Crítica: 'Anatomía de un escándalo', la 'The Undoing' británica de Netflix
Protagonizada por Sienna Miller, Michelle Dockery y Rupert Friend, en esta miniserie David E. Kelley vuelve a explorar los privilegios de la élite y la violencia sexual a través de un matrimonio enfrentado por un escándalo.
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A pesar de lo que sugiere su título, Anatomía de un escándalo solo comparte con A Very English Scandal y A Very British Scandal su acento y el país de procedencia. La nueva serie de Netflix se acerca más en tono e intenciones al culebrón de lujo que fue The Undoing. Si eso os llama la atención, no os va a decepcionar.
La comparación no es fortuita. Esta miniserie también está firmada por David E. Kelley, que desde Big Little Lies parece haberse especializado en los thrillers de oscuros secretos de la clase alta -a los que también podríamos llamar "los ricos también lloran"-, colabora aquí con Melissa James Gibson, guionista de series como House of Cards o The Americans. Con estas prometedoras cartas de presentación sobre la mesa, y los temas que trata, Anatomía de un escándalo podría haber sido una bomba, pero se conforma con ser una vela decorativa muy cara.
Como en The Undoing, aquí también tenemos un matrimonio atractivo con una distinguida posición social, que es la envidia de todo su selecto círculo. Junto a sus dos hijos conforman una familia idílica de postal, hasta que un día los secretos del marido comienzan a salir a la luz y destruyen la estabilidad de una mujer que creía vivir la vida perfecta, y debe empezar a replanteárselo todo, mientras encaja las piezas de sus sospechas, que siempre había ignorado.
Los abrigos que coleccionaba Nicole Kidman en la serie de HBO aquí los lleva Sophie, la mujer traicionada, el personaje que interpreta Sienna Miller. La peluca le corresponde portarla a Michelle Dockery durante los juicios, porque da vida a Kate Woodcroft, la abogada de la fiscalía que inicia el caso contra James Whitehouse (Rupert Friend, Homeland), el sospechoso y marido en cuestión. También hay una mujer joven racializada en el centro del escándalo y, como en The Undoing, el personaje está poco desarrollado, pero aquí al menos tiene voz durante el juicio.
No voy a entrar en detalles sobre la naturaleza del caso en cuestión (aunque si habéis visto el tráiler no hay misterio) pero ya que la serie se reserva esa información como giro final del primer episodio, no voy a ser yo quien lo revele. Lo que sí diré, es que me resultó profundamente disonante la gravedad de la acusación que hace el detective con el tono del recurso artístico que usa la serie para expresar lo que siente James en ese momento.
Estas decisiones creativas en la dirección y el montaje ya están presentes desde los primeros minutos de la serie. En la escena que he mencionado antes fue chocante, porque la reacción que produce en el espectador es una carcajada y dudo que fuera eso lo que estaban buscando. Espero que no fuera eso lo que estaban buscando. Rara vez funciona, en la mayoría de momentos es una elección forzada, en el resto parece caprichosa, pero rápidamente nos acostumbramos a que esa es su caligrafía: interesada por el estilo y poco por el fondo, pero entretenida de ver.
Dada la seriedad del tema que trata, podríamos ponerle muchas pegas, pero si lo que queremos es entretenimiento, no pidamos más. Parte thriller psicológico, parte drama judicial, varios giros bajo la manga, un buen elenco y solo seis episodios que nunca superan los 48 minutos. Mentiría si dijera que no es fácil ver Anatomía de un escándalo de una sentada, porque es tan adictiva como The Undoing.
'Anatomía de un escándalo' está disponible en Netflix.
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