Desde hace ya algunos años, debido al lamentable currículum de España en el Festival de Eurovisión, los seguidores del festival han exigido responsabilidades a TVE. Este año, después de la bochornosa gala de Objetivo Eurovisión, en la que se eligió de una forma muy poco ortodoxa a Manel Navarro como representante, el jefe de delegación, Federico Llano, abandonaba su puesto. No obstante, lo hacía aduciendo motivos personales.

Algo insuficiente. Y lo es porque, además del ostracismo de la cadena pública a la hora de revelar los datos desglosados del televoto de Objetivo Eurovisión o los gastos derivados de Eurovisión 2015, en las últimas fechas ha habido tres pruebas que dejan ver que TVE sigue necesitando cambios. Tres pruebas en las que la pasión y el buen hacer dejan claro que, si se quiere, España puede ganar (y organizar) Eurovisión.

La primera: el 60 aniversario de TVE

La primera prueba llegaba el pasado mes de diciembre. Entonces, la productora Gestmusic quiso enmendar sus errores en la actuación de Edurne en 2015 haciendo de la gala del 60 aniversario de TVE un auténtico Festival de Eurovisión. La pública convirtió el Madrid Arena en un gran escenario donde demostró que España tiene capacidad de producción, equipo e ideas fuertes y potentes como para impresionar a Europa.

Los artistas que pasaron por aquel escenario brillaron, algo muy distinto a lo que le ha pasado a los últimos representantes del Festival de Eurovisión. El ejemplo es el propio Manel Navarro, un artista que el único vídeo que tiene por parte de TVE es la actuación que hizo en aquel catastrófico Objetivo Eurovisión. Un vídeo que termina pasando por las manos de toda Europa y haciendo ver o creer el poco nivel que existe en nuestro país.

La segunda: el Eurocasting

La segunda prueba llegaba apenas unas semanas después. El equipo de RTVE.es demostraba que, a pesar de tener unos medios y un presupuesto más limitado, si se tiene pasión, ilusión y ganas se puede conseguir una gala a la altura de lo exigido para una preselección.

Con un sonido digno y envolvente, más que envidiable y deseable para varias superproducciones musicales emitidas en televisión tradicional; un modesto escenario acicalado con un visual juego de luces que dotaron de actitud a las tres propuestas que se jugaban su pase a la final; y una producción y realización que no jugó demasiadas malas pasadas a los espectadores; RTVE.es cumplió con su promesa: renovar y dotar de aires nuevos un evento que sigue pidiendo a gritos un soplo de aire fresco.

La tercera: la Pre Party en Madrid

La tercera y última prueba llegaba este fin de semana pasado. La web de referencia Eurovisión-Spain organizaba un pequeño Eurovisión en el centro de Madrid en el que reunió a 22 países de los 42 que participan en el concurso este año. Ante la atenta mirada de más de 1.500 personas de España y Europa, la organización consiguió un espectáculo sobresaliente.

Con una dinámica propia del Festival, la denominada Pre Party contó con 22 postales que precedían a cada una de las actuaciones. Lo hizo, además, sin el apoyo de TVE, que optó por dar la espalda a este importante evento que cuenta con el beneplácito de la Unión Europea de Radiofusión (UER).