'Jóvenes altezas' dice adiós y se confirma como referente LGTB+ juvenil: así ha sido el emotivo final de la serie
La ficción de Netflix llega a su desenlace definitivo con el episodio final de la tercera y última temporada.
Teniendo en cuenta la amplia oferta que existe de contenido juvenil en las plataformas de streaming, cada vez es más complicado encontrar series que realmente merezcan la pena y no sean una mera exhibición de cuerpos normativos manteniendo relaciones o consumiendo drogas de fiesta en fiesta. Y si esta tarea ya es díficil, mejor no pensar en buscar ficciones que retraten de una forma realista la adolescencia LGTBIQ+ sin caer en los mismos estereotipos o tópicos narrativos de siempre.
Por eso se agradece cuando llegan series como Jóvenes altezas, que empezó siendo una serie más de temática adolescente y terminó siendo una de las producciones que mejor ha representado la adolescencia. Ahora que llega a su final definitivo con el último episodio de su tercera temporada en Netflix, es una ocasión ideal para recuperarla.
Jóvenes altezas es una serie sueca que se estrenó en 2021 en la plataforma. Todo comienza cuando la Reina envía al Príncipe Wilhelm (Edvin Ryding) a un internado después de meterse en problemas. Un día, pasa a ser el siguiente en la línea de sucesión al trono.
Sobrepasado por la presión, encuentra su único respiro en Simon (Omar Rudberg), del que acaba enamorándose. La relación que surge entre ambos ha terminado siendo una de las más tiernas de la televisión queer reciente.
Y es una de las razones por las que la serie destaca entre la gran cantidad de propuestas que guardan plataformas como Netflix a los espectadores.
La adolescencia tal y como es
La gran mayoría de las series juveniles, o al menos las más populares, cuentan en su reparto con actores que son demasiado maduros y ni se parecen ni se comportan como deberían para dar vida a los personajes que interpretan. Ocurre con tanta frecuencia que se ha normalizado.
Sin embargo, esto no ocurre en Jóvenes altezas, donde los actores elegidos tienen edades similares a las de los protagonistas. Edvin Ryding tenía 18 años y Omar Rudberg 22 cuando rodaron la primera temporada y esto permite una mayor cercanía con la realidad que se muestra en pantalla.
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Tal y como les ocurre a los adolescentes, la cara de Edvin Ryding también tiene granos y el maquillaje se utiliza solo para corregir otro tipo de imperfecciones, dejando que los protagonistas parezcan alumnos de un instituto de verdad.
Esto ayuda a que la historia sea más auténtica y terrenal que las que acostumbramos a ver con temáticas similares, más obsesionadas con lo estético.
Sin tópicos ni estereotipos
Aunque es cierto que puede ser inspirador para la audiencia mostrar el viaje de aceptación personal y la "salida del armario" de cualquier personaje LGTBIQ+, esta última parte resulta muy repetitiva y suele abusarse de ella cada vez que se introduce a un personaje queer en cualquier narrativa.
Por eso, aunque sea importante para el público sentirse representado en este sentido también, se agradece que haya ficciones que muestren las realidades LGTBIQ+ de diferentes maneras, poniendo el foco en otros lugares. Porque las historias LGTBIQ+ tienen elementos comunes, pero pueden ser tan diferentes como lo son las personas que forman parte del propio colectivo.
Y en ese sentido, Jóvenes altezas da en el clavo, explorando la sexualidad de sus dos protagonistas asumiendo que sus vivencias no tienen por qué estar relacionadas con la propia aceptación de su sexualidad. Porque una parte del público se ha cansado de ver el mismo patrón repetirse una y otra vez.
El vínculo entre Wilhelm y Simon es tan real que no necesita no necesita pasar por este trayecto, sino explorar de qué manera influye en el mundo que les rodea u otras cosas como por ejemplo de qué forma les afectan en los arquetipos tan marcados por la familia real.
Reflexión sobre el clasismo
Uno de los conflictos principales que se presenta al principio de la serie tiene que ver con la diferencia de clase social. Wilhelm es el siguiente en la línea de sucesión al trono de Suecia, mientras que Simon es el hijo de una madre inmigrante que no puede permitirse vivir en el campus del internado en el que están los personajes.
Sin embargo, cuando los dos están juntos, ni el dinero ni el estatus social importan. Ambos tienen claro que lo que sienten va más allá de cualquier expectativa y apuestan por ello desde el principio, y muy a pesar de todos los obstáculos que se interponen entre ellos.
El clasismo es un tema que suele abordarse pocas veces en las historias románticas juveniles -o al menos de una forma realista-, y Jóvenes altezas cumple de sobra, tratando el tema como algo que influye en la narrativa, pero sin dejar que fuerce a la historia a irse por caminos que no tocan.
El final
Mientras que la temporada 1 destacó por el frenético proceso de autodescubrimiento de Wille, sus responsabilidades, su romance vertiginoso y su ascenso a convertirse en el príncipe heredero, la segunda entrega pisó más el freno, centrándose en su salud mental y en descubrir cómo se siente.
Como resultado, la tercera y última temporada ha sido como una combinación de ambas, mezclando ese frenesí con un lado sombrío y enfocado en las consecuencias de las declaraciones públicas de Wille.
Al igual que ocurre en otras producciones centradas en adolescentes, se muestran muchas emociones intensas. Pero Jóvenes altezas siempre permite que sus personajes sean quienes son libremente, dejando que a veces cometan imprudencias o se sientan saturados por el mundo que les rodea.
Su autenticidad, la forma en la que evolucionan sus personajes y cómo los presenta ante el público hace de Jóvenes altezas una de las mejores series juveniles que se han hecho. Y su final quedará para el recuerdo, que será especialmente emotivo y todo lo que buscan los fans que han acompañado a los personajes durante estos últimos tres años. Será una pena decirles adiós.
'Jóvenes altezas' está disponible en Netflix.