¡Oh, el amor! ¿Cuántas parejas hemos visto nacer en un reality show? Parece que no existe ningún programa que no cuente con el coqueteo, la pasión o los celos como eje argumental de alguna de sus tramas más importantes.
Hace años se decía que a la audiencia le gustan las parejas y, por tanto, aquellos que encontraban el amor en el concurso tenían asegurada su presencia en las últimas semanas de la convivencia. El tiempo demostró que esto no es así, es cierto que personas enamoradas suelen ganar los programas, pero al mismo tiempo otros son expulsados a la velocidad del rayo.
Las últimas ganadoras de Gran Hermano se enamoraron dentro de la casa (con mayor o menos éxito). A Christopher, ganador de Supervivientes, se le relacionó con Isa Pantoja, y Rosa Benito, que también sobrevivió al reality show, jugueteó con la idea de empezar una relación con el Míster España José Manuel Montalvo.
De todos estos ejemplos sólo Susana Molina (ganadora de Gran Hermano 14) demostró que su historia de amor con uno de los gemelos Montoya realmente iba en serio. El resto logró que se hablase de ellos en los platós de Telecinco, que los fans suspirasen al ver a la pareja y, por tanto, se convirtieron en los grandes protagonistas del juego.
Es más, muchas de estas relaciones se pusieron en duda entre los espectadores. Poca gente creyó que Sofía realmente estaba enamorada de Suso cuando le pidió dormir juntos en la primera noche de convivencia. Nadie dio credibilidad a los posibles sentimientos de la (por aquel entonces) mujer de Amador Mohedano hacía el modelo. Y muchas voces han criticado a Liz por su repentino enamoramiento de Alejandro Nieto cuando en la calle no le prestaba atención.
Lo que llevamos viendo años en realities tiene nombre
Todo esto tiene un nombre entre el público anglosajón: Showmance. El juego de palabras une el romance con el show, puro espectáculo. El término fue acuñado por el ganador de la segunda edición de Gran Hermano UK, Will Kirby, pero ya se utiliza indistintamente en referencia a todo tipo de programas.
Will Kirby, ganador de 'GH2' en Reino Unido, bautizó este término
Además, no sólo hace referencia a los reality show, cuando la prensa especula con el nacimiento de una relación entre los compañeros de una serie de televisión, una obra de teatro o una película (entre mil ejemplos) también se denomina como showmance. Por ejemplo recuerdo cómo se especuló con el nacimiento de una relación entre Edurne y Giuseppe di Bella durante las grabaciones de ¡Más que baile!, aunque ambos lo negaron el programa se aprovechó de ello y cebó los rumores en aras de mejorar sus fatos de audiencia.
El término es completamente despectivo. Son parejas en las que gran parte del público no cree, asociaciones prácticamente mercantiles que sirven para hacer caja. A día de hoy Han y Aritz serían un claro ejemplo de ello, aunque su amor sea cierto mucha gente lo pone en duda y, evidentemente, ellos mientras sacan beneficio económico de su relación.
En España el ejemplo más sangrante ocurrió en Gran Hermano 12, cuando el propio programa tuvo que intervenir y expulsar de la casa a Julito y Flor, quienes mantuvieron en varias ocasiones relaciones sexuales con el único fin de protagonizar vídeos en las galas, pese a que entre ellos no existía una atracción real. El engaño a la audiencia no fue tolerado, y los dos acabaron de patitas en la calle.
El término showmance está muy extendido, aunque en España los fans de Gran Hermano tienen su propia nomenclatura. El famoso cronista del programa, El gato encerrado, diferencia entre amor verdadero y Hamor Berdadero según la credibilidad que despierta una pareja entre los espectadores.
El problema de los showmances o hamores berdaderos es que echan por tierra la credibilidad del programa en sí mismo. A nadie le preocupa que las parejas que nazcan en ¿Quién quiere casarse con mi hijo? duren dos telediarios, pues al fin y al cabo la gracia del espacio es que nos consigue hacer reír constantemente. Sin embargo, en Supervivientes o Gran Hermano se nos pide que votemos a los concursantes teniendo en cuenta cómo actúan dentro del juego, pero si se premia la falsedad, los montajes televisivos o los sentimientos inventados, se logra que los futuros participantes no se muestren naturales, sino que forzaran situaciones falsas pensando en qué gustó al público en años anteriores.