Ya daba mala espina el asunto. Telecinco no quiso enseñar el primer capítulo de Alatriste a la prensa. Y no creo que fuese para aguantar la sorpresa. La serie ha conseguido algo que parecía imposible: mantener el nivel de Piratas, con más presupuesto, más comedia, más sexo y menos argumento.
En esta versión de la novela de Pérez Reverte vemos a un Alatriste metrosexual, completamente depilado, con un peinado digno de protagonizar un anuncio de L’Oreal, con una ropa salida de un anuncio de Ariel. Pero este chico sale de un siglo XVII madrileño sucio y oscuro. Pero, como en todo anuncio, el algodón no engaña. Y cuando a Alatriste se le pasa el algodón sale toda la suciedad.
El algodón no engaña
Después de media hora de metraje, todavía no había descubierto el argumento de esta nueva serie. Nadie me había presentado a los personajes. Nadie me localizó la serie en el tiempo. ¿Quién es Alatriste? No, en serio. ¿Quién es Alatriste? La serie no ha el marcado el camino por el que paseará su primera temporada. Y así, todo está perdido.
Es en eso, quizá, en lo único que se parece a la película que con anterioridad Telecinco llevó a la gran pantalla: el antiargumento. La cinta intentó congregar en pocos minutos todos los libros de Reverte, sin incidir en nada y dejando todas las historias inacabadas. La serie pretende, o eso parece, centrarse sólo en el primer libro de aventuras. Y, ni así, se ha centrado en nada. Después de 70 minutos no me han contado nada.
Tal vez tanta luz es lo que ha provocado que cada escena tenga cierto tufo a quemado
Lo peor de esta serie es, seguramente, su iluminación. Dos antorchas iluminan mucho mejor que un Mercedes Benz en Alatriste. Todas las escenas tenían un cierto tufo a quemado. Y tal vez es que de tanta luz al final la quemaron. La excesiva luz es una tradición de la ficción española más familiar que Telecinco recupera de vez en cuando al más puro estilo José Luis Moreno con sus bromas. Un clásico.
La firma Telecinco
Alatriste recuerda a las TV Movies que Telecinco hizo con Beta Film, que también está detrás de esta superproducción. Sí, porque esto era una superproducción. Ese aire a cinta de sábado por la tarde. De ese vecina asesina. De ese amigo de la infancia que se ha vuelto un psicópata. Aire a esa Anna Karenina, ese Romeo y Julieta de Martiño Rivas, esas mil y una noches de Paz Vega. Una colección digna de colocarse junto a Felipe y Letizia en tu estantería.
Telecinco se trasladó a Budapest para recrear el Madrid de los Austrias. Allí han encontrado el burdel más cuqui y más floreado de ese Madrid inventado. Limpio, impoluto. Un hotel cinco estrellas. Quiero vivir allí. Cada escenario de esta serie mi pide vivir allí, hasta la cárcel.
Una pena que la cadena de un paso atrás con esta ficción después de haber recuperado la confianza de los espectadores con series como El Príncipe. Más pirata que nunca, Telecinco roba minutos de vida con cada fotograma que te descargas en tu retina.
La única muestra de lo que Telecinco ha querido hacer con esta serie la ha dado la propia Telecinco. La serie se ha emitido embutida en un bocadillo de La fábrica de la tele, entre Cazamariposas y Hable con ellas. Entre la Pelopoly y Bertín Osborne. A veces, y quizá sea este el verdadero problema, no diferencio la ficción de realidad en esta casa que se llama Mediaset España. Pilar Rubio ya no está sola en el altar de la humillación.