Ya van 16 ediciones de Gran Hermano y todavía hay historias que son capaces de sorprender tal personal. Aritz y Han / Han y Aritz son dos de los nombres que más han dado que hablar este año. Algunos hablan de ellos como Hanariz, otros prefieren sus caminos por separado y son más Haners y Aritzers. Un mundo que muchos entiendes y pocos confiesan.
Esta particular pareja ha conseguido el mismo número de seguidores que de detractores. Pero la historia de estos dos concursantes es mucho más que la convivencia durante tres meses de dos participantes en un reality show.
La evolución de Aritz en el concurso de Telecinco podría ser estudiada por muchos sociólogos. El vasco ha pasado por todas las fases que un hombre puede pasar cuando está dispuesto a salir del armario delante de millones de personas: la negación, la ira, la frustración, la depresión y la aceptación.
Muchas voces se han alzado contra el chicos de los sombreros por haber jugado con los sentimientos de una persona y haberle acusado de meterle mano por las noches. La historia era bien diferente y eso le ha hecho ganarse una gran bandada de enemigos dispuestos a picotear votos.
Los espectadores hemos asistido a un hecho sin precedentes en cualquier edición de Gran Hermano: un concursante que apenas mostraba sus sentimientos se ha ido enamorando del joven pizpireta de la edición y ha terminado aceptando su condición delante de su familia y de millones de espectadores más. Si Gran Hermano fue algún día un estudio sociológico, esto es lo que siempre han deseado ofrecer.
¿Su error? El exterior. Una defensa que no le ha venido nada bien fuera de la casa al no tomarse con demasiada naturalidad lo que el concursante estaba viviendo entre aquellas cuatro paredes. Y es que, si no fuese por una madre con mucho acento vasco, Aritz estaría perdido en este concurso.
Ahora se enfrenta a otros tres concursantes: su mano derecha y dos mujeres que arrasan en las redes sociales. El verdadero Gran Hermano contra el verdadero Gran Hermano. El Gran Hermano que se personó como un experimento de cara a la audiencia contra el Gran Hermano que se siente identificado con una joven enamorada y abandonada. El pasado año ya vimos que el juego de la joven dolida funciona muy bien ante la audiencia y todo indica que puede repetirse por segunda edición consecutiva.