Crítica: 'Lightyear', Pixar vuelve por fin a los cines con su película más rutinaria y clásica en años
El spin-off de la saga 'Toy Story' centrado en el popular astronauta es una historia de orígenes tan clásica y efectiva como conservadora.
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Pixar vuelve por fin a las salas. Los trabajadores del estudio de animación que revolucionó el cine en 1995 con el estreno de Toy Story, la primera película de la historia en estar hecha íntegramente por ordenador, se habían quejado amargamente de que sus tres últimas producciones se habían saltado la ventana cinematográfica por culpa del coronavirus y del deseo de Disney de potenciar su plataforma de streaming.
Lightyear se estrenará por todo lo alto en los cines de casi todo el mundo (Emiratos Árabes Unidos, Malasia y Arabia Saudí son algunos de los ejemplos que han vetado su estreno por la inclusión de un beso entre dos personajes del mismo sexo). Desgraciadamente, el regreso a las salas de Pixar también coincide con una de las tendencias de una compañía acostumbrada a la excelencia.
El spin-off sobre los orígenes del popular astronauta Buzz Lightyear es otra de esas películas de Pixar que parecen responder antes a los intereses de los accionistas que a los impulsos creativos de los artífices de genialidades como Ratatouille, Wall·E, Buscando a Nemo y Up.
Cars, una de las películas menos notables del estudio, tuvo un par de secuelas y spin-offs por los mareantes ingresos derivados del merchandising de Rayo McQueen. Lightyear es la prueba definitiva de que la compañía no está dispuesta a dejar morir la marca que comenzó su imperio a pesar de que después de ver la película la sensación que deja en el espectador es, hasta cierto punto, agridulce.
Pocas películas de una saga han sido capaces de crear una sensación de cierre tan total desde un punto de vista narrativo y emocional como la de Toy Story 3. No importó. Toy Story 4 en 2019 y Lightyear en 2022 se han aferrado al factor nostalgia y al carisma de unos personajes memorables que ya han dado muestras de agotamiento. Aunque la fachada cambie, la realidad es que Pixar tira de piloto automático y se limita a revisar de nuevo los grandes éxitos de una fórmula de eficacia probada.
Los manierismos (su costumbre a narrar su propia vida a un interlocutor que jamás va a escuchar su grabación, como Dale Cooper en Twin Peaks), las frases icónicas (“hasta el infinito y más allá”) y el villano (Zurg) no podían faltar. No estamos, de todos modos, ante una precuela literal que nos descubra la vida del juguete antes de llegar a casa de Andy. En su lugar, Pixar decide volver al personaje con una idea original: el espectador va a ver en 2022 la película ficticia que inspiró la creación del juguete que conocimos en 1995.
Los códigos y el lenguaje que manejan Angus MacLane y su coguionista Jason Headley se distancian de las aventuras de Woody y compañía, aunque compartan algunos temas. Lighytear es una película de aventuras especiales a la vieja usanza en la que también hay restos de clásicos como Star Wars o Top Gun (el prólogo de Maverick y el spin-off son sorprendentemente similares).
Si el juguete descubrió una familia en Toy Story, el héroe cinematográfico que lo inspiró experimentará un viaje similar mientras intenta resolver su batalla contra el reloj (con una trama que recurre a la dilación del tiempo que vimos, por ejemplo, en Interstellar) y las leyes de la física (que impiden al astronauta salir del planeta en el que ha quedado atrapado).
La emocionante banda sonora de Michael Giacchino (cada vez más cerca de ser el más claro sucesor de John Williams) y los cambios de actitud y diseño en la concepción del personaje (incluyendo el inspirado fichaje de Chris Evans como nueva voz el personaje) elevan una propuesta tirando a rutinaria que sabe exactamente lo que espera la audiencia de una película centrada en Buzz Lightyear. Para bien y para mal.
El espectador puede notar en todo momento cómo Pixar intenta llevarles donde quieren. Si quieren emocionar a la audiencia, recurren a los ya característicos montajes que la compañía usa para manipular a la audiencia desde el extraordinario prólogo de Up. Si quieren sacar una carcajada, nada mejor que recurrir a la gran revelación de la película: un robot terapéutico con forma de gato adorable que se adueña de cada escena en la que aparece. El resto de personajes son más o menos eficaces y funcionales, pero es imposible resistirse a los encantos de Sox. Es cuestión de tiempo que protagonice una serie o un cortometraje en Disney+.
Más allá de un alargado tercer acto, el problema de Lightyear no reside tanto en lo que es, sino en lo que no es. En la aventura espacial no hay rastro de la ambición temática de Soul, de las múltiples capas de lectura y la belleza que desprendía Luca o de las ganas de llegar donde el cine comercial para toda la familia no había llegado jamás de Red. Contamos los días para que se estrene Elemental y nos devuelva el espíritu que nos enamoró de un flechazo, pero el spin-off de Toy Story es una simple aventura y nada más (ni nada menos).
Pixar nos tiene acostumbrados a una excelencia que solo vemos aquí testimonialmente. Por primera vez desde Cars 3, quizás estemos ante una película que sí podría haberse estrenado directamente en Disney+.
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