Crítica: 'Reality', Sidney Sweeney está soberbia en este thriller que recrea al pie de la letra un interrogatorio real
Filmin ha estrenado en España una de las mejores películas del año, que usa como diálogos una transcripción del FBI.
Filmin estrena en España la ópera prima de Tina Satter Reality, fascinante adaptación de su obra teatral Is This a Room, un retrato en tiempo real del interrogatorio al que el FBI sometió a Reality Winner, condenada en Estados Unidos por filtrar un documento clasificado, una obra que usa como únicos diálogos la transcripción al pie de la letra de aquella conversación real.
En Estados Unidos el caso de esta trabajadora de la Agencia de Seguridad Nacional tuvo gran repercusión y es conocido, pero en España puede haber pasado más inadvertido por lo que este texto no entra en detalles del qué, el porqué o el contexto político, porque la película está construida como un tenso thriller que se disfruta mejor si se desconocen las cartas del juego.
En junio de 2017, Reality (Sydney Sweeney) es recibida en su casa por Garrick y Taylor, dos agentes del FBI que aseguran tener una orden para registrar su casa, su coche y su teléfono debido a una posible manipulación indebida de documentos clasificados. Pronto empiezan a llegar más coches, más agentes y cercan el perímetro, por lo que el espectador enseguida piensa que esa joven de 25 años es más importante de lo que parece o todo lo que está ocurriendo es un error.
Con un tono aparentemente informal, pero insistente, le recuerdan repetidamente a Reality que está colaborando con el proceso de forma "voluntaria", aunque no le lean sus derechos, le pregunten si quiere un abogado o le entreguen la orden de registro que les autoriza a hacer lo que están haciendo. El caso es que ella tampoco lo solicita.
Reality no parece nerviosa y nunca pregunta directamente por qué están allí; no queda claro si está tranquila, si es ingenua o está en estado de shock. Los agentes tampoco le dicen claramente lo que están buscando. La situación es aparentemente pacífica e intrínsecamente violenta.
Se comportan de forma educada, pero el espectador percibe que algo no va bien. Reality no demuestra tener miedo, pero la diferencia en dinámica de poder es evidente y queda plasmada en la escena en la que la joven intenta meter la compra en la nevera mientras se hace hueco en una cocina llena de hombres armados.
La puesta en escena de Satte es un ejercicio sobrio pero elegante, inteligente y muy potente en lo narrativo, con hallazgos notables como la representación en pantalla de los momentos en los que detalles de la transcripción de la conversación han sido ocultados del documento público. Esta no es una obra de teatro filmada.
La conversación se mueve por temas menores y en apariencia intrascendentes, mientras se va revelando que Reality habla varios idiomas, que es traductora de farsi y pastún, que ha sido miembro de las Fuerzas Armadas, que trabaja con documentos clasificados de en la Agencia de Seguridad Nacional y tiene muchas armas en casa.
Cuando se recuerda que todo lo que dicen los personajes y el orden en el que se producen las revelaciones están calcados de una transcripción, resulta increíble que sea así por lo bien estructurada que está la progresión dramática de la narración. Es imposible apartar la mirada.
La secuencia del interrogatorio es uno de los grandes logros de la película. Reality se disculpa varias veces porque la habitación no tiene muebles, como si esos dos hombres fueran sus invitados, mientras ellos se mueven a su alrededor como cuervos esperando devorar una presa. Allí, su personaje pasa de la soltura a la rigidez, hasta desmoronarse cuando se hace evidente que esta no es una visita de cortesía.
La película concluye con imágenes reales de lo que se dijo en los medios estadounidenses sobre el caso y con declaraciones públicas de portavoces del gobierno. Aunque no se esté al tanto de la actualidad estadounidense, para entender las dimensiones de lo que se revela en el tercer acto no hará falta más contexto pues las implicaciones quedan claras. También las motivaciones.
En ese momento, el espectador decidirá si Reality es una heroína, una villana o el mayor peligro para la sociedad, mientras intenta olvidar que vive en tiempos precarios de posverdad y que lo que ha visto es pura realidad.
Nota: 4,5/5
Te gustará si:
- Disfrutas con las historias basadas en hechos reales.
- Soportas bien la tensión, la ambigüedad y la sensación de extrañeza sin que te produzca ansiedad.
- Lidias bien con enfrentarte con verdades dolorosas de la realidad política mundial.
No te gustará si:
- Prefieres los despliegues técnidos y logísticos de una gran producción.
- Buscas algo que te haga olvidar la realidad.