Crítica: ‘La reina Carlota’, la precuela de ‘Los Bridgerton’, vuelve a enamorar y huele a éxito
El primer spin-off de la serie creada por Shonda Rhimes, que se estrena hoy en Netflix, tiene potencial para revalidar el éxito de su predecesora.
El amor puede ser un sentimiento muy poderoso y aunque se le conozca más por mover montañas, también puede generar franquicias a su alrededor. Y solo hace falta fijarse en un ejemplo como Los Bridgerton para darse cuenta de ello.
La exitosa serie de Netflix es fruto del vínculo que comparte la plataforma con su creadora Shonda Rhimes -y del acuerdo multimillonario al que llegaron-, y después de alzarse con el título de “lo más visto” con sus dos primeras temporadas, acaba de ampliar su universo con La reina Carlota, su primer spin-off.
A diferencia de las dos temporadas del drama de época original -y que se basa en las novelas de Julia Quinn-, esta nueva serie de seis episodios nos ofrece una historia completamente original y distanciada del origen. En esta ocasión abandonamos a la familia Bridgerton y viajamos hasta el pasado para conocer a la versión más joven de la que un día se convirtió en la reina Carlota (India Amarteifio), cuando se casó con el rey Jorge III (Corey Mylchreest).
Esta crítica no contiene spoilers y se ha escrito tras ver los 6 episodios facilitados por Netflix.
La acción se divide en dos líneas temporales, que corresponden al presente, donde Golda Rosheuvel vuelve a interpretar a la versión más adulta del personaje, y al pasado, siendo esta última la época más interesante.
Obligada a satisfacer las necesidades políticas de su familia y su hermano, la joven Carlota se casa con Jorge, que aunque insista en que le llame por su nombre haciendo gala de sus irresistibles encantos -en lugar de que se refiriera a él como ‘su majestad-, no deja de pertenecer a una institución que no termina de acogerla por sus orígenes y su color de piel.
['Sweet Tooth' es renovada por Netflix para una tercera y última temporada]
Ambos se casan, pero no llegan a ser felices ni comer perdices, porque cuando todo parecía ir como la seda, el rey Jorge empieza a evitar a Carlota y le acaba dejando a merced de la locura, encerrada en la jaula de oro en la que se acaba convirtiendo el palacio de Buckingham, donde ni siquiera se le permite recoger una naranja de un árbol sin ayuda.
Lo único que puede hacer es darle un heredero al trono de Gran Bretaña, pero será imposible estando ella sola -con los sirvientes- entre la inmensidad de esas cuatro paredes. Y si no consuma pronto su matrimonio, la presión será insostenible.
Mientras tanto, él se oculta en otro lugar, dando a entender que algo muy grave esconde y preocupando tanto a su esposa como al espectador, que empieza a temerse lo peor, y a pensar lo peor de él. Sin embargo, y contra todo pronóstico, se acaba revelando que le aqueja un problema de salud mental del que mejor no desvelar mucho más, y que se abordará con la delicadeza que cabía esperar de una guionista del calibre de Shonda Rhimes, que en esta ocasión trabaja junto a Nicholas Nardini.
Aunque los protagonistas roben nuestra atención, la serie no deja de hacer hincapié en una de las grandes lacras de la sociedad, y que también está presente en el universo de la alta sociedad alejada del rigor histórico: el racismo más profundo.
Además de hacer gala de muchos trajes pomposos y enormes pelucas en bailes de salón, La reina Carlota: una historia de los Bridgerton se atreve a explorar un momento en el que la alta sociedad decidió abrirle las puertas a unas minorías como “gran experimento”. Porque es cierto que eso no llegó a ocurrir entre la aristocracia real europea, pero ¿por qué no plantearlo en un universo ficticio y en el que la inclusión se da por hecho?
Dejando a un lado el trasfondo y la reflexión que plantea la serie, La reina Carlota: una historia de los Bridgerton sigue brillando desde los mismos lugares que su predecesora. Y eso se debe a que vuelve a contar con un reparto a la altura y en el que destaca especialmente India Amarteifio, la actriz ideal para engancharnos y generar interés por conocer a una joven que una vez pecó de ingenua y que acabó siendo pisoteada hasta convertirse en la reina que es ahora, fruto de sus propias circunstancias y vivencias.
La acompaña en escena Corey Mylchreest, con el que desprende la química necesaria para dar con un nuevo romance tan intenso como el que recordamos de otras historias de Los Bridgerton.
Por si fuera poco, y en solo seis capítulos, la serie también explora la vida de los personajes que rodean a la protagonista, contando cómo las jóvenes Lady Agatha Danbury (Arsema Thomas) y Lady Violet Bridgerton llegaron a convertirse en sus damas de la corte.
[Ester Expósito tiene nueva serie en Netflix tras ‘Élite’]
A pesar de que a su título lo acompañe la aclaración “una historia de Los Bridgerton”, el spin-off La reina Carlota podría funcionar como serie independiente, pudiendo disfrutarse igual aunque no se haya visto la serie original. La ficción es el contraste perfecto de lo que vimos en la segunda temporada de Los Bridgerton, un nuevo romance que se puede permitir confiar lo suficiente hablar de otros temas importantes como lo son el trauma o el miedo.
Lo más sensato sería valorar esta precuela como algo completamente diferente, pero tampoco se puede olvidar algo que la define y enlaza con su predecesora, ya que ambas evocan la misma sensación que parece magia: hacernos creer que estamos presenciando una especie de versión televisiva moderna de las novelas clásicas de Jane Austen.
A favor y en contra
Te gustará si:
- Te apetece desconectar del mundo real con una intensa historia de amor.
- Buscas una serie entretenida y adictiva que devorar en una tarde.
- Echas de menos la pomposidad de 'Los Bridgerton' y no puedes esperar al estreno de la temporada 3.
No te gustará si:
- Reniegas de los relatos predecibles y romances muy intensos o con florituras.
Nota: 4/5