Alberto G. Palomo
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El arqueólogo más célebre del celuloide se despide. Más de cuarenta años después del inicio de la saga, Indiana Jones afronta su última misión. Con El dial del destino, la quinta película del aventurero ideado por Steven Spielberg y George Lucas dice adiós al personaje encarnado por Harrison Ford.

Lo hace a lo grande, con una duración de dos horas y media y la dirección de James Mangold en sustitución del creador de Tiburón. Además, introduce una nueva figura femenina, interpretada por Phoebe Waller-Bridge, que aparece como su ahijada. Las críticas han alabado la tensión y el entretenimiento, remarcando el papel de un ídolo de Hollywood que, a los 80 años (aunque se le haya rejuvenecido digitalmente) ha seguido enfundándose la chaqueta de cuero, el sombrero y el látigo.

Tan características son estas prendas como las localizaciones por donde se mueve Indy. La primera de ellas, en El arca perdida, eran las latitudes latinoamericanas, con pasaje de tierra, selva y lianas. La segunda, El Templo Maldito, eran los horizontes asiáticos de Shanghái. Y después se puso manos a la obra buscando el Santo Grial en La última cruzada, con las ruinas de Petra como escenario de lujo.

Indiana Jones no ha dudado en ir de un lado a otro del mundo para emprender sus hazañas. Recuperar bienes patrimoniales en peligro y, por tanto, desafiar a quienes quieren apropiárselo es un clásico de este profesional rebelde. Entre esas coordenadas donde salvar piezas ancestrales hay puntos de la geografía española

Y el estreno este miércoles, 28 de junio, del final del personaje (al menos, tal y como lo entendíamos desde su imagen original) ha puesto en el foco las localizaciones. España, en este sentido, ocupa un sitio en la larga lista de ubicaciones. Suma de esta manera un título al historial de escenas que han puesto al país entre una de las elecciones favoritas para rodajes extranjeros.

[Crítica: 'Indiana Jones y el dial del destino', un ‘hasta siempre’ con sabor a nostalgia y al mejor cine de aventuras]

Se habló mucho de aquellas secuencias de Juego de Tronos con la Plaza de España sevillana como entorno. O las Bardenas Reales de Navarra. O las playas de Zumaia, en Guipúzcoa. Recientemente se ha incidido en esa marcianada rodada en Chinchón, al este de Madrid, por Wes Anderson y llamada Asteroid City. O esas multitudes intuyendo en Cartagena, ciudad murciana, algo de la grabación de Venom 3, con Tom Hardy a la cabeza. 

Mucho antes, sin embargo, el paisaje de España ya enamoró a Steven Spielberg. El director estadounidense hizo una ruta por el sur y sacó lugares para emplazar al arqueólogo después de haber usado algunos en El imperio del sol, de 1987. En 'La última cruzada', Indy cabalga por los páramos de Almería. 

La primera vez que aparece es en la huida de Indiana Jones y su padre Henry -interpretado por Sean Connery- de Berlín. Se montan en un dirigible lleno de oficiales nazis y consiguen escapar en un pequeño caza. Más tarde es derribado por el fuego amigo del propio Henry, obligándose a forzar un aterrizaje. ¿Dónde? En el desierto de Tabernas, que también había albergado éxitos del spaguetti western.

Allí estuvieron 10 días de rodaje. Y se añadió otra de las secuencias icónicas de aquel filme: el túnel por el que tiene lugar la persecución por los nazis. Está abandonado en el aeródromo de Cortijo Grande (entre las localidades de Turre y Mojácar). Y otra de las instantáneas míticas, cuando Sean Connery ahuyenta a un grupo de gaviotas para que arremetan contra el caza nazi, fue rodada en la playa de Mónsul, en el parque natural de Cabo de Gata, dentro de esta misma provincia.

Negación en Granada

Hay más: Steven Spielberg quería que el Patio de los Leones de Granada fuera el escenario del palacio para el ficticio sultán de Hatay. Sin embargo, no se llegó a un acuerdo porque el rodaje iba a coincidir en una época de gran afluencia de turistas al famoso palacio de la Alhambra. Se utilizó, en su lugar, la Escuela de Bellas Artes de Almería. Aunque tuvo que modificarse levemente para que pudiese acceder el Rolls-Royce Phantom II que demandaba el sultán como pago por la libertad de movimiento nazi.

Steven Spielberg no dejó de lado a la provincia de Granada. En el municipio de Guadix situó la captura de Brody por parte de los nazis. El lugar concreto estaba a unos pasos de la estación de tren, queriendo imitar los exteriores de la terminal ferroviaria de Alejandreta. Aparte, se construyó una mezquita adyacente para que imitara la de la ciudad turca. También aparecieron otros lugares en la película, como las Cuevas de Roque, Baños de Alfaro, la Alacazaba o Rodalquilar, todos pertenecientes a Almería.