Vamos a ver queridas: ¿Cómo no ha hecho Mediaset el debate decisivo? No me explico cómo se han dejado escapar este formato tan divino. ¡Con lo que saben en esa casa del show! Les ha comido la tostada Atresmedia, esa mezcla entre derecha e izquierda. Ese grupo que tiene, por un lado, a Ferreras y Wyoming repartiendo estopa como si se terminara y, por otro, a Susanna Griso con su sonrisa impertérrita. Por no hablar de Albert Castillón, ese personaje tan inquietante. Es el único aspirante a presentador capaz de hacer sus entradillas mientras gira sobre sí mismo 360 grados… ¡Este chico tiene tumbao, mami!
Que sí, que lo ha visto todo Dios. Que el debate ha tenido todo el share de la galaxia conocida… También es verdad que era puente y no había nada mejor que ver. Era eso o las repeticiones de La que se avecina en Factoría de Ficción. Nadie podrá decir, sin embargo, que aquello fue algo divertido. Mucho foco y colorido (la sede de Antena 3 parecía un híbrido entre la nave de Star Trek y el club Pétalos de la carretera de la Coruña con tanto lucerío) pero, chica, seamos sinceras: el debate a cuatro fue más aburrido que las entrevistas de La Tarde en 24 horas. Para dormirse para siempre.
El debate a cuatro fue más aburrido que las entrevistas de La Tarde en 24 horas
¿Y si el debate hubiese sido cosa de Telecinco? ¡Ahí sí, nena! Ese debate hubiera sido tope hilarante. Para mearse viva. Para gozar más que Pérez-Reverte en un congreso de la RAE. Mejor que ir a divertirse a El Hormiguero… Con el tronío de Raquel Bollo y toda su cara del indio de Ron Cacique. ¡Almíbar puro!
Para empezar nada de llegar en coche… los 4 candidatos (bueno, los 3 y a la que le pasaron el marrón presidencial) habrían llegado cada uno en una carriola del Rocío. Por delante, un buen cuadro flamenco. Bien de guitarras españolas y cantaoras dándolo todo con el himno de cada partido gipsy King-remix Edition. A la llegada, para recibirles, habría estado Jorge Javier Vázquez con un traje de esos reventones que se pone. Nada más bajarse cada uno de la carriola, un buen escándalo: “¡¿pero cómo te atreves a venir sin chaqueta!?”. “¡¿No es verdad que fuiste novio de Chelo García-Cortés?!”. “¿Cómo conociste a Mon Santiso?¿Es verdad que has pedido una orden de alejamiento contra él?”. “Nos ha contado la tía carnal de Chabelita que te peina la coleta el peluquero de la Pantoja… ¡y le pagas en B!” Así, para ir calentando el ambiente. Luego nada de sortear los sitios de cada uno en plan cutre a las 11 de la mañana de un jueves… No, hija no. El sorteo esa noche, nada más entrar los candidatos, con los bombos reciclados de cuando Carmen Sevilla hacía allí el Telecupón.
El moderador, también de altura: Pedro Piqueras. Él solito. ¿Qué es eso de hacerlo por parejas? ¿Esto qué son? ¿Las matrimoniadas? Nada, Piqueras con su estilo. Se hubiera hablado de los temas que realmente importan: “¿qué piensan ustedes hacer para evitar las espeluznantes riadas que provocan centenares de muertos en cada uno de mis informativos?” o “¿Cómo espera el eventual gobierno de cada candidato acabar con las brutales palizas entre los miembros de las familias de dos clanes enfrentados por el control del tráfico de drogas en los suburbios de los barrios marginales de las ciudades más desfavorecidas y trágicamente oprimidas de Brasil?” ¡Eso es lo que importa, por Dios!
Los candidatos habrían tenido un minuto para convencer a los coachs de que se giraran
Después del buen rifirrafe dialéctico, con Mila Ximénez controlando los tiempos de cada uno desde su casa (ahora que la han despedido o que se lo han inventado, que es todavía mejor) llegaría el momento del alegato final: Un minuto para convencer a los coachs y que se giren. Los cuatro para cuatro jueces: Paco Marhuenda, que se hubiese dado la vuelta nada más intuir el olor de la laca de Soraya; Pilar Rahola, que hubiese independizado el pulsador; El Presidente de Cantabria, que no pinta nada aquí pero hubiese repartido anchoas; y Mónica Naranjo, que tampoco pinta nada aquí pero está deseando sentarse en la silla de La Voz.
¿No hubiese sido estupendo? Ay amigas, ¡qué oportunidad de disfrute perdida! Ahora habrá que esperar 4 años… El Debate de Mediaset, eso sí que hubiese sido fuerte y no los trozos de cinta americana que le han puesto a Kiko Matamoros para sujetarle las orejas después de su última operación. ¡Ay señor, llévame pronto!