Me fascinan Lucía y Alba como personajes. No entiendo tanta inquina y me parece desproporcionado el juicio sumarísimo que se ha montado contra ellas. Es evidente que los colaboradores no usan la misma vara de medir para todos los concursantes, de lo contrario no serían tan duros en sus análisis contra madre e hija. Si Paola Caruso se pone a gritar como una loca y se lanza al cuello de una de Las Mellis se justifica porque la pobre está pasando hambre, pero si Lucía Pariente discute con Alba es porque es un monstruo despiadado sin atisbo de empatía.
Parece que Lucía ha matado a alguien, o por lo menos así lo sentí mientras veía como los colaboradores la atacaban sin piedad. Que sí, que la ha liado parda y que su relación con Alba no es idílica y mucho menos ejemplar, pero de ahí a pintarla como lo peor que ha pasado por este concurso pues como que no. Lucía afrontó su primera entrevista desde una tranquilidad extraña. Es probable que estuviera bloqueada al no saber como funciona este mundo y al ser consciente de lo que se le viene encima.
Es evidente que la opinión generada es unánime y ni ella ni su hija salen bien paradas, aunque nadie puede negar que ellas dos han aportado los ingredientes necesarios para que el espectáculo se encuentre en todo su esplendor. Nadie podrá recriminarle a Lucía el haber pasado sin pena ni gloria; de hecho esta edición de Supervivientes será recordada entre otras cosas por los momentos que nos ha brindado.
No me gusta juzgar las relaciones de nadie, allá cada cual con su manera de vivir, pero creo que deberíamos mirarnos un poco a nosotros mismos antes de ser tan crueles opinando de los vínculos ajenos. A Lucía le queda una esperanza para que la audiencia la vea con otros ojos, aunque quizás ella no haya caído en eso, y curiosamente el poder para que eso suceda lo tiene Alba entre las manos.
Alba podría darle la vuelta al concurso
Si la modelo hace un buen concurso y subsana los malos momentos que ha protagonizado hasta el momento, la tortilla se dará la vuelta. Más le vale a ambas que eso pase, pues su imagen pública anda bastante deteriorada, algo que deberían haber pensado antes de haber hecho según que comentarios y haberse comportado como dos niñas impulsivas. Es una realidad que Alba debe esforzarse el doble que Laura Matamoros para poder limpiar su imagen, de hecho nadie dice nada malo de Laura a pesar de haber metido al hijo de Alba y a Fonsi en la discusión que se produjo en la palapa. Tampoco se incidió mucho cuando Gloria empujó a Alba; se justificó y se culpó a la segunda a pesar de que Kiko, secundado por su novia, había dicho que se dedicaba a ir a la caza de famosos para vivir del cuento.
Alba es una pandillera pero Gloria Camila y Laura Matamoros son hermanitas de la caridad
Resumiendo, que Alba es una pandillera pero Gloria Camila y Laura Matamoros son hermanitas de la caridad. Paola Caruso es una monjita de clausura y las mellis tiran de la esterilla sobre la que una compañera está sentada porque son dos ángeles que han bajado del cielo a hacerle la vida más fácil a sus compañeros. La situación que están viviendo Lucía Pariente y Alba Carrillo me recuerda, aunque con alguna diferencia, a esas películas en las que por motivos del argumento, el personaje principal acaba encerrado en un sanatorio a pesar de estar más cuerdo que los personajes que conforman el resto del reparto.
Todos insisten en que está loco y el protagonista, que no se aferra a la realidad que le quieren imponer, elabora un plan en secreto para intentar escapar de dicha institución mental. La diferencia en este caso es que Lucía y Alba si han cometido bastantes errores para ser juzgadas, pero sus compañeros ha cometido exactamente los mismos errores y no están siendo señalados y juzgados hasta el extremo. Es injusto, y por ello más que probable,que la audiencia votante, que rechaza este tipo de situaciones, se solidarice con Alba y la salven de las próximas nominaciones, dándole la vuelta a una realidad bastante amarga para madre e hija . El futuro lo tiene ella en sus manos, y puede ser menos oscuro de lo que Lucía probablemente piense tras su primera entrevista.