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Todos aquellos espectadores que se enamoraron perdidamente de Aftersun o que quizá acabaron con el corazón hecho añicos después de verla acaben viendo una película como Scrapper. Porque aunque sean dos largometrajes muy diferentes entre sí, también tienen mucho en común.

Ambas son dos óperas primas de dos jóvenes directoras británicas, siendo la primera dirigida por Charlotte Wells y proyectada durante la Semana de la Crítica en el Festival de Cannes; y la segunda un largometraje de Charlotte Regan, que fue una de las grandes sensaciones del Festival de Sundance. Y las dos cuentan también la historia de un padre que intenta volver a conectar como puede con su hija.

En Scrapper seguimos a Georgie (interpretada por todo un descubrimiento como Lola Campbell), una niña soñadora de 12 años que vive sola y feliz en su piso de Londres, llenándolo de magia. Sin embargo, su vida cambia de repente cuando aparece su padre (Harris Dickinson) y la obliga a enfrentarse a la realidad.

Los dos personajes parten desde lugares muy opuestos y acaban encontrándose en un punto concreto. Y lo que hacen ambos actores con ellos eleva la historia y ayuda a alcanzar ese equilibrio perfecto entre la delicadeza y la tristeza más profunda.

Cuando conocemos a Georgie, vemos que vive sola en una pequeña casa adosada en Dagenham, uno de los suburbios de Londres. Está pasando la aspiradora y marcando casillas en una hoja de papel en la que pone "Etapas del duelo". Su madre acaba de morir y la protagonista ha logrado engañar a los de servicios sociales haciéndoles creer que ahora vive con su tío, Winston Churchill. 

'Scrapper'

Georgie mantiene a flote esta mentira haciendo que el hombre de la tienda de al lado grabe las frases que le pide, y que luego reproduce por teléfono cuando llaman a casa. También se gana la vida malviviendo, robando y vendiendo bicicletas con su único amigo, un niño llamado Ali (Alin Uzin). Vemos cómo ocurre todo esto mientras se intercalan imágenes de los compañeros de clase de Georgie, que hablan de ella como si los estuvieran entrevistando. 

Cuando aparece Jason diciendo que está allí para cuidar de Georgie, ella le rechaza, porque no necesita un padre sin dinero, sin trabajo, con dudosas habilidades para cocinar y que ha estado ausente durante los últimos 10 años. Definitivamente no le necesita.

Sin embargo, pronto descubrimos que la actitud de Georgie es una fachada que esconde una profunda tristeza. En realidad se siente muy sola y cuando nadie la ve se esconde en un callejón para ver vídeos de su madre en su teléfono.

No obstante, aunque esta historia tenga todos los ingredientes para ser un dramón lacrimógeno y una tragedia, en realidad Scrapper tiene momentos realmente divertidos o que, al menos, hacen sonreír. La combinación entre ambas cosas hacen de esta película, que apenas dura 84 minutos, una opción ideal para sentir un pequeño pellizco a nivel emocional y terminar con un buen -muy buen- sabor de boca.