Algunos no se dan cuentan de lo ridículo que es manipular, censurar u ocultar una información. En estos tiempos en los que cualquier persona con un telefóno móvil se ha convertido en periodista y en los que las noticias corren como la pólvora por redes sociales, todavía hay ineptos que piensan que pueden censurar como en tiempos del dictador. No entienden lo estúpidos que parecen.
Después del desplante del ministro de Cultura, José Ignacio Wert, a los Premios Goya un año anterior, la Academia de Cine no quería que este desaire se repitiera, sobre todo en un año en el que el cine español ha arrasado en taquilla. Lo importante era disfrutar de una noche en la que se iba a recoger lo que se había sembrado.
Con este propósito, Wert accedió a regresar a los premios más importantes de nuestro cine. Y salvo alguna que otra pulla, como la de Pedro Almodóvar o el elegante número de apertura con la canción Resistiré, la gala apenas tuvo mensajes políticos que pudieran inquietar al político.
Sin embargo, alguna mente privilegiada debió pensar que no todo saldría según lo previsto y tomó medidas. Medidas que, sólo un día después, han demostrado lo ridículo del asunto. ¿De verdad pensaban en la Academia de Cine que podrían callar la censura a Carlos Areces?
Lo único que han conseguido aquellos que pensaron que callando a un actor se evitarían problemas, es crear alguno que otro más manchando la buena imagen que habían conseguido este año.
El capote a la dirección de TVE
Pero no sólo en la Academia hicieron el ridículo. Otras que demostraron no haber entendido lo estúpido que es callar una información fueron María Casado y Elena S. Sánchez, en el previo de la gala.
Alberto Rodríguez, el director de La isla mínima, apareció en el photocall portando el lazo naranja en defensa de RTVE. Sin embargo, ni la joven de las lágrimas ni la reportera creyeron relevante preguntarle al director el por qué de su lazo.
Ellas son fieles a la causa. La una sigue ganando puntos para convertirse en una de las chicas preferidas de la nueva dirección de TVE hasta el punto de haberle arrebatado este previo a Anne Igartiburu, a pesar de demostrar escasos conocimientos sobre el cine español. Y la otra lleva tiempo ganándose a sus jefes demostrando su pasión por la tauromaquia.
¿Ciegas, tontas o malas periodistas? Sólo ellas lo saben. Como decía José Mota, "por la noche cierro los ojos, me quedo conmigo solo y te pasas cuentas. No me apetece dejarme de hablar un tiempo". ¿Harán ellas lo mismo?
El ridículo de ambas estuvo a la altura de Jesús María Montes-Fernández, el compañero de Casado para comentar la alfombra fucsia. El director de Flash Moda tuvo la ocurrencia de decir que "Juana Acosta es una mujer racial, colombiana, pero guapísima. Parece española”. ¡Y ole!