Este martes, se marchó sin apenas hacer ruido José Luis Moro, uno de los grandes dibujantes de nuestros país. Junto con su hermano Santiago, se encargó de llenar mi infancia y la de muchos niños de aquí y al otro lado del Atlántico con unos personajes dulces, simpáticos y nada ñoños -nosotros los veíamos en blanco y negro- que de una manera sibilina nos mandaban (antes del Telediario) a la cama para que mañana pudiéramos madrugar.
Me estoy refiriendo a la entrañable familia Telerín. Cleo, Tete, Maripi, Pelusín, Colitas y Cuquín son parte de nuestra infancia de tardes interminables en las que tenías tiempo para hacer los deberes, leer tus libros o tebeos favoritos, escuchar música e incluso disfrutar con programas para niños como el que presentaba la gran María Luisa Seco. En los año 60, el horario de tarde era otra cosa bien diferente al actual aunque le pongan sabor a naranja, fresa o limón.
Al margen de los dibujos infantiles, José Luis y Santiago fueron pioneros en la animación publicitaria ya que durante muchos años estuvieron unidos a la firma Movierecord. Los anuncios de Tío Pepe con las copitas bailando alrededor de la botella o el titulado Burlesque realizado para Avecrem en el que la simpática gallina hacía un amago de stripteasse desprendiéndose de sus plumas.
Mientras que este anuncio y otros muchos pasaban por pelos la censura fuera de nuestro país, las creaciones de los estudios Moro no paraban de recibir premios: tres Palmas de Oro en Cannes, dos Copas en Venecia y más de cien premios internacionales de publicidad. A la hora de hacer repaso son cientos los spots, como el de Quinito, el pelirrojo pecoso que aparecía en el anuncio de Quina Santa Catalina (“y da unas ganas de comer”). Como decimos eran otros tiempos.
El creador de Ruperta
Papel, lápiz, goma de borrar y mucha imaginación son las armas empleadas por José Luis para crear personajes entrañables como la famosa calabaza Ruperta, la Botilde, el Chollo o el Antichollo, el Boom y el Crack del concurso de televisión Un, Dos, Tres.
Como pioneros y avanzados también se embarcaron en series para la televisión como Cantinflas o Marcelino Pan y Vino y películas para el cine como la coproducción El mago de los sueños, protagonizada por la Familia Telerín.
En una ocasión tuve la oportunidad de hablar con los dos y, desde el primer momento, sentí ante su presencia la misma calidez que destilaban sus dibujos. A la pregunta de cómo se ponían de acuerdo a la hora de hacer sus trabajos, José Luis dijo: “Santiago es la cabeza y yo la mano que trata que salga vida del lápiz”.
José Luis padecía desde hace años la enfermedad de Alzheimer. Sus recuerdos, sus personajes, han quedado borrados de su memoria; pero varias generaciones estamos aquí para recordar a aquellos entrañables monigotes de naricillas respingonas y ojillos saltones que nos hicieron vivir una bonita infancia.