Tú me dirás lo que quieras. Que sí, que Mila es todo un personaje de la televisión. Sus cabreos monumentales hacen subir el share como el Brexit la prima de riesgo española. Tiene mambo, tiene swing… la negra Mila tiene tumbao (visto el color de piel que se le ha puesto al relente de Cayo Paloma). Ximénez de Cisneros es la quintaesencia de la puritita basura Premium que tanto exporta esa máquina de amasar billetes que es TeleCinco. Todo lo que quieras y más, nena. Ahora, yo te digo: ¿es justo que esté en la final de Supervivientes? Rotundamente no.
Pero vamos a ver, ¿esto no iba de ser el mejor superviviente? Entonces, una señora que no pesca, no caza cangrejos, lo del fuego como que le da repelús… de coger cocos ni hablamos. ¿Esto es una superviviente? Esto, queridas mías, en mi pueblo se llama haber nacido de pie. Encima de tener a toda la isla a su servicio, la ínclita colaboradora del Deluxe, se permite el lujo de vociferar a los cuatro vientos y escupirle sapos y culebras a todo aquel que parece intentar llevarle la contraria.
He visto funcionarios de hacienda con mejor humor que la ex colaboradora de Encarna Sánchez. ¡Qué digo! Al lado de ésta la propia Encarna parecía prima hermana de la madre de Bambi. Chica, si vas a meter a semejante fiera compensa un poco por el otro lado: Una Raquel Meroño, una doble de Ana Torroja al borde de la hiperglucemia, mi querida (eskerrik asko) Karina… La dulcérrima Raquel Mosquera en sus tiempos pre-López Ibor. ¡Bien de sugar para compensar el amargo del pomelo de la Ximénez!
Pero vamos a ver, si es que hay que tener mala leche concentrada para aguarle el momento “algodón de azúcar” a la neumática Yola Berrocal. Por cierto, que menos mal que se termina ya la expedición porque como siga adelgazando a ese ritmo, la ex del Padre Apeles se va a convertir en una suerte de Dolly Parton en moreno: todo morro y pechuga.
A lo que voy: Mira si tiene que ser tía vinagre la Milagros para lanzarle a Yola el dardo que le lanzó cuando ya parecía que se habían hermanado: “¿me vas a echar de menos Mila”? le dijo Berrocal casi entre suspiros. “Bueno, Yola. No te vengas arriba. Echarte de menos tampoco…”, contestó la ex de Santana bien resuelta, seca. ¡Hombre por Dios! No tiene buen rollo ni viéndose finalista… ¡Ay señor, llévame pronto!
No estoy a favor de que haya llegado a la final. Me hubiese gustado ver la evolución de su concurso sin rodearse de esa pléyade de palmeros. ¡Hasta Steisy estuvo a punto de sucumbir! Esto sí que es llevar a alguien en volandas y no lo que hacen los romeros con la Virgen del Rocío. Les ha faltado masajearle los pies cada noche… cantarle por soleares mientras ella se fumaba un Marlboro cubalibre en ristre.
El aparato de Sálvame es una máquina bien engrasada. ¿Cómo luchar contra ese rodillo diario?
Vamos, lo que tantas y tantas veces ha vivido la periodista en las noches del verano de Marbella. ¡Más leña al mono, que es de goma! Apoyada en la isla y apoyada en los platós de Madrid: El aparato de Sálvame es una máquina bien engrasada. ¿Cómo luchar contra ese rodillo diario? ¿Cómo acallar esa campaña machacona? ¿Quién se atreve contra los reyes del griterío? No hay nada que hacer.
¿Cómo no ha llegado a la final la incombustible Yurena? ¡Qué incomprendida la pobre Mari Carmen! Apeada del cayuco tan prematuramente… ¿Y lo de Paco? ¡Esto es un superviviente! ¡SU-PER- VI-VIEN-TE! A ver si se enteran los que han votado semana tras semana. El Dioni (con o sin peluca), la esotérica Dulce, Víctor Sandoval (el espasmo hecho persona), la propia (académica) Steisy… ¡Todos se merecían el puesto que ocupa Mila! Luego la gente se sorprende de que aquí llevemos seis meses con el gobierno en funciones… No te engañes, querida: ¡todo lo que vota España es igual de inútil! Igual hasta gana… Amén.