Jota Linares ('Las niñas de cristal'): "No creo en la manipulación para dirigir a los actores, es peligroso"
La tercera película del director andaluz se estrena en Netflix el 8 de abril. Hablamos con él y sus actrices: María Pedraza, Paula Losada, Mona Martínez, Ana Wagener y Paula Losada.
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¿Debe ser el arte una obsesión? Las niñas de cristal intenta responder a esa pregunta a partir del 8 de abril, fecha de estreno en Netflix de la tercera película de Jota Linares como director. El autor de Animales sin collar y ¿A quién te llevarías a una isla desierta? participó en la 25 edición del Festival de Málaga con una película protagonizada por María Pedraza, Paula Losada, Mona Martínez, Ana Wagener y Paula Losada. SERIES & MÁS habló con todos ellos en la ciudad andaluza.
Después de que la estrella del Ballet Clásico Nacional se suicide trágicamente, Irene (Pedraza) es seleccionada para ocupar su lugar en la mayor producción de ballet de la compañía: Giselle. Ahora, siendo el blanco de todos los celos y la crueldad de sus compañeras, Irene encuentra una amiga en la nueva bailarina, Aurora (Losada), una solitaria adolescente dominada por su madre. Aisladas y presionadas por el sacrificio que supone triunfar en la danza, la relación de Irene y Aurora se vuelve cada vez más cercana, a la vez que obsesiva. Juntas emprenden una huida hacia adelante en busca de sí mismas.
El personaje de Mona, la directora de la compañía, dice que el arte debe ser una obsesión. ¿Estáis de acuerdo?
Jota Linares: Estoy de acuerdo, pero sin llegar a los límites del personaje de Mona. A veces me preguntan a mí qué creo que es lo que me ha diferenciado para poder acceder al mundo del cine y haber hecho tres películas. Yo vengo de la educación pública, estudié Comunicación Audiovisual y soy hijo de madre soltera que era limpiadora. Creo que he podido hacer todo esto porque para mí el cine era una obsesión absoluta.
Marta Hazas: Yo creo en la obsesión por la excelencia, pero no debería ser enfermiza. Debes aprender a colocar ese sentimiento de obsesión. Quieres hacer las cosas lo mejor posible y ser minuciosa y artesana con tu trabajo, pero ya.
Jota: A veces se vuelve en tu contra y lo pagas caro cuando esa obsesión te empieza a devorar. Tienes que empezar a gestionar las cosas para encontrar un punto intermedio. Cuando hago una película vivo por y para la película. No puedo pensar en otra cosa. Ocupa todo mi tiempo, todo mi ser y toda mi energía. No te queda energía ni para quedar con los amigos a tomar una caña y contarles cómo ha ido la película. Quieres estar a sola y pensar en la planificación del día siguiente.
Paula Losada: Lo ideal es no pensar tanto en lo que vas a hacer en un futuro, qué voy a ser o qué va a pasar conmigo. Es más fácil si eres capaz de vivir más al día a día. Debes intentar estar contento con lo que estás haciendo. Si te marcas una meta inalcanzable puede ser muy frustrante.
Ana Wagener: La obsesión no debería impedirte disfrutar del proceso. Creo que es algo que debes combinar además con la generosidad. Tú trabajas para el público y esa obsesión debe ir en esa dirección. Yo siempre me digo: “debo hacer las cosas hasta donde yo pueda llegar” para darte a ti todo lo que tengo dentro de mí. Creo que esa obsesión es buena. El problema para mí es cuando desaparece la persona y aparece la estrella o el actor. Eso es más problemático. La obsesión, como todo, tiene su parte buena y mala. Debes permitirte poder compartir las cosas también.
Mona Martínez: Yo os escucho y hay algo dentro de mí que me hace estar de acuerdo con el monólogo del personaje. Creo que todo lo que decís es cierto, pero en el fondo estamos apegadas a una obsesión el trabajo de la que es difícil apartarse durante las 24 horas del día. Yo soy un poco como mi personaje en ese sentido, siento que tengo que estar 24 horas + una trabajando. Ella está acostada e incluso ahí está pensando en que tiene que hacerlo para poder rendir al día siguiente.
La película se ha hecho sin dobles, algo bastante habitual en las películas donde el baile es tan importante. ¿Por qué?
Jota: Buscaba mucha autenticidad y verdad en la pantalla. Quería ir a por todas y hacerle una especie de regalo para el espectador. Los que están bailando son ellos y están a ese nivel que vemos. Estuvimos trabajando con Antonio Ruz, que fue Premio Nacional de Danza en 2018. Conectamos enseguida, leyó el guion y aceptó coreografiar la película. Le pedí que les hiciera una prueba al reparto y me dijera si de verdad, por ejemplo María, pueden llegar sin dobles al nivel de una primera bailarina. Me dijo que sí era posible. No quería que el espectador sintiera que estábamos viendo un efecto especial, que fuera la cara de María en otra bailarina. Había un código estético muy claro en la película. La cámara tiene que ser un bailarín más. Siempre estaba en el escenario con ellos. Ahí el truco es muy difícil de ocultar.
Yo como espectador aprecio cuando veo algo que sé que ha requerido esfuerzo. Te voy a poner un ejemplo tonto pero que a mí me encantó y que es muy injusto que no la nominaran al Oscar. Lo que hizo Jennifer Lopez en Estafadoras de Wall Street me pareció increíble. ¿Bailar pole dance de esa manera? Que ya tenía 50 años. Yo lo agradezco mucho como espectador porque veo a un actor que está entregadísimo a la causa. Parece que estos sacrificios solo se aprecian cuando Christian Bale baja de paso o engorda para un personaje. María estuvo un año preparándose para la película. Me acuerdo cuando me mandaba vídeos del ensayo durante el confinamiento. El mensaje que quería mandar era ese. Lo que estáis viendo es de verdad.
¿Cómo habéis llevado vosotros esa exigencia de Jota? María, tú llevabas años alejada del baile.
María Pedraza: Imagínate, yo estuve bailando durante muchísimos años. Esta es una pregunta que me toca bastante. De hecho, toda esta película me afecta mucho. Paula y yo lo hablamos mucho. No sabemos muy bien qué responder, porque es algo tan interno y tan físico que me cuesta encontrar las palabras. Las niñas de cristal me ha servido para dar broche final a una etapa muy importante de mi vida. Con eso creo que lo digo todo.
Paula: La parte física yo la tenía más fresca porque he hecho ballet hasta hace poco. Para mí ha sido un honor bailar con Antonio Ruz, que es el que ha hecho la coreografía junto a Begoña. Ha sido un sueño. En ese momento yo estaba en un momento de transición del baile clásico al contemporáneo y que me dieran esa libertad para moverme y para probar cosas fue un reto que disfruté muchísimo. En el rodaje creamos una especie de compañía de danza en el mes de ensayos que tuvimos juntos. Es el sueño que todo bailarín tiene y se creó de forma muy orgánica. Para mí no fue difícil, aunque obviamente siempre tienes ese miedo y esa inseguridad de no saber si lo estás haciendo bien o mal.
Hay un mensaje muy interesante en la película. Históricamente el cine nos ha querido imponer la idea de que las mujeres se enfrentan entre sí. Showgirls y Cisne negro, por ejemplo. En Las niñas de cristal hay momentos así, pero la película claramente apuesta por hacer un acercamiento más cercano a la sororidad incluso entre rivales.
Jota: Tenía claro que la historia tenía que ser así. Ruth, por ejemplo, era un personaje que me apasionaba. De primeras podría parecer el arquetipo de la villana, pero nosotros queríamos convertirla en la heroína en la sombra. Oye, no nos tenemos porque caer bien pero podemos ayudarnos. Esa escena era muy importante. Yo Showgirls me la pongo una vez a la semana, pero no quería hacer algo así. Quería hablar de mujeres que se escuchan y de madres e hijas que no saben comunicarse pero que lo intentan. Los personajes se intentan salvar entre sí.
Paula: Ese detalle me pareció maravilloso. Me emocionó que Jota y Jorge pudieran escribir algo así y lo sentí como algo muy real y muy natural. Quizás yo he tenido suerte porque mis compañeras han sido también mis amigas y nunca he tenido esa sensación de competitividad. Obviamente siempre hay un grado, porque aspiras a los mismos personajes. Esa sensación de me alegro por ti, pero… sí es real. Creo que la película cuenta todo eso de una forma muy sincera y espero que en la vida real existan historias así donde una pueda complementar a lo otro. Me gusta que el guion no vaya a lo de siempre, ese yo quiero ser mejor que tú.
Jota: La película está basada libremente en un caso real que a mí me obsesiona desde pequeño, la historia del caso Parker-Hulme que Peter Jackson ya adaptó en Criaturas celestiales. Me encantaba cómo estas dos chicas perdidas que se sienten solas porque sus padres no saben comunicarse con ellas crean este mundo donde se sienten a salvo.
¿Cómo veis la relación entre la dirección y los actores? Tanto en el cine como en la danza hay un vínculo muy concreto. ¿Creéis que es posible sacar buenos resultados sin entrar en el terreno de la manipulación?
Jota: 100%. En ese sentido sí que no estoy de acuerdo con la película.
María: De hecho a mí no me gusta trabajar en esos términos. Prefiero trabajar desde el deseo y desde el placer.
Jota: Manipular es muy peligroso. A veces veo cosas en reality shows veo cosas que me escandalizan un poco. Les manipulan, pero después dejan a esos chavales revueltos y sin colocar esas piezas de nuevo. Eso es muy peligroso. Yo no creo en la manipulación para dirigir a los actores. A Norma se lo teníamos que poner como personaje porque había que llevarla al límite. También para descubrir que en realidad está haciendo un acto de sacrificio descomunal a través de ocultar cierta información. En mi caso no creo en la manipulación. Insisto mucho a mis actores en que no hay que sufrir para trabajar bien y disfrutar del trabajo. Yo luego me voy a casa llorando porque vivo así el trabajo, pero cada cual tiene su mecanismo.
María, ¿cómo ha sido reencontrarse con Jota después de ¿A quién te llevarías a una isla desierta??
María: Muy mal, fatal. Es que Jota es muy majo. Yo siento que en la isla plantamos una semilla de algo más importante. Creo mucho en las energías y en la idea de que todos estamos enchufados a algo. Con Jota me pasa algo que es que creo que todos sus guiones traspasan algo dentro de mí. No sé ni cómo pasa, pero acierta con algunas cosas de mi vida que consigo enfrentarme a ellas y transformarlas en arte. Me pasó en la isla y me pasó aquí. Siempre consigue tocarme a un nivel muy personal y en Las niñas de cristal ha pasado todavía más fuerte. Además, creo que nuestra amistad va evolucionando y ojalá sigamos trabajando juntos. Los actores necesitamos que los directores confíen en nosotros y Jota pone máxima confianza en nosotros. Eso se agradece muchísimo. Sientes una especie de liberación que consigue sacar todo lo que tienes dentro y eso da mucho gusto.
Marta, tú conoces a Jota desde hace mucho y ya habéis trabajado juntos varias veces. ¿Cómo ves esa evolución hasta llegar a Las niñas de cristal?
Marta: Jota tiene un imaginario muy concreto y es un esteta. Le gusta mucho trabajar con los actores y las actrices. Si veo una película sin saber que es de Jota, estoy segura de que sabría que es suya por su manera de trabajar. Nos conocimos hace casi diez años haciendo un casting en Málaga y me enamoré de él inmediatamente. La evolución que ha hecho en estas tres películas brutal no me ha sorprendido. No sé a dónde acabará llegando.
'Las niñas de cristal' se estrena en Netflix el 8 de abril.
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