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"He dejado de ser pobre pero me da igual, estoy harto del precio que hay que pagar". Con estos versos de una de sus canciones Quimera resume a la perfección la serie Fanático -que se estrena hoy en Netflix- y la historia de una estrella de la música trap que sufre en silencio y solo es capaz de expresarse disfrazando sus emociones a golpe de rima y melodías sintetizadas.

Desde dentro de su camerino las voces de sus fans ya no se escuchan y, a pesar de la gran cantidad de personas que le rodean y le acompañan, cada vez se encuentra más solo, rodeado de excesos y de un silencio ensordecedor y violento. Una noche, Quimera - al que interpreta de forma sobresaliente Lorenzo Ferro- fallece ante su público, drogado y exhausto, causando un gran dolor entre sus admiradore, que se obsesionan con su muerte. 

Aquí surge la oportunidad perfecta para Lázaro, un joven repartidor que aprovecha su gran parecido con el artista para convertirse en él, literalmente y cambiar su precaria vida por la fama y la ropa cara. Lo que no sabe es que se ha metido en un estanque de tiburones y que solo es un engranaje más de una máquina insaciable de generar dinero.

De esta manera comienza la miniserie española creada por Dani del Águila, Federico Maniá y Yago de Torres, cuyos episodios de entre 15 y 20 están dirigidos por Roger Gual y que construye un ácido relato que se atreve a mirar debajo de la alfombra y exponer el perfil malo y el lado oscuro de la fama y el éxito, esos que tanta incomodidad generan cuando se mencionan.

Un pasillo de neón nos acerca a conocer el mundo de Quimera y poco a poco nos damos cuenta de que él no es dueño de sus decisiones y de que como muchos otros cantantes, acaba convertido en una marioneta manejada por el interés de unos pocos y por un sistema capaz de llevarse por delante a quien sea con tal de obtener un beneficio económico. 

Sin caer en exageraciones estéticas y teniendo claras sus intenciones, Fanático escoge el género del trap para exponer una realidad que ocurre en toda una industria, escogiendo de forma premeditada las palabras y el lenguaje audiovisual adecuados para  lanzar un mensaje contundente y sin rodeos que al mismo tiempo sea fresco, actual y entretenido. Y de paso, se acerca al sector más joven de la audiencia y a las personas que más simpatizan con este tipo de música.

Lorenzo Ferro y Carlota Urdiales en 'Fanático'. Netflix

Entre todas las buenas decisiones que se han tomado en la producción, una de las que sobresale especialmente es la del casting, donde se recopilan nombres de personas que conocen este mundo, como por ejemplo Carlota Urdiales o Dollar Selmouni. Sus intervenciones llenas de descaro son fantásticas y junto a los cameos de otros artistas del género le aportan a la serie un extra de realismo que convence al público y le anima a tararear las canciones aunque no sea fan de este tipo de música.

Junto a ellos, Lorenzo Ferro es capaz de brillar bajo los focos, intercambiando las dos caras de una misma moneda y captando nuestra atención de una forma hipnótica desde el prisma de Lázaro y también a través de Quimera, que en ocasiones se confunden y fusionan en una sola.

A lo largo de unos cinco episodios que saben a poco, Fanático deja claro lo que ocurre cuando se apagan los focos y se baja el telón, acercándose de forma acertada a la actualidad y atreviéndose a pronunciar unos versos que molestan, pero que necesitamos seguir escuchando.

'Fanático' ya está disponible en Netflix.

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