Hablar con Iñaki Gabilondo es quedarte absorto en una pequeña burbuja en la que lo único que importa es escuchar su voz. El periodista es un artista de la conversación. Crea información de la opinión y se ha convertido en una de las voces más influyentes del periodismo.
En un programa que se equipara a sus capacidades periodísticas, Gabilondo se pregunta en voz alta qué pasará cuando él ya no esté en este mundo. El periodista estrena el próximo jueves una nueva entrega de Cuando ya no esté, el programa de reportajes de #0 en el que mira con curiosidad al futuro sabiendo que es algo que él no vivirá.
Aunque suene a triste, Gabilondo asegura que la vida sin la muerte no tiene sentido. Sobre este y otros temas hemos hablado en BLUPER con el periodista. Comentamos lo que le parece la televisión actual, sus miedos al futuro y su visión de la televisión pública.
¿Alguna vez te habías hecho de forma tan seria esa pregunta de qué pasara cuando ya no estés?
Muy a menudo. Me llama mucho la atención. A medida que me voy haciendo más mayor, como ya ves que están las cosas más cerca, te lo planteas más. Pero siempre he tenido curiosidad por saber cómo serán las cosas en el futuro. Sobre todo ahora que las cosas cambian tanto y nos damos cuenta.
¿Te da rabia o miedo no poder vivirlo?
Para nada. Yo he sido un hombre muy agradecido. He vivido muchos años y muy feliz. Me ha pasado de todo, bueno, malo y regular. He conocido la felicidad y la desgracia. He conocido la suerte, la desventura, el dolor, el éxito. Me doy por informado. Cuanto más dure, mejor.
Si dicen que la curiosidad mató al gato, ¿alguna vez ser tan curioso te ha metido en problemas?
Me he dedicado profesionalmente al periodismo, a preguntar. He sido bastante curioso y me he llevado bastantes disgustos por eso.
Cuando un periodista hace bien su trabajo termina teniendo problemas
¿Cuando un periodista se mete en problemas es que está haciendo bien su trabajo?
Seguramente, cuando un periodista hace bien su trabajo termina teniendo problemas. De un grado o de otro, no todos los días, no siempre los mismos. Van apareciendo los que se enfadan contigo van apareciendo y desapareciendo como en una carrera de relevos. Al cabo de de 50 años prácticamente todos se han enfadado conmigo alguna vez.
¿No te da vértigo hablar de la muerte de la muerte?
Bastante. Primero, no lo creo. Quiere decir que puede retrasarse la vida o el proceso del envejecimiento. No tengo ningún interés en no morirme. La vida sin final no tiene sentido. Hubo un libro que lo contaba: el ser humano ya no se muere. Todo empezó con una gran fiesta. Con el tiempo empieza todo a apolillarse y a no tener sentido.
No es tan fácil encontrar un periodista con tu trayectoria que diga que no cree en la aristocracia en el periodismo…
Es cierto, nunca lo he creído. Yo he sido un periodista que ha tenido acceso a todos los grandes personajes, políticos, economistas. Siempre he considerado que un compañero que hace un trabajo de otra naturaleza en otra actividad aparentemente menor, pues no es una actividad menor. Todo se puede hacer bien o mal. He conocido a periodistas que hacen mal las entrevistas a grandes personajes y a periodistas que hacen bien revistas de moda, de mujeres, de decoración, cocina, temas ligeros o de sociedad.
No me gusta caer en ese tipo de aristocracia porque no creo en eso. Creo que el ser humano, el destinatario, es complejo y que tiene tiempo tiempos para muchas cosas. Puedes tener un gran interés por la política y además amar a tu perro y que te guste mucho el fútbol. No creo que el ser humano sea un monolito de madera. Cuando el periodismo se acerca a esos humanos con información de todo tipo me parece que está haciendo una profesión importantísima.
No acepto ese juego de que la sociedad es pulcra y sana y que la culpa es de la televisión
¿Cómo describirías la televisión actual con una frase contundente?
Un poco estrepitosa y confusa, como la sociedad. Siempre he creído que, aunque se le echa la culpa a la televisión de muchas cosas como si fuera un territorio especialmente sereno, culto, justo, equilibrado, estético, me parece idiota pensar así. La televisión es como la sociedad: contradictoria, luminosa, brillante, caótica, pequeña, grande, miserable. No acepto el juego de andar mirando a la tele como si estuviese aislada. Los medios de comunicación no se fabrican en una sala en la que unos tíos deciden cómo va a ser. Se crean en una sociedad. Yo podría decir muchas cosas que no me gustan de la televisión y puedo decir muchas cosas que no me gustan de la sociedad. No acepto ese juego de que la sociedad es pulcra y sana y que la culpa es de la televisión.
Pero algo se tiene que estar haciendo mal si dices que las series informan mejor que un telediario…
Quiere decir que se está produciendo una alteración de las cosas. La información se está haciendo cada vez más breve, más resumida y más sencilla. Todo se está tratando de meter en pequeñas píldoras y eso hace que la información se quede como un pequeño escaparate, un muestrario de lo básico. La complejidad de la vida no está entrando en los tiempos informativos. Sin embargo, hay series que sí que muestran este juego de contrastes maravillosos. Pero es porque se vive a mucha velocidad y se pide a todo en una respuesta en muy poco tiempo. Se pide que me cuentes el conflicto de Siria en 40 segundos y eso lleva al brochazo y al picoteo.
Que un político no conceda una entrevista a un medio es una falta de respeto a los espectadores
¿Te sienta peor que un político no conceda entrevistas o que sólo se las conceda a ciertos medios más afines?
Lo segundo me da rabia, lo primero es intolerable. Que un político no conceda una entrevista a un medio de comunicación no es un problema de falta de respeto al periodista, es un problema de falta de respeto a los oyentes o espectadores. Que un político se permita descartar a un medio de comunicación me parece intolerable. Es antidemocrático. Que haga una entrevista de propaganda me parece mal, pero lo otro es intolerable.
La televisión pública ha sido muy pocas veces pública
¿Qué sientes cuando lees los últimos titulares de TVE?
Siento que, con muchísima pena, que hubo una muy buena idea cuando se llegó a un acuerdo de las principales fuerzas políticas para nombrar al presidente. Estuvo Luis Fernández, un tipo maravilloso. Y se decidió acabar con eso. La televisión pública, como muchas veces se ha dicho, ha sido muy pocas veces pública. Ha sido más bien privada del partido que estuviera en ese momento en el poder. Ha habido pequeñas excepciones y se ha notado enseguida que ha sido bueno. Lamento que no se haya mantenido la única manera que tiene la televisión de no seguir siendo única, que la profesión pueda desarrollarse sin la necesidad de estar sometida.
Durante mucho tiempo en España se ha creído que el que ganaba las elecciones, autonómicas o generales, le correspondía como regalo una televisión pública o comunitaria y una caja de ahorros. Eso es un disparate. Se probó. En la época de Luis Fernández y Fran Llorente, TVE empezó a ganar premios, por lo que no hay discusión.
¿Tenemos una televisión pública manipulada?
Siempre que no tenga un acuerdo entre políticos estará siempre domesticada por el que esté en el poder. Aquí hemos tenido la televisión privada de Suárez, la de Felipe y la de Aznar. Es un mecanismo que como no se active siempre llevará a ese terreno de la manipulación.
¿Se está haciendo buena televisión?
Yo creo que sí. Y mala. Y mediana.
¿Y qué porcentaje es mayor?
No sabría decir. Hay alguna que me parece muy mala ocupa demasiado del porcentaje. Depende de los objetivos que persigas. En estos momentos, las audiencias y los éxitos marcan un ranking. Creo que las televisiones privadas tienen su particular punto de vista. Podemos explayarnos más en la televisión pública. Sobre la privada puedes expresar tu punto de vista porque también tienen una responsabilidad. Hay una parte de reproche que se le puede hacer. Banalizar tanto demasiadas cosas tiene unos efectos en la sociedad no muy buenos.
¿Deben ser una ventana en la que culturizar?
No creo que tengan que tener la obligación de culturizar, pero sí de mantener una relación respetable con la gente. No quiero que el que se cruce conmigo por la calle me haga la ola, pero tampoco que me hagan la zancadilla. La televisión tiene que procurar tratarte con respeto y hay cosas que no me parecen respetables.
¿La televisión de hoy en día es buena para los jóvenes?
La televisión actual no está permitiendo ventanas de acceso a cosas que son imprescindibles. Por ejemplo, si un cantante quiere dar a conocer un disco bueno no tiene acceso a los grandes medios. Si una persona tiene una brillante idea no tiene donde hacerlo. Este es el reproche que yo hago. Creo que demasiadas vidas privadas han ocupado el espacio público. No sólo es que nos hayamos metido en demasiadas vidas privadas, es que se han apoderado del espacio. Lamento la falta de espacio público que queda.
De todas formas, creo que ahora la televisión tiene una oferta tan extraordinariamente variada. Antes hablábamos de la televisión en otros términos. Pero ahora es una muy grande oferta. Por tanto, ahora no es tan determinante como antes. Cada uno tiene la oportunidad de moverse por un firmamento muy distinto. Uno ya no está tan indefenso ante la oferta televisiva.
¿Qué te queda por hacer, Iñaki?
Me queda por hacer el programa del día siguiente. Mañana es un día tan nuevo para mí como para ti. Es tan desconocido para mí como para ti. El día de mañana no sé qué me va a deparar y tengo curiosidad, pero no tengo la ansiedad de cuando era un chico joven. Ahora esa preocupación no la tengo. Pero tengo curiosidad por saber qué me depara la vida antes de que me caiga el mazo.