pijo. La madre de ella será quién descubra la vida real, fuera de su casoplón y su criada. Para Carolina Yuste la mirada de Arantxa siempre se nota, y tiene claro que si ella le dice ven, lo deja todo.

Menudo año llevas, has estrenado cuatro películas, rodado una serie… ¿cómo valoras y gestionas todo lo que está pasando?

Evidentemente, me siento la persona más privilegiada del mundo. No puedo ser inconsciente. En este año, con la que nos ha caído, yo he podido trabajar muchísimo, pero también estoy escuchándome, entendiendo qué quiero hacer ahora, qué me apetece hacer... y ahí estoy, en ese momento.

Ruedas de nuevo con Arantxa Echevarría, con quién rodaste Carmen y Lola, no sé si has pensado cómo aquella película cambió todo

Sí, claro, es que lo cambió todo en muchos sentidos. Primero el poder hacer aquella peli, que es una película en la que yo confiaba por la historia, por el discurso, por lo que quería contar. Y que sucediese todo lo q sucedió con una peli pequeña, con pocos recursos en la que la entrega la haces de corazón y porque tienes fe absoluta en que puedes remover conciencias. Y de repente a mí, a nivel profesional me hace conquistar un espacio en el que la gente de repente saber que soy actriz y me apetece seguir haciéndolo. Fíjate si han cambiado las cosas... han venido proyectos chulísimos, con gente chulísima, en teatro también… y claro, yo con Arantxa me voy dónde haga falta. Yo ya le he dicho que toda película que haga, yo quiero estar, que ya verá cómo lo hace pero que yo quiero estar.

La emoción es con lo que derribamos estructuras y donde de repente surge algo nuevo

Esto es, para Arantxa, una película menos personal, pero consigue darle su toque, le da la vuelta a un género como la comedia romántica.

Sí, eso es lo chulo. Cuando nos embarcamos en este proyecto, ella me dijo que era totalmente diferente, otro código, otra manera, otros recursos... pero indudablemente la hace ella, y ella tiene un discurso político muy claro y las cosas que quiere contar, y verla conseguir hacerlo en un proyecto que, de primeras, te parecería muy alejado de ella… es que ha currado muchísimo y le ha dado la vuelta a muchas cosas, y ha sido muy generosa con el equipo para intentar contar la historia de esta mujer, del personaje que interpreta Belén.

En la comedia romántica la protagonista, normalmente, joven, acaba enamorada. Aquí, la protagonista, de más de 50, avanza hacia la independencia.

Exacto, es que de va de eso va la película, de enamorarse de una misma. Yo decía que una de las grandes historias de amor es la mía con el personaje de Belén Rueda. Una historia de amor de dos personas de dos mundos distintos, en la que hay un prejuicio de la una a la otra, y eso es la verdadera sororidad de esta generación. El amor va mucho más allá de las historias que hay en una comedia romántica, y es maravilloso que se pueda contar el amor hacia una misma. Hablar de una mujer que se ha construido una vida, que es lo que social y políticamente es correcto y lo que tiene que hacer ella como buena mujer perfecta, y que lo derrumbe todo y diga ‘necesito saber quién soy yo’, y eso es una historia de amor preciosa.

También habla del clasismo, de una familia que “nunca había estado tan al sur”, y que mira por encima del hombro.

Absolutamente, es que esto es una de las cosas que más me fascina de Arantxa, que ella viene de dónde viene y se nota, y en todos sus proyectos habla de quiénes somos como sociedad y de la sociedad tan clasista en la que vivimos. Y hace una reivindicación constante de lo que, además, somos la mayoría, gente de los barrios, trabajadora que se levanta a las siete de la mañana para currar. Y existe un clasismo absoluto de los que están en el otro lado. Un prejuicio que hace que hasta se vea desde un punto de vista turista a la gente de los barrios, ‘mira qué majos o que trapicheros son’, y yo empato mucho con lo que cuenta la película, y aunque la estética sea diferente, Arantxa pone la cámara ahí, y la pone en Lavapiés y te cuenta lo que es Lavapiés, y eso me gusta.

Hay un retrato generacional que no estamos contando y del que tenemos que hacernos cargo nosotros, los que fuimos adolescentes en el 2000, en barrios y en provincias que no son Madrid o Barcelona

¿Tú tienes ese compromiso a la hora de elegir papeles, el pensar en si tiene una mirada social o política?

Para mí es tremendamente importante, no puedo olvidarme de que el privilegio conlleva una responsabilidad, y si no es así es que eres idiota. Y yo soy una privilegiada, y tengo que hacerme responsable de ello. El día que decidí dedicarme al arte creo que tenía que ver con poner espejos en lugares donde no se suelen poner, con hacer a la gente preguntarse cosas, es algo que va conmigo. Si no fuera actriz creo que hubiera hecho trabajo social, pero ahora tengo la oportunidad de que el cine genera referentes y un imaginario colectivo, y ahí es donde me quiero encaminar. Yo no me quiero poner ninguna bandera, porque somos muchos en el mundo para pensar que vengo yo a nada, pero con Carmen y Lola sucedió, vimos cómo mucho público empezó a entender a sus hijas, y que eso suceda…

O simplemente que muchas personas quisieran estudiar periodismo por una serie como Periodistas, hay que ser conscientes de que lo que hacemos tienen un impacto, y por eso me gustan estos proyectos. También cambiar de opinión me parece precioso, y hay momentos en los que necesitarás otra cosa, pero sí, me gusta elegir proyectos que tengan eso, ya sea en comedia, en teatro… algo que me emocione, y si me emociona a mí intentaré emocionar a otros, porque con la emoción es con lo que derribamos estructuras y donde de repente surge algo nuevo.

No sé si te planteas emocionar a otros desde otro lugar, desde la escritura de guiones, desde la dirección...

Yo quiero dirigir, quiero crear. Me apetece mucho. Siempre he tenido ese impulso y tengo ideas, cosas medio escritas que tienen que ver conmigo, porque creo que hay un retrato generacional que no estamos contando y del que tenemos que hacernos cargo nosotros, los que fuimos adolescentes en el 2000, en barrios y en provincias que no son Madrid o Barcelona, contar qué pasaba ahí, cuál era el sistema en el que vivíamos. Y tengo ese impulso de contarlo. Cuando llegue el momento llegará, pero sí quiero enfocarme ahí y mi oficio me encanta, y desde donde lo estoy haciendo ahora es poderosísimo y lo disfruto mucho, pero tengo el bichito que dice ‘algún día me sentaré yo en esa silla’.

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