Goya 2017: ¿En España no sabemos hacer buenas galas?

Goya 2017: ¿En España no sabemos hacer buenas galas?

Televisión

Goya 2017: ¿En España no sabemos hacer buenas galas?

La fiesta del cine vuelve a llamar la atención por el poco ritmo de una gala bochornosa.

5 febrero, 2017 23:21

Hay una gran duda que me corroe por dentro: ¿por qué en España no logramos hacer ni una sola gala que quede algo digna en la televisión? Este sábado se volvió a demostrar que hay algo que falla. La gala de los Goya fue desastrosa, de ritmo caduco, con fallos de realización imperdonables y un guión sin sal que dejaba ver las numerosas carencias que existe en la creación de galas en España.

¿Es porque las galas tienen poco presupuesto? ¿Es porque no se le ponen ganas? ¿Se hace aburridas y tediosas aposta? Por mucho que pasan los años, los Goya no parecen mejorar ni una pizca en su intención por hacer una gala entretenida. Y es que si sólo pretende ser una entrega de premios pueden ahorrarse la emisión. Si pretende ser un digno producto televisivo todavía queda mucho camino por hacer.  

Muchos fallos que, acumulados, hacen de la gala de los Goya una noche zafia y bochornosa a la altura del betún del mejor cine

Los detalles son importantes en este tipo de galas que, además, tienen todos los ojos puestos encima. Numerosas butacas vacías, invitados que sólo estaban pendientes de sus móviles, primeros planos de cámaras y fotógrafos, técnicos andando continuamente, botellas de agua a la vista. Muchos fallos que, acumulados, hacen de la gala de los Goya una noche zafia y bochornosa a la altura del betún del mejor cine.

Lo mejor que ha tenido la gala es que ha sido corta. Este año se han dejado de números vacíos para desengrasar y se han basado en la mecánica del premio-discurso sin distorsiones. Sólo Dani Rovira aparecía de vez en cuando para soltar algún hachazo ante los allí presentes. Por lo menos la agonía no fue muy larga.

El número de galas que se producen a lo largo del año no son pocas. Y no son muchas las que tienen una cuota de calidad mínima. Las galas de selección del candidato para Eurovisión, los Premios de la Academia de la Televisión o estos premios Goya son la prueba de que algo falla aquí. Se convierten en motivo de burla en las redes sociales y hacen sonrojarse a más de uno. Hay que ser justos y ver ceremonias como la reciente y más que digna entrega de los Premios Feroz. Algo que demuestra que si queremos, podemos. 

Y yo me pregunto: ¿qué se le pasará por la cabeza a Penélope Cruz? Pero luego pienso: no hace falta compararse con las extravagantes galas que vemos al otro lado del Atlántico como para hacer algo de calidad. Tan sólo pedimos que se cuide, por lo menos, la moqueta elegida para la entrega de premios, el grafismo o poder leer todos los nombres del cine que nos dejaron este año sin que un plano lo fastidie.

La gala de los Goya ha sido bochornosa. Lo triste es que ya no sorprende mucho. Nos volvemos a enfrentar a una ceremonia aburrida y sin ritmo con pocos elementos de buen gusto. Siempre quedarán esos Goyas Golfos organizados por RTVE que (sin apenas presupuesto) consiguen la sonrisa rápida, la televisión gamberra y que coquetea mucho más con el espectador.

El cine español se ha ido reconciliando con el espectador poco a poco y año a año gracias a la evolución de sus producciones. Sin embargo, este tipo de galas no hacen más que crear una gran crisis en esta relación que pende de un hilo. Y es que los Goya se han vuelto a convertir en el centro de las burlas de las redes sociales. Porque si los Goya siempre son un grito en voz alta para que se haga más caso a la Cultura, el mensaje queda aplastado por una gala con la que nadie se encariña ni conecta.