Después de haberse convertido en una de las productoras de ficción de referencia de nuestro país con series como Gran Reserva, Hispania, Gran Hotel o Velvet, Bambú se enfrenta desde hoy a su mayor reto: triunfar en el cine con su primera película El club de los incomprendidos.
La cinta, que sale con un total de 218 copias, es una adaptación de la exitosa novela juvenil ¡Buenos días, princesa!, de Blue Jeans, con guión de Ramón Campos, Gema R. Neira, Cristobal Garria y Adolfo Valor.
Dirigida por Carlos Sedes (Hispania, Gran Hotel) y coproducida junto a Atresmedia Cine, El club de los incomprendidos se centra en Valeria (Charlotte Vega), una joven que se acaba de trasladar a Madrid tras la separación de sus padres. En su nuevo instituto, Valeria se ve obligada a asistir a unas reuniones con el orientador a las que también acuden otros compañeros de clase.
Será allí donde Valeria conozca a Raúl, Eli, Meri, Bruno y Ester, los seis jóvenes formaran 'El Club de los Incomprendidos'. Lo que en un principio parecería un mal comienzo para la nueva existencia de Val, se acaba convirtiendo en el inicio de una increíble experiencia vital.
Una película para adolescentes
La cinta, principalmente dirigida a adolescentes entre 12 y 14 años, ha recibido críticas dispares. Sensacine dice que "no hay que esperar ni virguerías cinematográficas ni giros argumentativos de herencia shakesperiana: El club de los incomprendidos no es una película sobre marginados, sino sobre chicos y chicas que quieren encajar".
Por su parte, Cinemanía defiende que "sus intérpretes, probablemente el casting con más futuras estrellas del cine español reciente, se enfundan sus roles con tanta entrega como verdad. Por eso resulta tan fácil creérselos y empatizar con una historia que no camufla su sentimentalismo ni abusa de ganchos generacionales por mucho que tire de selfies y whatsapps".
"El ciclo de relatos de Blue Jeans llega ahora a la gran pantalla con toda la artillería pesada de la fotonovela a cuestas: trazo esquemático de personajes, romanticismo con sabor de caramelo de limón, diálogos de parvulario sobre lo que es ser joven y vivir como tal y un sentimentalismo que fluye a raudales en el tramo final, donde confluyen el suspense (¿se arrojará del puente la chica de quien al minuto vamos a descubrir el secreto de su personalidad?) y la lagrimita fácil (la despedida en la estación de Atocha, tirando a sonrojante)", dice Fotogramas.