En las últimas horas, las cadenas de televisión han hablado, y mucho, del debate de investidura de Pedro Sánchez. No pocos presentadores, colaboradores y periodistas han definido como algo "histórico" este pleno en el que el candidato del PSOE expone sus líneas programáticas para convencer al número suficiente de diputados de que le voten y haya un nuevo Gobierno.

Cada vez que alguno de ellos pronunciaba esa palabra, algo cortocircuitaba en mi cabeza. ¿De verdad es histórico un debate de investidura que todo apunta a que su resultado será negativo? ¿De verdad podemos denominar así a una sesión que, si todo sale como se espera, no desbloqueará la situación política actual?

La respuesta es clara: NO. Las cadenas, y los medios de comunicación en general, se han empeñado en hacernos creer que es así a pesar de que el viernes que viene todo seguirá igual y nada habrá cambiado en la vida política española. Lo único reseñable será que será la primera vez en que un candidato salga sin investir incluso en segunda votación.

Lo histórico no está en lo que están haciendo en el Congreso sino en lo que están haciendo las cadenas de televisión para cubrirlo

Sin embargo, sí hay algo histórico en este debate de investidura, pero no hay que acudir a la política sino a la cobertura que se hace de esta sesión. Lo histórico no está en lo que están haciendo en el Congreso sino en lo que están haciendo las cadenas de televisión para cubrirlo.

Una cobertura casi excesiva

En los últimos años, el interés de la audiencia por la política ha sido creciente, algo que se ha visto materializado en las cadenas de televisión. Las tertulias de actualidad se han multiplicado exponencialmente en todas las cadenas con una audiencia notable.

Los cambios vividos en la política española, con la irrupción de Podemos y Ciudadanos y la caída del bipartidismo como principales ejemplos, han hecho que la población tenga un interés mayor por lo que ocurre en la instituciones. Solo así se puede entender el éxito de formatos como Las mañanas de Cuatro, las tertulias de Espejo Público y El programa de Ana Rosa o la línea de programación de laSexta.

Durante la pasada campaña electoral, los principales eventos sucedieron en televisión

Durante la campaña electoral para los comicios del pasado 20 de diciembre, los principales eventos sucedieron precisamente en televisión con el debate a 4 de Atresmedia y el cara a cara entre Pedro Sánchez y Mariano Rajoy organizado por la Academia.

Ahora, con la llegada del primer debate de investidura tras esas elecciones, todas las cadenas han querido volcarse con este evento sabiendo que puede dar audiencias millonarias. El citado interés creciente por la política unido a la duda sobre si finalmente Pedro Sánchez podrá lograr el "sí" de más diputados de los esperados ha hecho que hasta seis cadenas de televisión se hayan volcado en la cobertura.

En algunos casos, ha resultado incluso excesiva la retransmisión. TVE ha utilizado en su jugada a La 1, principal cadena del grupo, y Canal 24 horas, encargada de la información; una jugada entendible dado el perfil de la segunda. Lo que es menos entendible es que Antena 3 haya querido emitir también el debate mientras lo hacía laSexta, cuyo perfil es mucho más político y resultaba más lógico que hubiera sido la única y no dejar a sus espectadores sin alternativa entre las grandes cadenas del grupo. Esa estrategia ha sido la que ha seguido Mediaset, que ha mantenido Sálvame en Telecinco mientras en Cuatro se emitía la sesión parlamentaria.

¿Qué ocurrió en las pasadas sesiones de investidura?

Más allá de la cobertura concreta que ha elegido cada grupo, lo histórico de esta retransmisión televisiva se observa al ver cómo fue en anteriores ocasiones. El 20 de diciembre de 2011, cuando Mariano Rajoy se expuso ante el Congreso para ser elegido como Presidente, tan solo La 1 modificó su programación para narrar lo que ocurría en la Cámara Baja haciendo gala de servicio público.

El debate de investidura de José María Aznar en 1996 logró una gran audiencia que no se ha logrado repetir

La audiencia no fue especialmente llamativa. La cadena pública reunió a un 14,4% de cuota y 858.000 espectadores mientras el resto de cadenas cubrían el debate a través de sus programas habituales.

Tres años antes, en 2008, ocurría algo similar. La segunda investidura de Zapatero fue incluso menos vista que la de Rajoy con 819.000 espectadores y un mejor share del 19,2%. Para encontrar un debate de estas características con una audiencia aplastante hay que remontarse a la de 1996 de José María Aznar, cuando también con dudas sobre si lograría el "sí" del Congreso reunió ante el televisor a 1.381.000 espectadores y una cuota de pantalla del 44,4%.