El pasado miércoles saltaba la noticia: el director del diario La Razón y colaborador de varios programas de televisión, Francisco Marhuenda, era citado por el juez de la Audiencia Nacional Eloy Velasco como investigado por presuntamente haber coaccionado a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes.
Sólo un día después y, tras prestar declaración ante el juez, Marhuenda fue apareciendo en todos y cada uno de los programas de televisión en los que colabora (El Cascabel, Espejo Público, Al rojo vivo y laSexta Noche) para dar su versión de los hechos y negar que jamás se hubiera inventado noticias en su periódico para atacar a Cifuentes.
Marhuenda ha podido dar su versión de los hechos sin mucha oposición en hasta siete programas
Hasta aquí todo correcto. Los políticos siempre se han quejado amargamente de la llamada pena de telediario y de que no se respete la presunción de inocencia. Algo de lo que Marhuenda, desde luego, no puede quejarse ya que ha podido dar su versión de los hechos sin mucha oposición en hasta siete programas de televisión.
¿O no es llamativo que ni Espejo público ni Al rojo vivo preguntaran a Marhuenda por los 1,88 millones de euros recibidos por La Razón en publicidad institucional del Canal Isabel II? ¿Por qué sólo Hilario Pino fue incisivo cuando Marhuenda afirmó que no pasaba nada por haberse inventado un baja contra el Consejero de Presidencia de la Comunidad de Madrid, Ángel Garrido? ¿Por qué no se ha incidido más en sus mensajes con Mauricio Casals?
Por ello, visto el trato recibido por el director de La Razón, me surgen varias preguntas: ¿Es prudente que un programa de televisión permita a un periodista crear un relato en el que se defienda como algo divertido inventarse un baja para atacar a un político sin que nadie le replique? ¿Es ético que un periodista imputado por coacciones siga sentándose como colaborador de un programa hasta que la justicia resuelva su caso?
'Tú misma'
¿Por qué exigimos la dimisión de un político imputado y no pedimos a los medios que no cuenten en sus tertulias con periodistas que podrían haberse inventado noticias y, lo más grave, haber coaccionado a un cargo público? ¿Qué autoridad moral puede tener un imputado por coacciones para dar lecciones en TV?
Si Marhuenda es inocente o culpable debe decidirlo un juez, no una tertulia
¿Tenemos que creernos a Marhuenda cuando dice que nunca ha coaccionado a Cifuentes cuando en los grabaciones aparece diciéndole a Rodríguez Sobrino ‘tu misma, llevas ahí mucho tiempo en el Gobierno. Ahora la gente asocia el Canal a vosotros, punto, e Ignacio González es PP. Tú misma' o 'le hemos dicho que eres un soldado nuestro, que eres intocable para nosotros y ella por las malas tiene mucho que perder. En una guerra no puede ganar”?
Y sobre todo porque, a pesar de que Marhuenda haya dicho que Cifuentes ha negado que recibiera presiones, hay quién afirma que la presidenta de la Comunidad ha preferido dar esta visión de los hechos, tal vez por una indicación desde lo alto, a pesar de que en privado cuenta otra versión.
Si Marhuenda es inocente o culpable debe decidirlo un juez, no una tertulia. Y hasta entonces, esos mismos programas que claman por la cabeza de un político cuando es imputado, deberían reflexionar si, al contar con un periodista imputado en sus filas, no están contribuyendo a que los ciudadanos confíen cada vez menos en los periodistas.