Para Stanley Kubrick el punto de partida de sus películas siempre se encontraba en las páginas de un libro. Podía ser una novela larga como Lolita, de Vladimir Nabokov, La naranja mecánica, de Anthony Burguess o El resplandor, de Stephen King.
Pero el realizador norteamericano también podía hallar el germen inicial de sus historias en narraciones breves comoRelato soñado, de Arthur Schnitzler, o El centinela, de Arthur C. Clark. Pequeños cuentos que se acabarían transformando respectivamente en Eyes Wide Shut, su obra póstuma, y en 2001: una odisea del espacio, uno de los grandes títulos de su filmografía.
También Alfred Hitchcock solía buscar buena parte el argumento de sus largometrajes de misterio y suspense en las librerías. Psicosis, por ejemplo, está basada en una novela del mismo título escrita en 1959 por Robert Bloch, y Vértigo(De entre los muertos), otro de sus títulos más reconocidos, fue primero un libro publicado por los franceses Pierre Boileauy Thomas Narcejac.
En otras ocasiones el salto de la palabra escrita a la imagen cinematográfica es fruto de la casualidad. Se cuenta que Orson Welles necesitaba urgentemente dinero para pagar unas facturas pendientes.
En un kiosco encontró una novela barata titulada Si yo muero antes de despertar y llamó inmediatamente a Harry Cohn, el jefe de la Columbia, para que comprara sus derechos cinematográficos, ofreciéndose a dirigir y protagonizar la película. Así nació La dama de Shanghái.
Cada 23 de abril se celebra el Día Internacional del Libro, una fecha elegida por la UNESCO que coincide con el aniversario de las muertes de Miguel de Cervantes y William Shakespeare, dos de los grandes genios de la literatura universal.
Por este motivo, todos los sábados y domingos del mes de abril, y también el mismo día 23, TCM va a emitir una programación formada exclusivamente por adaptaciones literarias que se han llevado al cine y que se han convertido en excelentes películas. Una selección de títulos que abarca todas las épocas, géneros y autores.
A lo largo de más de un siglo de vida el cine ha adaptado todo tipo de libros, desde grandes obras clásicas como La Ilíada y La Odisea de Homero, hasta los últimos éxitos editoriales que arrasan en ventas, como 50 sombras de Grey; novelas juveniles como Los juegos del hambre o la saga de Harry Potter, u obras de flamantes premios Nobel de Literatura como José Saramago, del que en 2013 el director canadiense Denis Villeneuve trasladó al cine su novela El hombre duplicado bajo el título de Enemy.
Las adaptaciones cinematográficas de obras literarias siempre suelen generar discusiones y polémica. “Yo creo que no se puede buscar una fidelidad absoluta tratándose de dos lenguajes completamente distintos”, explicaba Mario Vargas Llosa cuando se estrenó la versión filmada de La fiesta del chivo.
“En el cine el director tiene que recrear lo escrito usando su propio lenguaje y además volcando su propia creatividad, sus fobias y sus entusiasmos. Lo fundamental es que el resultado sea una buena película y si el realizador lo consigue tomando muchas libertades respecto al libro su decisión fue la correcta. El cine es el cine y la literatura es la literatura y aunque tengan un parentesco no son de ninguna manera lo mismo”.
Pero siempre es un estímulo ver en pantalla grande, moviéndose como si estuvieran vivos, a personajes que hemos imaginado mientras hojeábamos sin cesar las páginas de un libro o zambullirnos en una novela después de haber visto un film que nos ha entusiasmado, queriendo saber más detalles sobre la trama.
Y eso es lo que pretende hacer durante el mes de abril TCM: poner a disposición de sus espectadores una gran, amena y variada biblioteca filmada para que salten sin cesar de la palabra escrita a la imagen filmada.