No se trata de ser del PP o del PSOE. De ser rojo o azul. Ser trata de ser veraz. Consecuente. De poder dormir por las noches. RTVE está en crisis. Las quejas que azotan al ente público no tratan sobre la rendición ante un determinado partido político. Hablan de que te has arrodillado.
Sí, RTVE, te has arrodillado. Sin latigazos y sin fustas. Te has arrodillado porque has querido. Sin pelear. Una redacción necesita buenos jefes, un mandato que se atreva a dar la cara. Sin ese tipo de jefe, todo está perdido. En TVE hay un club de poetas muertos. Tienes excelentes alumnos que son capaces de levantarse encima de la mesa. Pero que se han levantado, quizá, tarde.
La Academia Welton de este club de poetas era una institución dedicada a los logros, la virtud y la conformidad. Las reglas son cumplidas por todos los profesores, excepto uno. Él era tu Robin Williams, TVE.
Pero le echaron. No cumplía con los requisitos básicos del nuevo Gobierno y echaron a tu Robin Williams. Él llevó a los informativos de TVE a su mejor momento, para la crítica y para el público, pero no bajaba la cabeza cuando le imponían ciertas condiciones. Le desplazaron y, justo cuando tenías que haber reaccionado, pocos se levantaron de la silla.
Tras el levantamiento de la Academia Welton, todo se fundió a negro. No nos contaron lo que pasó después. Yo os lo cuento. Los que se levantaron fueron expulsados de la clase, de nuestra televisión, con la cabeza alta. Otros se quedaron resignados e intentaron cambiar la organización desde dentro. Otros, como en todas las clases, siguieron al nuevo profesor.
Los hay que se callaron y callan. Hay una que se calla desde hace tiempo y ahora llora por presiones. Pidió cambiar de clase hace poco, pero sólo le hizo falta meterse en el despacho del nuevo director para cambiar de idea. Despachitis, lo denominan algunos.
El pasado viernes hubo una segunda oleada de verdugos y guillotinas. Aquellos que trataban de cambiar TVE desde dentro, pero que se mantuvieron firmes ante el nuevo régimen, recibieron su disparo. Contra la pared. El nuevo director les ha cortado la cabeza y allí ya solo quedan amigos en los puestos más altos.
Allí ya no quedan buenos jefes. Jefes que no atiendan a las fascinaciones del poder. TVE tiene muy buenos trabajadores, muchos de ellos en la sobra por el simple hecho de no diferenciar entre el PP y el PSOE. Por el simple hecho de dormir por las noches. El ¡Oh, capitán, mi capitán! llegó cuando Robin Williams ya estaba fuera de la clase.