El Gran Wyoming ya no es lo que era. No, amigas, no. Mi querido Wyoming se ha “teleprompterizado”. Vamos, que todo lo que dice, lo lee. Que todo lo que lee, lo dice… No sé en qué orden y qué es más grave. Es como Rajoy con la pantalla LCD (eso del “plasma” es de catetas): una caricatura de sí mismo.
Guionistas del mundo: ¡arrepentíos! ¿Dónde queda esa flema instantánea de la buena improvisación? ¿Qué tiene de divertido un chiste que un tipo lee, de corrido, con indiferencia? Su humor es como la mirada de Mayte Zaldívar a Julián Muñoz en aquel frío banquillo de los acusados. Como la edad de Úrsula Corberó. Como el número de discos que ha publicado Luis Cobos. Como el destino de Mon Santiso. Como el nombre de los maridos de Liz Taylor. Como la capacidad adivinatoria de Sandro Rey… Indiferente.
¿Dónde queda esa flema instantánea de la buena improvisación?
El Gran Wyoming era puro estilo en aquel La Noche se Mueve. Tremendo animal catódico en El peor programa de la semana. Estrella del azote a políticos en el legendario Caiga quien Caiga. ¿Qué ha pasado? ¿Por qué se le ha apagado la llama del directo?
Tiene todo lo que tenia en CQC: un horario atractivo, buenos compañeros y colaboradores… un gobierno del PP. ¡Todo para convencer! Ahora vence, sí, pero no me convence.
Wyoming, por caridad, dile a tu tropa de jerifaltes que te arranque de la cara ese instrumento del demonio. Esa pantalla a la que miras más preocupado por el punto y la coma que por el verbo tuyo, ese tan flamígero y envenenado. ¡Dámelo papi! ¡Dame tu mala leche improvisada! ¡Tu sarcasmo encendido! ¡Tu arqueo espontáneo de cejas! ¡Hazme tuya pero a pelo, sin el látex de las líneas del guión!
¡Hazme tuya pero a pelo, sin el látex de las líneas del guión!
Vamos a ver querido, entre nosotras… Si lees, por lo menos no te trabes a medio chiste. Disimula, di que si es que estás nervioso, que te duele la cabeza… Que tienes a la hermana melliza de Galindo dándote pellizcos debajo de la mesa. Wyoming… ¡no mates a Wyoming! Mira lo bien que lo hacen en tu casa: Ferreras y sus proclamas sensacionalistas. Ana Pastor y su cruzaba bíblica contra la derecha. Frank Blanco y su caterva de artistas de varietés. ¡Todos son auténticos! ¡Ninguno se lee a sí mismo con ese desánimo tuyo! Leen, sí. Pero con ganas de no leer. Hasta Emilio Aragón en El Club de la Comedia parecía más natural que un yogur del Día.
Si no lo haces por mi, hazlo por la pobre Sandra Sabatés. ¡Se ha quedado afónica de los nervios! Normal, yo si tengo al lado a un tipo que me mira de reojo para no perder la hebra de lo que dice también me hago la muda. El mejor día le va pegar fuego al plató al grito de “¡qué he hecho yo para merecer esto! ¡¿Por qué tanto dolor?!”.
Querido Wyoming, ya sé que es de otra cadena pero mira que tienes un ejemplo vivo de por dónde hay que pasarse el CUE. ¡Mira cómo lo hace Mercedes Milá! Eso sí que es dominio del teleprompter. Lo mismo se te pone a bailar una sardana entre líneas que te monta un piquete anti-sistema en defensa de las librerías de barrio: “Dale para adelante que me he perdido” o “Alvarito, no me metas prisa que yo digo lo que me da la gana” o incluso “mañana es el cumpleaños de mi amiga encarnita que hace estos broches estupendos con tapones de gaseosa La Pitusa” ¡Ole con ole, los caracoles! Aprende Wyoming… Aprende a ser el que eras.