Vaya por delante que los programas de talentos variaditos no son lo mío. Puede que al principio tuviesen su intríngulis, pero después de tantos formatos con un objetivo demasiado parecido me he terminado aburriendo y sintiendo que estoy siempre viendo lo mismo. Incluso los concursantes se me parecen.
Si algo tenía Got Talent España para llamar mi atención desde el primer momento, era el jurado. Telecinco conseguía reunir a los dos presentadores más potentes de la cadena para convertirles en jurado. Un formato que hubiese pasado desapercibido por televisión se convertía desde ese mismo instante en un programa a tener en cuenta.
Got Talent España no es un programa mal montado, mal tratado, mal argumentado o mal dirigido. Es más, el nuevo programa de Telecinco sale resultón y airoso de su primer enfrentamiento con la audiencia. No chirría ni echa para atrás. Sin embargo, esto ya lo he visto cientos de veces. Cuando uno lleva media hora viendo el programa tiene la sensación de estar viendo la décima edición de Tú sí que vales. Remodelada y algo más molona, pero Tú sí que vales.
Tienes la sensación de estar viendo la décima edición de 'Tú sí que vales'
Por mucho que se hayan intentado desligar con un nuevo jurado, un plató que va haciendo gira por toda España o un nombre en inglés, nos han vendido una moto que ya compramos hace años y que ya revendimos cuando se había quedado vieja. Got Talent es lo mismo de siempre.
Me quedé impactado cuando vi los cambios de vestuario constantes durante el primer programa. No me podía creer que tuviese esos fallos de raccord constantes y sonantes. Tuve que echar mano de mi portátil para mirar algunos vídeos de la versión británica y descubrir que esto es algo que se hace allí y en la Conchinchina. Aunque no es algo que me entusiasme, es algo que viene marcado desde fuera y desde hace muchos años.
Otra cosa muy distinta es cómo está utilizado este ir y venir de vestidos y peinados. Por mucho que esté permitido el cambio constante, en la edición se les escapó algún que otro plano de risas entre los miembros del jurado que no pertenecían a la actuación que acabábamos de ver. Una simple cortinilla entre actuaciones solucionaría todo este embrollo espacio-temporal que nos dejó dolor de cabeza.
Por mucho que Jorge Javier Vázquez haya dicho que prefiere ser jurado para no llevarse la hostia si el programa fracasa, en esta ocasión hay un elenco tan potente que es inevitable mirarles y analizarles a todos con lupa. Un jurado de contrastes, sin melosidades que tanto irritan y bastante sinceros a la hora de opinar. Jesús Vázquez es quizá el que más sorprende por su mal humor en algunos momentos, acostumbrados a verle en su faceta más amable y moderada durante años. Eva Hache aporta humor y Edurne se quita de encima su vena más dulce. Jorge Javier, al que esperábamos más duro, concede demasiados silencios.
Vista una gala, vistas todas. Got Talent España debe y puede tener su público. Y no es tan mayor como muchos pueden imaginar. No descubre nada ni revoluciona nada. Got Talent ya lo hemos visto. Lo que no quiere decir que el público no quiera ver más.