Sobre el papel, Andor tenía todo en contra. Las dos anteriores series de Star Wars habían decepcionado hasta a los más fans que pidieron durante años que personajes como Bobba Fett y el jedi Obi-Wan Kenobi protagonizaran sus propias aventuras. Ninguna de las dos estuvo a la altura de lo esperado: el spin-off protagonizado por Ewan McGregor se quedó muy corto en lo visual y la serie del cazarrecompensas estaba tan perdida que en mitad de la temporada decidió convertirse en una pseudo continuación de The Mandalorian.
Tampoco ayudaba que Lucasfilm hubiera decidido centrar la precuela de Rogue One en un personaje que había pasado prácticamente desapercibido entre los fans de Star Wars o que el estreno de Andor fuera a chocar frontalmente con el lanzamiento de las grandes apuestas de HBO Max y Prime Video para 2022: La casa del dragón y Los anillos de poder, continuaciones de dos populares propiedades intelectuales que llevaban años sin estrenar nuevas historias. Disney+ pareció darse cuenta y decidió retrasar tres semanas la llegada de la que sería su tercera serie de Star Wars este año. Parecía un movimiento de cobardía. Con el paso de los meses ha quedado claro que lo que querían era proteger una de las sorpresas más estimulantes del mainstream de los últimos meses.
Después de salvar en el último momento a Rogue One con la reescritura de arriba a abajo de un tercer acto que no funcionaba, Tony Gilroy recibió la oportunidad de contar una historia de Star Wars desde el principio a un final ya confirmado: Andor acabará con una segunda temporada de 12 episodios que llegarán directamente hasta la misión que haría posible la destrucción de la Estrella de la Muerte al final de Una nueva esperanza. A continuación, repasamos sin apenas spoilers por qué la aventura espacial con Diego Luna se ha convertido en una joya galáctica que conquistará a fans y espectadores casuales de Star Wars por igual.
[Diego Luna: "Con 'Andor' había un propósito genuino de hacer algo diferente en Star Wars"]
Con Andor, Tony Gilroy ha trasladado el espíritu y el nervio de sus guiones de la saga Bourne a la versión más realista de la galaxia jamás retratada en la pequeña o gran pantalla. Todo empezó con la acertada decisión de renunciar a The Volume, la tecnología que popularizó The Mandalorian y que el showrunner descartó por no adaptarse a sus deseos de recrear una aventura espacial más pegada a la tierra. Si no fuera por la ocasional aparición de los soldados imperiales o de las criaturas alienígenas, el espectador podría llegar a olvidarse de que está viendo una serie de Star Wars.
Otro de los grandes aciertos de la sala de guionistas de Andor ha sido estructurar la temporada en arcos narrativos de tres o cuatro episodios, donde todos los personajes -con la excepción del rebelde interpretado por Diego Luna- han ido entrando y saliendo en relato según iban marcando las necesidades de la historia. No es una estructura narrativa particularmente original -es muy habitual en producciones de anime-, pero es una anomalía en la narración seriada que domina la ficción en los últimos años.
La ficción se ha garantizado así hasta cuatro clímax fantásticos: la presentación de Luthen Rael como uno de los antihéroes más fascinantes de la galaxia al final del tercer capítulo; la arrebatadora puesta en escena de Susanna White en la misión en Aldhani que culmina el segundo acto de la temporada; el adrenalínico final a la cruenta trama de la cárcel espacial; y la emocionante primera reunión de todos los protagonistas de la serie en un doble final de temporada dirigido por Benjamin Caron, uno de los directores estrella de The Crown que renunció a la quinta temporada de la ficción histórica por hacer tres episodios de Andor.
Aunque el protagonista se ha revelado como un héroe a su pesar que ganaba interés y profundidad con el paso de los episodios (uno de los pocos peros de la temporada es la obsesión inicial de la serie por explicar el trauma del protagonista con su planeta), la gran revelación de la cuarta serie de acción real de Star Wars ha sido su ejército de brillantes secundarios.
La supervisora y el subinspector que interpretan Denise Gough y Kyle Soller permiten una exploración en mayor profundidad de la Oficina de Seguridad Imperial, la agencia de inteligencia y aplicación de la ley del Imperio Galáctico que se encargaba de los asuntos de seguridad del estado y de garantizar la lealtad de los ciudadanos a Palpatine. Dedra y Syril se revelan como una interesante aportación al universo de villanos de la saga Star Wars. Lejos de la grandilocuencia y los aires trágicos de figuras como Darth Vader, los antagonistas de Andor son en realidad funcionarios que se limitan a hacer bien su trabajo.
Más interesante aún resultan dos figuras clave en esta historia sobre los orígenes de la Alianza Rebelde. El primero es Mon Mothma, un clásico galáctico con el que Genevieve O’Reilly por fin tiene una oportunidad de jugar y desarrollar al personaje después de interpretarla en cinco series y películas de animación y acción real.
Las contradicciones políticas y personales de la senadora lleva a Star Wars a interesantes conflictos que la franquicia solo había explorado de forma superficial, un ejercicio que se repite con el que es quizás la gran estrella de Andor: Luthen Rael, el antihéroe que interpreta un pletórico Stellan Skarsgård del que los Emmy deberían acordarse el próximo año. Su cara a cara con un agente infiltrado en el imperio en el episodio 10 hace hincapié en el sacrificio de estos héroes anónimos y afronta las luces y las sombras de dedicar tu vida al bien mayor, aunque por el camino haya que tomar decisiones y hacer sacrificios que parecerían dignos del malvado Imperio.
La resiliencia de la madre de Andor, una Fiona Shaw que no se lo pasa tan bien como en Killing Eve -eso es casi imposible- pero que aprovecha al máximo cada una de sus escenas con o sin Diego Luna, o la estelar aparición Andy Serkis como uno de los presos de la terrorífica Narkina 5 -un trabajo mucho más icónico que su decepcionante Snoke de la tercera trilogía- confirman el extremo cariño y precisión de Gilroy y su equipo de guionistas para construir el universo de personajes de la serie.
Cuando nadie esperaba nada de ello, Andor se ha convertido por derecho propio en uno de los grandes títulos del mainstream en 2022 y en la mejor aportación al Star Wars moderno junto al episodio VIII de Rian Johnson y The Mandalorian. Este sí que es el camino, que diría el héroe interpretado por Pedro Pascal, que debe seguir Lucasfilm si quiere seguir explorando el universo creado por George Lucas hace ya 45 años.