Crítica: ‘Misterio en Venecia’, una sesión de espiritismo disfrutona con el mejor Poirot de Kenneth Brannagh
La última entrega de la trilogía basada en las novelas de Agatha Christie cuenta con un reparto lleno de estrellas. Estreno el 15 de septiembre en cines.
Da igual que sea uno de los detectives más famosos de la historia y que se haya pasado más de media vida trabajando, Hércules Poirot tendrá que esperar para poder jubilarse. Después de jugarse el tipo y resolver con éxito misterios como los de Asesinato en el Orient Express (2017) y Muerte en el Nilo (2022), el célebre investigador está cansado y quiere retirarse, pero regresará para una última aventura y su consecuente película: Misterio en Venecia.
Para los que llevan la cuenta, Misterio en Venecia transcurre diez años después de lo que ocurrió en el Nilo y está ambientada en 1947, en medio de una civilización europea que aún se recupera del desastre de la Segunda Guerra Mundial. Poirot (Kenneth Branagh) está a punto de retirarse por fin y ha cambiado los trenes y las embarcaciones por los palazzos de Venecia y el café con pastas en una terraza.
El único vaivén que podría querer en su vida es tener que esconderse de sus admiradores y de los que le piden que les ayude en casos de desapariciones o misterios sin mucha importancia. Sin embargo, acaba renunciando a su jubilación para pasar el que será el Halloween más intenso de toda su vida.
Nadie se explica muy bien cómo -ni siquiera él mismo-, pero Poirot acaba asistiendo por invitación de su amiga Ariadne Oliver (Tina Fey) a una sesión de espiritismo en un antiguo palacete medio en ruinas. Y lo hace como un elefante en una cacharrería, porque nunca ha creído en esas cosas ni pretende hacer el esfuerzo por entenderlas, incluso aunque la médium sea Michelle Yeoh (Todo a la vez en todas partes).
Resulta que la estrella de ópera Rowena Drake (Kelly Reilly) vive sumida en la tristeza más absoluta y no es capaz de encontrar su voz desde que su hija Alicia (Rowan Robinson) se ahogó en los canales de la ciudad una noche.
Para ella, es mucho más incómodo vivir con la pena a pensar que se pasea cada día por los pasillos de un espeluznante palacio donde se rumorea que hay fantasmas de niños huérfanos que fueron torturados. Y está segura de que fueron ellos los que llevaron a su hija a suicidarse, creyendo que una médium podrá comunicarse con el alma de su hija.
Es en medio de esta sesión de espiritismo donde Poirot comienza a arrepentirse de haber cambiado sus cafés de reflexión con pasteles por los casos y misterios, pero cuando está a punto de marcharse, un nuevo asesinato tiene lugar entre esas cuatro paredes y le anima a seguir adelante.
Poco a poco, y en gran medida por el trabajo del veterano colaborador de Branagh y director de fotografía Haris Zambarloukos, los aspectos técnicos de la película conseguirán sumirnos a todos en una espiral de desorientación y tensión. Y los ángulos imposibles, los claroscuros y las sombras alargadas construyen la atmósfera ideal para cualquier amante del cine gótico y el thriller.
Es cierto que desde el primer cartel que presentaron, Misterio en Venecia se vendió como una película de terror y su primer tráiler adelantaba algún que otro susto repentino. No obstante, salta a la vista lo que dijo el propio director y protagonista del filme: que es un “thriller paranormal que no sigue las normas habituales del género”.
Aun así, se agradece la frescura que le aporta a la trilogía este cambio de chip para el tercer largometraje, porque quien no arriesga no gana, y tampoco se le puede pedir a Misterio en Venecia que sea Expediente Warren: The Conjuring.
Además, aunque esta tercera entrega peque de no ser muy aterradora, también es meritorio el trabajazo que se marca el elenco al completo y, en particular el de Michelle Yeoh, la auténtica reina del show -con permiso de Kelly Reilly (Yellowstone), que también merece una mención especial como madre afligida-.
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El tiempo que pasa en escena será como un suspiro en el que demuestra tener las tablas suficientes para plantarle cara al incrédulo bigote de Poirot. Parece que Michelle Yeoh necesita la confirmación constante, pero su reciente y a la vez tardío premio Oscar subrayan sus dotes interpretativas y que es capaz de brillar en muchos registros diferentes.
En definitiva, Misterio en Venecia evidencia que Branagh se sabe rodear de las personas adecuadas para contar historias, tanto delante como detrás de las cámaras -no hay que olvidar a Ridley Scott como productor de las tres películas-.
Es la tercera vez que se sittúa al frente de una adaptación de la maestra del suspense Agatha Christie, y aunque haya ciertas taras o imperfecciones que se podrían pulir, Misterio en Venecia es una visión que arriesga y gana, que te cautiva con su oscuridad y que te mantiene intrigado hasta el final. Sin duda, la mejor entrega que hemos visto de la trilogía del cineasta británico.
Nota: 3,5/5
Te gustará si:
- Te apasionan los thrillers de misterio con un toque de terror.
- Adoras las novelas de Agatha Christie y disfrutas intentando resolver el misterio antes que el detective.
- Viste Asesinato en el Orient Express (2017) y Muerte en el Nilo (2022), y te decepcionó un poco la segunda película.
No te gustará si:
- Acudes a ella buscando una película de terror que te dé escalofríos.