'Barry' se despide con un final brillante en el que hace una crítica a nuestra obsesión con el true crime
Además de 'Succession', el domingo también fue el final de otra de las grandes series de HBO. Y no debería pasar desapercibida.
El final de Succession está acaparando toda la atención de la crítica y las redes sociales, pero el domingo también terminó en HBO Barry, que también ha elegido cerrar su historia en la cuarta temporada. A pesar de sus ambiciones narrativas y técnicas, Barry nunca ha conseguido la popularidad de otras series de la cadena de cable y se despide como una de las más injustamente ignoradas de su catálogo.
Creada, protagonizada y dirigida (en sus dos últimas temporadas) por Bill Hader, esta joya servida en dosis de 30 minutos ha combinado con maestría drama psicológico, comedia, thriller y acción; un híbrido de tonos y género aparentemente imposible que era ejecutado con gran precisión para deleite del espectador.
En sus primeros episodios parecía encajar más en la comedia negra, pero la serie reveló pronto un trasfondo mucho más oscuro, porque su protagonista, a pesar de sus traumas y de haber sido víctima en muchas situaciones, no estaba construido como antihéroe. Era el villano de su historia y la de muchos. Advertimos que en el texto hay spoilers si no has visto la serie.
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Un sector de la prensa y los espectadores ha criticado que en sus dos últimas temporadas la serie ha girado hacia un tono mucho más oscuro y que, a pesar de seguir teniendo momentos de humor, ya no era una comedia. Pero Bill Hader siempre lo ha tenido claro, por mucho que lo intente, Barry no puede escapar de quien es: un asesino en serie.
Sus actos, como los del resto de personajes, debían tener consecuencias, porque a pesar de sus momentos de humor, la tensión aquí es acumulativa y la serie nunca olvida su pasado. La última temporada empezó así con Barry en la cárcel y Sally y Gene con sus respectivos traumas después de haber descubierto la verdadera naturaleza del personaje.
Hubo un salto temporal de ocho años en los que supimos que Barry y Sally habían huido juntos de Los Ángeles y vivían como fugitivos con otras identidades junto a su hijo John. Gene también había desaparecido tras haber disparado a su propio hijo -creyendo que era Barry-, pero regresa a Los Ángeles cuando se entera de que un estudio de Hollywood está interesado en hacer una película basada en su relación con Barry y el asesinato de Janice.
El ego, su mayor pecado, hace caer a Gene en una trampa y se le acusa de ser el responsable de la muerte de Janice. Sabiendo que no tiene escapatoria, Cuando Barry acude a su casa en busca de Sally y su hijo, encuentra a Tom, que le dice que no están allí. Barry le pide entonces que llame a la policía para entregarse, tal como le había pedido Sally.
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Pero Gene Cousineau sale de una habitación y le dispara a Barry directamente en el pecho. Barry sólo puede decir "Oh, vaya" antes de que le dé el disparo mortal en la frente. Si no hubiera apretado el gatillo, Barry probablemente habría confesado exculpando a Gene de cualquier delito. En lugar de eso, Gene convierte a Barry en un mártir.
Ese final, sin duda impropio para una comedia, era trágico, realista e inevitable porque quería era coherente con su historia, pero Bill Hader decidió dar un paso más allá e hizo un epílogo en el que también elabora una crítica a la industria de Hollywood y recupera el elemento de sátira que ha salpicado las temporadas.
'El coleccionista de máscaras'
En los últimos minutos del episodio final, hay otro salto temporal en el que vemos a Sally como profesora de interpretación en el instituto de la ciudad en la que vive con su hijo, ahora adolescente. Al salir de una obra, John le pide permiso para quedarse a dormir con uno de sus amigos y Sally acepta.
El plan de John es ver a escondidas con su amigo la película El coleccionista de máscaras, basada en la historia de su padre, que Sally nunca le ha dejado ver. En la película, la historia de Barry se reescribe como la de la víctima de un profesor de teatro manipulador, personaje que como ocurre en muchos casos en la ficción, es una amalgama entre Gene, NoHo y Fuches.
El coleccionista de máscaras es una película muy mediocre, pero ese no es el mayor de sus pecados. Lo es la reconstrucción de la historia como una falsa narrativa en la que Barry se convierte en un héroe. Así lo prueba la cartela típica del final de las películas basadas en hechos reales, que dice que, como militar, fue enterrado con honores.
El espectador puede identificar los guiños a la historia real y detectar todos los cambios que se han hecho en la historia, pero gran parte de ellos son la verdad para John, que no conocía esos detalles del pasado de su padre. Sin embargo, sí sabía lo que ocurrió durante su secuestro, porque estuvo allí, y también que era un asesino, porque su madre le había contado la verdad minutos antes.
Pero finalmente Barry se redime a los ojos de su hijo adolescente, porque John elige creer la mentira. John, como nosotros, cae presa de la fascinación de las historias basadas en crímenes reales, en el que asumimos como real lo que se ve en la pantalla, aunque todo esté filtrado por el punto de vista de la producción.
El epílogo le da así un cierre adicional a los personajes, a la vez que funciona como crítica a nuestra obsesión por el true crime, que en última instancia, como ocurre con Barry, convierte a asesinos en serie en antihéroes incomprendidos que cargan con un pasado traumático.
Ante este final tan valiente y de autor, solo nos queda repetir las últimas palabras de Barry: "Wow".
'Barry' está disponible en HBO Max.