Jero García ya es el Hermano mayor de Cuatro. Tras la salida de Pedro García Aguado, el exboxeador se ha puesto al frente de este formato llevando a televisión unas mecánicas con las que ya ha ayudado en la calle a través de su gimnasio o de su fundación.
Ahora, se ha unido al equipo del programa con las mismas ganas y los mismos miedos. No teme a los daños físicos a los que se arriesga tratando con jóvenes conflictivos, sino a no poder triunfar llevándoles al punto que necesitan para volver a estar bien.
¿Cómo está siendo esta experiencia televisiva?
Estoy muy contento e ilusionado, con ganas de que haya mucho más.
¿Has conseguido todo lo que querías con estos primeros programas?
No soy muy de pretensiones, soy muy del día a día. Del pasado no me preocupo y el futuro ya vendrá. Prefiero vivir el presente con atención.
¿Ha habido algún caso que hayas visto inalcanzable?
Todos los casos que hemos tenido son completamente distintos y, como todo, no es algo equilibrado. Hay momentos en que estás más eufórico, momentos en que estás un poco "desesperado", pero siempre tengo confianza plena y al final llegamos a buen puerto.
En mi interior vivo igual los enfrentamientos en el ring y los de 'Hermano mayor'
¿Es más complicado enfrentarte en el ring a tus oponentes o a los chavales con los que has estado en Hermano mayor?
Es completamente distinto, pero en mi interior lo vivo exactamente igual. Me pongo nervioso antes de hacerlo y busco conseguir una victoria, pero ahora son victorias que ayudan.
¿Qué diferencias hay entre los casos que has vivido fuera del programa en tu fundación y los que haces en Hermano mayor?
Todo caso es completamente distinto. Realmente, no ha cambiado nada. Cambian los propios casos, los propios chicos. Intentamos sintetizarnos con ellos. Es lo que llamamos inteligencia emocional. Hay que intentar dar a cada uno lo que necesita.
Yo tengo miedo al miedo
¿Has pasado miedo en alguno de los programas de Hermano mayor? ¿Has temido por tu integridad física?
Yo tengo miedo al miedo. Siempre voy a tener miedo, sobre todo cuando tengo responsabilidad. En estos casos hay mucha porque voy a ayudar a alguien. Tengo miedo a no hacerlo bien. ¿Miedo físico? Un chaval me dijo "me di cuenta el primer día de que te jugabas la vida por mí". Y eso es lo que quiero que piensen todos.
¿Has sentido alguna vez que no podrías lograr el objetivo de cambiar una conducta?
No. No me creo que no pueda ayudar. Por poco que ayudes es poco para ellos.
Cuanta más complicación, más me vengo arriba
Este año hay un caso doble con dos hermanos. ¿Cómo te enfrentaste a ellos?
Igual que cualquiera. Es un poco más complicado, lógicamente, pero también es más cercano porque dormía con ellos [risas]. Fue complicado y muy duro. Pero cuanta más complicación, más me vengo arriba. Me reconfortó muchísimo. Hay casos en los que aprendes más que ellos, es una formación constante.
¿Cuáles son tus armas para ganártelos?
Mis ganas de ayudar, de querer hacer el bien. Puede que tenga también empatía con ellos, y a veces puedo parecer uno de ellos. Llevo haciéndolo muchos años y tengo ese rollo de "colegueo". Pero también tengo el rollo de "sargento de hierro". Cuando yo me enfado, me enfado.
¿Cómo se consigue que chavales conflictivos dejen entrar a las cámaras y que graben lo que luego les da vergüenza?
Necesitan ayuda. Si no no llamarían, y tienen consensuarlo entre padres e hijos. La clave de una terapia es que la gente quiera solucionarlo. Si tú estás malo y no te tomas las pastillas, no vas a mejorar. Esto es igual.
La gente es buena por naturaleza, pero a veces es difícil llegar a ese punto
Pero los chicos al principio no se abren tanto...
Tiene que ser así. Son terapias y llegado el momento ven que viene alguien a "levantarles la falda". Son chavales con problemas de comportamiento, pero cuando tú les dices que las cosas no son así se tienen que rebelar. Puede parecer que no quieren, pero en el fondo sí quieren. La gente es buena por naturaleza, pero a veces es difícil llegar a ese punto, a destapar todas las capas para llegar al centro de la cebolla.
Hay que tener mucha psicología...
Es lo que intentamos. A mí me gusta más llamarlo "inteligencia emocional", empatizar. Al final es una mezcla de todo: de experiencias, de conocimientos, de formación... Pero hay que estar muy atentos, escucharles bien y saben por dónde vienen.
Tu también eres padre. ¿Cómo eres a la hora de educar a tus hijos?
Soy padre de dos hijos. Tengo a una chica que aparece en el primer episodio y a otro más pequeño, con 14 años. Cuando nacen, los niños no vienen con un libro de instrucciones bajo el brazo, y cada uno es de su padre y de su madre. A Azahara, la mayor, la eduqué siendo yo adolescente. La ignorancia es atrevida y haces cosas que luego yo con Iván no he hecho y he aprendido. Normalmente soy un "hermano mayor" con ellos.