La primera vez que escuché el nombre de Jesús Castro fue en el mes de junio del año 2013. Entonces, Telecinco invitó a la prensa a asistir al rodaje de la nueva y ambiciosa cinta de Daniel Monzón, El niño, que por aquel entonces paraba en el Cabo de Gata.
"No se inmuta el tío. Es el Steve MacQueen de aquí. Ya lo veréis", nos comentaba su compañero en la cinta y protagonista de la misma, Luis Tosar. "Tiene aplomo como persona y como actor".
En Mediaset estaban encantados con este descubrimiento. Castro estaba llamado a convertirse en un nuevo ídolo de adolescentes, y no tan adolescentes. El nuevo Duque, lo definimos en clara referencia al personaje de Miguel Ángel Silvestre en Sin tetas no hay paraíso.
Nunca antes había visto un actor tan inerte, tan ineficaz, tan inverosímil
Hoy, dos años después de aquello, es hora de arrepentirse de aquella definición que poco menos es casi una ofensa no sólo para el actor de Castellón sino para tantos y tantos intérpretes de nuestra ficción.
Jesús Castro es mal actor. Mucho. Lo está demostrando con creces cada semana en Mar de plástico. Nunca antes había visto a un actor con tan poco talento para hacer creíble una escena. Tan inerte, tan ineficaz, tan inverosímil.
Es cierto que en El niño, Castro salvaba los muebles. También en La isla mínima o en El Príncipe. Eso sí, siempre interpretando el papel de chulito andaluz. Pero, ¿qué le ocurre en Mar de plastico, serie que también se rueda en Almería, si el papel es el mismo?
Sin intención de hacer un curso
A su lado, hasta Luis Fernández nos puede llegar a parecer buen actor. Y eso, señores, es un problema grave. Por eso quiero pensar que la culpa no es sólo del joven. Lo de Rodolfo Sancho es de risa. Y ya no hablemos de Andrea del Río, Eva Martín o Ález Furundena. No puedo quitarme de la cabeza sus fingidas lágrimas del último capítulo.
¿Están mal dirigidos? ¿No ha habido tiempo suficiente para pulir algo tan importante en una ficción? Sólo Pedro Casablanc, Patrick Criado, Jesús Carroza y Nya de la Rubia aportan un poco de talento.
Pero luego caigo en lo que me comentaba una compañera hace unos días. Parece ser que en el pasado FesTVal de Vitoria se le preguntó a Castro si tenía intención de hacer un curso de interpretación. Él, seguro de sí mismo, confesó que no tenía ni la más mínima intención.
Nada más que añadir, señoría.
Cómo diría la Cayetana Guillén Cuervo de Silvia Abril en Homo Zapping, disfrútenlo.