Paco Lobatón ha sido, es y siempre será referencia en el periodismo de sucesos. Su tratamiento profesional y riguroso de la información a la hora de abordar este tipo de hechos le ha hecho ganárselo con creces.

"Hay que seguir el ejemplo de los buenos médicos, que saben aplicar sus conocimientos, no son insensibles al sufrimiento, pero saben cuál es su papel. Esa debe ser nuestra actitud", comenta a Bluper el periodista sevillano con motivo del estreno de la segunta temporada de Informe Lobatón esta noche a partir de las 22:30 horas en el canal Crimen + Investigación.

"No tenemos que hacernos solidarios con el dolor sino ser capaces de transmitirlo al resto de la sociedad. Ese es nuestro papel como periodistas. Nunca pretendo estar ni totalmente fuera ni al margen de los casos. Aplicar un concepto frío de objetividad en historias donde hay implicaciones dramáticas, me parece una cosa antinatural. Otra cosa es que en la forma de reflejarlo como información es que le des una dimensión proporcionada. Es imposible sentirse lejos de esta situación", añade.  

Una actitud que dista mucho de ciertos periodistas de sucesos de algunos programas matinales. "¿Cómo se expresa la sensibilidad? Se expresa sobre todo en una manera de contar las cosas, en una actitud ante los hechos dramáticos. Hay que ser cuidadoso. Cada uno que aplique su propia ética o código de conciencia", comenta.

Hay una obsesión por una parte del sector de la profesión por contar hasta el último detalle.

"Lo que de forma espontánea me pide es tener respeto y mucha sensibilidad, que nunca por querer ser audaz o querer ser bueno informando, el efecto que produzcas en la gente que protagoniza esa información sea dañino. Nunca añadir el dolor al dolor", continúa. 

Para el periodista, el problema es que "hay una obsesión por una parte del sector de la profesión, quizá más en esta especialidad, por contar hasta el último detalle. Hay una inteligencia colectiva tal que no hace falta que tú le satures con una información que, además de morbosa, puede ser contraproducente".

"No se trata de ponerse en una actitud como divina, de que lo haces todo con pinzas. Se trata de hacerlo con sensibilidad. Cada caso requiere una sensibilidad especial. El caso de Teresa Romero es un caso específico. No puedes aplicar simplemente los protocolos. Un protocolo no basta. Lo que hace falta es conocer muy bien el caso y actuar de acuerdo con las exigencias que te plantea. Aunque haya unas premisas generales que respetar. Hay que ponerse el traje que te dice: 'yo no quiero contaminar de dolor a gente que ya está sufriendo'", explica.

De alerta a alarma

"Hemos pasado de la alerta, que es razonable y necesaria, a la alarma. Ese paso, ese umbral, tiene que ver con una saturación informativa, con una carrera desenfrenada donde no es importante informar mejor sino informar el primero, y en el origen que había un deficit de información", comenta Lobatón sobre el trato dado a las informaciones sobre el ébola en los medios. 

 Antes prevalecían valores más universales, más verdaderos, de que la información está al servicio de la gente

"Respeto mucho la causa del perro. Pero creo que hay que darle su justa dimensión. Si las autoridades hubieran explicado el motivo por el que se procedía a ese sacrificio, todo el mundo tiene sensatez. El vídeo salió en titulares de todas las cadenas. El orden de prioridades es de quienes hacemos la información. Colocarlo así es alarma", explica.

Una carrera desenfrenada que se ha trasladado a cualquier especialidad del periodismo. "¿Por qué ha cambiado esa manera de entender la información? Yo tengo una conclusión personal. Antes prevalecían valores más universales, más verdaderos, de que la información está al servicio de la gente. Hoy, bajo la apariencia de eso, es una industria donde prima la rentabilidad inmediata".

A pesar de ello, Lobatón confiesa no estar desencantado con el periodismo. "No. Al contrario. Creo que lo que se impone ahora es reivindicar el periodismo, reponer los valores del periodismo que busca la veracidad, el que actua de mediador entre la gente y el poder, de vigia implacable frente los abusos".

"Todavía tenemos tiempo y energías para paliarlo, darle la vuelta al calcetín (...) Además, también hay que decir que por ejemplo en el caso del ébola si no hubiera sido por los medios, no se hubiera producido la constitución de un comité especial, las obras de urgencia en el hospital Carlos III. Esa función de presión está ahí y es positiva".