Crítica: 'The Humans', terror psicológico existencial en una cena de Acción de Gracias en tiempo real

Crítica: 'The Humans', terror psicológico existencial en una cena de Acción de Gracias en tiempo real

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Crítica: 'The Humans', terror psicológico existencial en una cena de Acción de Gracias en tiempo real

Tras su paso por el Festival de Toronto llega a Filmin la película que adapta la obra teatral homónima, ganadora del premio Tony y finalista al Pulitzer.

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Las cenas de Acción de Gracias son una fuente inagotable para el desarrollo de conflictos en la ficción. La tensión que se cocina en esas reuniones anuales de gente que está distanciada el resto del año llega rápida y peligrosamente a ebullición, funcionando por igual para drama y comedia. También para el terror psicológico, tal como comprobamos al ver The Humans, la película estrenada en el Festival de Toronto que ha llegado a Filmin.

Stephen Karam ha trasladado a la pantalla su aclamada obra teatral homónima, ganadora del Tony a Mejor Obra en 2016 y finalista del premio Pulitzer, una pieza con solo seis personajes que se mueven en un espacio amplio, pero claustrofóbico y tan elocuente que, perdonadme el cliché, se convierte en un personaje más.

En su ópera prima, Karam demuestra tener un enorme talento. La composición de encuadres y la superposición de acciones simultáneas en primer y segundo plano o fuera de campo denotan una caligrafía visual inspirada, tal como él reconoce por directores como Werner Fassbinder, Krzysztof Kieślowski o Roman Polanski, con la que narra una historia que combina el drama con tintes de un terror psicológico casi sobrenatural y siempre inquietante. 

La cena de Acción de Gracias de 'The Humans'.

La cena de Acción de Gracias de 'The Humans'.

La historia comienza con Brigid (Beanie Feldstein) y Richard (Steven Yeun), una pareja que acaba de mudarse a un piso alquiler en Manhattan. Aún no han tenido tiempo de desembalar las cajas, pero deciden hacer una fiesta de inauguración celebrando la cena de Acción de Gracias con la familia de ella: padre (Richard Jenkins), madre (Jayne Houdyshell), la hermana mayor (Amy Schumer) y la abuela (June Squibb), que padece demencia y va en silla de ruedas.

Desde los primeros compases, las dinámicas de las relaciones van dejando entrever una crueldad aparentemente inofensiva en el trato, esa tan propia del asco que trae consigo la confianza; una actitud que permea todos los vínculos y se mueve en todas las direcciones, y los hace recurrir con demasiada asiduidad a la pasivo agresividad como mecanismo de defensa.

La cámara nos hace testigos de conversaciones a medias, de secretos entre dos, de conversaciones aisladas y de silencios introspectivos, a veces en primer plano, otras a cierta distancia y la mayoría de las veces enmarcada por la peculiar distribución del viejo y destartalado apartamento. Un duplex con una distribución carente de sentido, pasillos estrechos, recovecos, y paredes y suelos en absoluta decadencia. Y que forma parte de un edificio que parece un extraño microuniverso en el que habitan los últimos supervivientes de un apocalipsis existencial.

Amy Schummer en 'The Humans'.

Amy Schummer en 'The Humans'.

En The Humans no hay nada sobrenatural, sin embargo, la atmósfera es ominosa y cada plano respira un aire aciago e inquietante que nos hace procesar lo que vemos con códigos de terror. Siempre hay ruidos de tuberías viejas, de vecinos haciendo cosas inexplicables o de máquinas comunitarias. Todos tienen explicación lógica, pero aún así parecen venir de ultratumba. Como si las paredes, el suelo y la electricidad se vieran afectados por la energía que emanan los demonios interiores de los personajes.

Porque los miembros de la familia se mueven por la casa como fantasmas con sus traumas, secretos, frustraciones, rencores y arrepentientos. Un conjunto de miserias personales de lo más mundanas y sin ningún carácter extraordinario, pero que funcionan como alegoría de las ruinas de la idea del sueño americano al que se sigue aferrando la sociedad estadounidense. 

Es inevitable sentir la ausencia de un punto final contundente en un relato que tiene un final demasiado anticlimático y que pedía a gritos una catarsis, pero el enorme talento de sus actores, el elocuente trabajo de dirección y la atmosférica banda sonora de Nico Muhly que acompaña a la perfección los 108 minutos de tensión y paranoia en tiempo real de The Humans compensan el viaje. 

"¿Pueden los monstruos tener miedo de los humanos?", se pregunta burlón un personaje en un momento de la película, una solo puede pensar que si los monstruos fueran capaces de experimentar terror existencial, huirían horrorizados al ver a este grupo de humanos celebrando su hipocresía y la capacidad para continuar con sus vidas como si nada hubiera pasado. 

'The Humans' está disponible en Filmin.

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