La democracia está en peligro. Así es como se presentaba el último capítulo de la temporada de El ministerio del tiempo. Como si fuese un mensaje para la vida real: los espectadores piden a gritos la renovación pero se desconoce cuál será el futuro de la ficción. La democracia está en peligro. 

Felipe II se convertía en el protagonista de la historia. El rey prudente se convertía en el rey del tiempo y de mundo. Contrariado ante la caída de la Armada Invencible, el rey decide cambiar el pasado para conseguir que su ejército logre la victoria. Por el camino cumple algún que otro deseo de más.

A la patrulla formada por Amelia, Julián y Alonso les pilla viajando entre puerta y puerta, por lo que son los únicos que saben que se ha producido este cambio en el tiempo. Sin embargo, los cambios en el tiempo nos les viene tan mal a todos. Alonso espera un hijo con Blanca y Julián descubre que su novia Maite está viva. 

Entre tanto cambio positivo, la Historia de España no goza de tanta libertad. Las mujeres tienen un papel muy secundario frente a los hombres y la Inquisición sigue censurando libros y matando a creadores adelantados a su tiempo. Felipe II tiene, además, un discurso semanal en televisión mientras España es un gran imperio con territorios en América y Asia.

Hay cosas que no cambian, claro. Una de ellas, que Jordi Hurtado tiene un programa de televisión. En este caso se llama Saber y triunfar. El logo de TVE tiene un toque más clásico, con una corona encima de las letras que dan sentido a la eterna monarquía bajo la que vive España. Las elecciones jamás existieron. 

Amelia decidió emprender una aventura por su cuenta para intentar salvar la Historia de España y viajó hasta el siglo XVI para intentar que Felipe II entre en razón y no cambie la historia. Irene, sumisa y presa de sus sentimientos escondidos por las mujeres, levanta la voz de alarma y avisa a Julián y Alonso del peligro que corre Amelia. 

El plan: amenazar a Felipe II con matar a su yo mismo con siete años. A cambio de no hacerlo, Alonso pidió la libertad de sus compañeros y que el rey atendiese a todas las peticiones que Amelia pedía. “Jamás abandono a un compañero de batalla y Amelia lo es”, decía Alonso de Entrerríos al otro lado del teléfono mientras advertía al rey. El tiempo había consumido a Felipe II mientras se arrodillaba ante él. 

El rey cumplía con lo pactado: liberó a la patrulla del tiempo y dejó que la Armada Invencible perdiera. "El tiempo seguirá siendo el que tenga que ser", decía el rey. El futuro se restrablecía y todos en el ministerio del Tiempo recuperaban la memoria perdida a lo largo del tiempo. 

En casa, por desgracia, el tiempo también había recuperado su sentido. Maite estaba muerta y a Alonso le había abandonado Blanca. O eso creía él. Cuando abrió la puerta de su casa, allí estaba ella. "Esperándote", decía. "Quiero estar contigo. Sólo te pido una cosa: no me mientas nunca. No me digas que viajas por el tiempo y cosas de esas. Me dices la verdad", pidió la joven. 

La escena final

Amelia regresaba al pasado para cumplir la promesa que le hizo a Felipe II. Para verle morir. Allí, el rey recordaba su juventud, junto a su madre, cuando preguntaba si sería rey en el futuro y si sería mejor que su propio padre. 

No hubo escena de despedida. La patrulla del tiempo dijo "sayonara" sin un cierre y sin una escena que deje el interés en alto. Sin una escena que pida a gritos volver. El ministerio del tiempo se despide sin decir adiós.